Maryuri Concepción: uno tiene tanto para brillar que no debería malgastar su tiempo sino invertirlo para lograr sus sueños

Maryuri Concepción, es alegre y bonita, se parece a su mamá. De tez blanca, cara finita y cabello liso; ahora lo tiene largo y con tono rubio, le sienta muy bien. Nace el 23 de mayo de 1975, en la Clínica Santa Ana de la capital venezolana. Es abogada de profesión, mas ha incursionado en diversos ramos, siempre versátil y laboriosa. Mi tía Yuli, así le he dicho toda la vida. Quienes la quieren mucho la llaman Yulita. Una vez le preguntó a Isabel, su madre, acerca de su nombre, le explicó que quería ponerle Yuli, pero en la maternidad dijo que se llamaría Maryuri, cree que es algo así como una combinación de Yuli, con la primera sílaba del nombre de su padre, Mario. Y Concepción, pues es parecido al de su abuela paterna llamada Asunción.

Dice que no es de muy buen comer, pero le gusta el bistec a la plancha con yuca sancochada y sopa de res, los domingos. Consume muchos vegetales, le encantan.  Se deleita con  helado de chocolate y  con café, toma mucho. “Por el sabor, me gusta su aroma, sobre todo en las mañanas.” En cuanto a música, se inclina por algo que define como rock balada, “es romántica, pero con ritmo, me gusta el sonido de la batería, algo así como lo que toca Maná, también me agrada Alex Campos.” Escucha radio cuando maneja. “Me gusta manejar y manejo todo el día.” Lo único que ve por televisión es Investigation Discovery. Su color favorito es el azul y es de estilo casual para vestirse; quien le compra ropa es Juan Carlos, a veces no le quedan bien los pantalones, pero va y los cambia. Si es por ella, no se acuerda de comprarse vestimenta.

Al despertarse, ora dando gracias a Dios por el nuevo día, va al baño y de ahí directo a la cafetera. Nunca duerme de día, en la noche apenas toca la cama se duerme, sea la hora que sea. “Estoy activa todo el día, apenas siento la cama mi cerebro me impulsa a dormir” declara. Lee para aprender, si escucha de algo que no conoce, lo busca en Internet para saber qué es, cómo funciona y de qué trata. “Busco todo en YouTube, para qué sirve un alimento o un medicamento, así ando siempre.” Ríe con un buen chiste, los crueles le disgustan. No llora con facilidad; si está muy cargada, si escucha una prédica o una canción cristiana que la conmueve, llora. Admite que en diciembre se pone sentimental; ese mes trae muchos recuerdos, ve su vida en perspectiva, las necesidades que ella y su familia tuvieron en algún momento, entiende cómo han logrado superarlas y lo agradece mucho.

Siempre tuvo claro que quería ser profesional. Tiene habilidad para números y cálculos. Vivió en Caracas hasta los 14 años, cuando se mudan a Acarigua y ahí termina el liceo. Se graduó de Técnico Medio en Contabilidad y fue seleccionada en el Tecnológico Eustacio Guevara, para estudiar Administración. Empezó, pero no pudo terminar; con la llegada de Almary, su primera hija, se le complicó, además le quedaba lejos de casa y tampoco era lo que ella quería. De niña le gustaban las leyes, y lo logró. Se licenció en Derecho en la UNELLEZ. “De esa época, conservo los mejores recuerdos de mi vida, vivía en Acarigua y estudiaba en Guanare los fines de semana. Tuve un círculo de amistades muy bello, fue la etapa donde me sentía más yo misma. Cuando me gradué me sentí muy orgullosa, lo logré, sentí que hice algo para mí misma” cuenta entusiasta.

Era muy apegada a su mamá y su relación fue muy bonita. Recuerda que amaba un tetero de vidrio que le compró para darle su crema de arroz. La acostaba a dormir cuando se iba a trabajar y la dejaba con sus hermanos mayores. “Cuando me despertaba y veía que no estaba, lloraba mucho, pero cuando llegaba, eso era la felicidad. Mi mamá era de escasos recursos, pero me acuerdo que una Navidad le dieron unos juguetes donde trabajaba, para mí fue muy bonito cuando me los trajo.” Se acuerda que desde muy pequeña dormía con ella, y siguió así hasta los 12 o 13 años, cuando sus padres se casan y empezaron a vivir juntos como tal. Ella es la menor de los 6 hijos que tuvieron. No tiene muchos recuerdos de niña con su papá.

Jugaba algo que rememora como “achivichivi guapapa” con sus hermanos, menos Carlos quien salía a trabajar. Zulay, Tico y Coco, los metían en el escaparate a ella y Lalo que eran los menores, lo movían simulando una nave espacial. Al abrir la puerta nuevamente les decían que habían llegado a otro planeta. “De niña, traveseaba mucho con Lalo. Nos pasábamos jugando, montándonos en una mata de tártagos, nos encaramábamos, todavía tengo las piernas marcadas, de tanto inventar, de subirme, bajarme y caerme” me refiere de cuando vivían en el Bloque 3 de La Silsa.

Una etapa muy bonita en su juventud, fue cuando asistía a la iglesia Aposento Alto, su pastor era Luis Rodriguez. “Ahí me bauticé, la sentía como mía, después de eso me ha costado adaptarme a otra iglesia y sentirme igual.” Hoy por hoy se siente identificada con su líder de la congregación a la que asiste, por su dedicación al trabajo, se llama Carolina. Actualmente reside en Florida y como cualquier migrante ha pasado situaciones aleccionadoras, pero también experiencias de crecimiento y encuentro con lo bonito de la vida.  Dice que admira a la gente que lucha al igual que ella. “Hay una japonesa que fue mi compañera, aunque es una viejita que tiene una dificultad en la pierna, a pesar de eso, trabaja con mucho empeño” ejemplifica. Antes de salir de Venezuela, volvió un tiempo a su Caracas natal, trabajaba un negocio familiar de transporte en paralelo con el ejercicio del derecho.

Yuli, se considera extraordinaria y lo más extraordinario que le ha pasado es conocer a Dios, el hecho de relacionarse con Él. “Hoy en día después de tantos años, es que he aprendido a tener una relación con Dios, aunque asistía la iglesia desde niña no lo entendía muy bien.” Le cuestiono si tiene algún pendiente con la vida, me responde afirmativamente. “Siempre he sido de tener mis propios negocios, por la situación de Venezuela, tuvimos que salir y dejar atrás todo eso que habíamos construido. Estoy aquí en un país de muchísimas oportunidades, me gustaría emprender, estudiar y prepararme, si es posible. Soy muy diestra para todo eso. Mi meta es volver a tener mi empresa, algo que yo pueda dirigir. También aspiro alcanzar el ver a mis hijos estables a lo largo de los años.” Tiene como lema de vida dejar un legado a su descendencia.

Me expone que con sus hijos se lleva bien: “Uno va construyendo la relación, trato de rectificar los errores que pude haber cometido y los apoyo, tienen la confianza de contarme sus cosas y los aconsejo. Yo visiono a mis hijos, los veo desde pequeños, de una manera particular: Almary, es mi primera ilusión, con ella empecé una nueva etapa de mi vida. Es a quien yo quiero darle todo, protegerla, no quisiera que pasara necesidad. Con Yonathan, tengo una conexión de espíritu, muy especial. Con Carlymar, siento que veo mi vida plasmada en ella. Juancito, nació siendo un niño especial, como yo lo veo siento que no es diferente, es igual a otros, me enseña que todo se puede.

 Almary, la mayor, la detalla como una mujer de corazón noble y bondadoso, decidida, inteligente, emprendedora y amorosa. Alguien que les ha dado todo, aún sin tener nada. Siempre ha estado cuando sus hijos la necesitan, a pesar de cualquier error, para ayudarlos en las dificultades, darles amor y palabras de aliento. “Tengo un recuerdo con ella, no es el más bonito pero es muy significativo para mí, cuando era chiquita, ella un día que estaba toda llena de tierra, hasta las manos todas sucias, abriendo huecos y sembrando matas como loca, para una expoferia. En ese entonces su negocio era un vivero, ya llevaban como una semana día y noche y hasta de madrugada. La recuerdo fajada trabajando, y eso me hizo ver que mi mamá es demasiado fuerte” narra.

Los crio sola a ella y a su hermano y no se rindió, nunca dijo que no podía, siempre se le midió a todo, desde sembrar matas hasta estudiar y sacar su carrera. Constantemente emprende y buscar la forma de darles todas las cosas, la educación que les brindó, les inculcó valores y el amor por la familia.Para mí ha sido mucho y muy valioso. Yo creo que para todos nuestra mamá es extraordinaria, pero siento que la mía es extra extraordinaria, porque no le ha tocado fácil, ahora que soy mamá veo tantas cosas. Quiero darle lo mejor a mi hijo y ella es una inspiración, ejemplo de fuerza y valor de cómo debes guiar a un ser que llega a ti sin ningún tipo de conocimiento en su mente y en su corazón. Cuando veo que mis hermanos y yo somos de buen corazón, digo que es grandiosa” finaliza.  

Yo, creo que Carlymar es la que más se parece a ella, al menos físicamente. Le pido que me indique como concibe a su mamá y me gratifica su respuesta adolescente: “sinceramente creo que es increíble, inteligente, trabaja muy duro y da todo por sus hijos. Es una mujer entregada a Dios y a su familia. ¡La amo muchísimo! Simplemente es mi alma gemela, mi confidente, sé que a pesar de todos mis errores va a seguir apoyándome y su amor siempre va estar ahí para mí. Creo que no sé qué haría sin ella, es una de las razones por las que vivo y sin ella, mi vida no tendría sentido.”

Agrega: “Me acuerda a mi abuela a veces cuando está de mal humor, (risas) y por la belleza de persona que es. Recuerdo cuando me hacía tetero todas las mañanas, también que nos acostábamos en la tarde cuando llovía, con mi papá en nuestra casita. Obvio como madre e hija, peleamos mucho, yo soy una persona que le gusta tener la razón, ella también siempre quiere tener la razón y eso me molesta. Cuando nos reímos, son momentos de felicidad demasiado hermosos. Sin mi mamá no sería lo que soy hoy, ella es mi modelo a seguir. Cuando veo su cara de orgullo por mí, me hace sentir ganadora, bendecida por Dios de tener una mamá como ella.”

 Maryuri, cuenta entre sus virtudes tratar de ser humilde, cuando quiere algo lucha por ello, pero reconoce que a veces entra en duda y en ocasiones por eso ha sido inestable.  “Cuando me vine llegué sola, con los recursos justos, me decían eso no es así, que vas a conseguir lograr todo de un momento a otro. Pero me organicé y las cosas han fluido para bien hasta ahora. Ya tengo mis papeles y me estoy estabilizando, proyectándome para lograr mi independencia. Uno tiene tanto para brillar, que no debería malgastar su tiempo sino invertirlo para lograr sus sueños.”

Se concibe analítica, intuitiva y centrada. “No estoy pendiente de la moda, ni de maquillarme o comprar cosas. Me gusta más lo que tiene que ver con el trabajo, inversiones y proyectos” indica para precisarse. Se identifica con la responsabilidad, el compromiso, el orden el amor y la paciencia. Le pregunto qué le agrada y contesta: que me traten con respeto y amor y que se acuerden de mí. También que todo esté limpio y ordenado, pues le disgusta el desorden. No le gusta acumular cosas, “Soy de botar todo, no me gusta tener vainas viejas.” Le incomodan la pelea, las personas altivas y prepotentes. “Esa gente que te dice todo gritando no me gusta.”

“Soy muy calmada y paciente. Se me da bien acatar órdenes, capto mucho cuando me dan las indicaciones, cuando me explican cómo hacer las cosas y trato de hacerlas lo mejor posible conforme a lo que me dijeron. También soy de observar, me fijo en la forma de desenvolverse de los demás, cómo hablan y se expresan” así se describe. Cree en la amistad, pero es de pocos amigos. “Mi círculo es mi familia más que todo. Tengo muy buenas amigas de toda la vida, pero ahora no están cerca.”

Para ella el amor, es el sentimiento más sublime que existe, es entrega total, es dar sin esperar. A Juan Carlos, su esposo lo conoce mientras estudia en la universidad. “Es la persona que amo, él también me ama, me consiente mucho, está muy pendiente de mí. De mis necesidades como persona, como mujer, sé que me quiere ver bien y feliz. Nos comprendemos, hablamos mucho, nos respetamos.” Explica que su relación al inicio fue muy aventurera, inventaban, iban, venían, viajaban y hacían de todo un poco. “Siempre he sido muy afanada por el compromiso, con los pendientes que tenía, con él aprendí a relajarme, a divertirme, a procurar un ambiente agradable para mí.”

 Juan Carlos me cuenta que el primer día de clases, miró a la puerta del salón y entró ella, muy bella. Días más tarde se conocieron, en un almuerzo grupal. “Cuando me monté en el carro de un amigo, estaba sentada en el asiento trasero, noté que llevaba una tobillera, le quedaba muy bien y me gustó mucho. No le dije nada, me daba pena comentarle, apenas habíamos cruzado algunas palabras; tiempo después se lo dije y sé que le gustó. Nos fuimos conociendo con la dinámica de clases, hasta que un día expresamos lo que sentimos. Comenzó esta hermosa aventura, compartir la vida con la mujer que llena, todas y cada una de las partes que en mí existen. Tenaz, luchadora, con los sentimientos más firmes y definidos que he conocido jamás. Cuando lo pienso, creo que difícilmente podría haber conocido alguien que se le compare, se ajusta tanto a lo que a mí como ser humano me gusta. Es, por demás maravillosa, todo en ella me gusta, todo en ella me atrae y mira que hasta ahora tenemos 16 años juntos” me confiesa con complicidad. 

También me expresa emotivamente: “Nuestro comienzo fue difícil pero verdaderamente hermoso, nos fuimos acoplando, tanto, que pienso que somos uno. Mi vida al lado de Yuli tomó un rumbo definitivamente positivo, me llena cada instante. Es inigualable, de sus cualidades más notables: lo ocurrente. Una vez estábamos a la orilla de la playa y me miró fijamente a los ojos y empezó a cantar así: ¡Te conozco! A mi mente vino la canción de Ricardo Arjona: desde el pelo hasta la punta de los pies; pero ella salió con: ¡bacalao aunque vengas “disfrazao”! Me reí como nunca, creo que como cinco minutos sin parar. Esa viejita me ha hecho muy feliz. Ha sido determinante en mí, hasta el punto de que no soy ni la sombra de quien era, me ha cambiado para bien. Luchadora, una virtud que la define, cuando se propone algo no descansa hasta conseguirlo, fija sus prioridades y aunque se le complica, usa su inteligencia para generar oportunidades que le ayuden a lograr sus objetivos, me imagino que fui uno de ellos. (Ríe) La amo desde lo más profundo de mi corazón. El señor bendiga sus días y me permita estar a su lado hasta que la muerte nos separe”.

Profesa que no hay mayor alegría, que sentirse en paz con uno mismo y con la vida. Para ella la paz es concebirse refugiada, protegida y andar sin ansiedad. También tener la posibilidad de pensar las cosas, antes de ponerlas en práctica. “Ahora mismo me siento bien, voy poco a poco construyendo lo que quiero tener. Estoy tranquila, estable emocionalmente y tengo la visión más clara. He aprendido a trabajar para tener lo que deseo, los sueños hay que construirlos desde lo poco, todos los días hay que sembrar, dedicar un poco de tiempo para trabajar en eso. A largo plazo concretas lo que deseas, pero siempre tienes que tener la fe y la esperanza de que todo lo vas a lograr.”

Siempre la recuerdo bella y risueña. Me acuerdo de muchas cosas juntas. De niña una vez dormí con ella, en la casa mi abuela Isabel de Bella Vista; yo era conocida por mi mal dormir, así que me dijo bromeando que si le daba una patada me iba a dar una cachetada. Me da mucha risa rememorar esa irreverente forma de solicitarme que durmiera bien. También que yo era súper preguntona, una vez me hizo el chiste ¿Ud. es hijo de quién? En el momento no lo entendí, pero luego me lo explicó y nunca lo olvidé, a veces le respondo a alguien que me pregunta y pregunta, de ese mismo modo jocoso. Cuando inició mi desarrollo corporal yo estaba en Caracas, pero vivía en Mérida, de regreso con mi papá paramos en Acarigua, y no sé si él se lo pidió o no, pero me explico todo al respecto. Siempre anda haciendo chistes, pero llora todos los 31 de diciembre. Invariablemente me trata con amor, ha sido mi tía y mi amiga.

Cuando vivíamos en Agua Blanca, trabajaba en un vivero de Acarigua con mi tía Zulay, me gustaba irme con ella y muchas veces me llevó. Yo no sé si se acuerda pero ella me dio mi primera clase de manejo. Volvíamos por la tarde y siempre pasábamos un tramo de carretera que no era muy transitado, así que antes de dejarme en mi casa, me dio la lección. Me cargó en sus piernas, en ese entonces las mías eran muy cortas para llegar a los frenos y al acelerador, recuerdo que prácticamente me acosté. Me dijo que había que controlar el volante para que el carro no se vaya de lado, me explicó que no pisara los frenos ni el acelerador de golpe, sino poco a poco. Yo hundía el acelerador y el freno, entre los nervios y la emoción, fuimos llevando el carro en un vaivén loco. Fue ella quien me dejó “manejar” por primera vez, un Dodge azul que tenía. Fue una experiencia significativa, la rememoro con amor, tuve la fortuna de que alguien simulara darme el control, mientras sujetaba mis manos. Estaba ahí creyendo llevar las riendas y al mismo tiempo confiada, sabía que si algo salía mal, ella lo resolvería. Hoy a mis 33, cuando asumo unilateralmente la responsabilidad de mis acciones, añoro y valoro como un tesoro de vida ese salvoconducto que me obsequió. ¡Gracias por ser extraordinaria tía! ¡Te Amo!

18 comentarios en “Maryuri Concepción: uno tiene tanto para brillar que no debería malgastar su tiempo sino invertirlo para lograr sus sueños”

  1. Juan Carlos Aguero

    Es muy gratificante ver escrita su vida, sus memorias y las opiniones personales de quienes de alguna forma compartimos a esa maravillosa mujer. Gracias Roys.

  2. Yuli amiga querida, eres un ser maravilloso y admirable…sabes que te quiero mucho!
    Desde la distancia siempre seré tu amiga!
    Roys, te quedo hermoso ?

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