Héctor Jesús: cada quien puede tener un concepto diferente de mí pero yo sigo siendo el mismo y quiero que me recuerden tal cual soy

Héctor Jesús es noble, amable y chistoso. Buen esposo, padre amoroso y como tío es chalequeador y muy cariñoso.  Es el 3ro de los 6 hijos de Isabel y Mario. Tiene 52 años y cumple el 1ro de enero. Fue el primer merideño en nacer en 1968, al menos en ese hospital, así que su llegada al mundo, a las 12:40 de la madrugada, quedó reseñada en prensa. Su mamá le contó que hasta le regalaron una cesta equipada con ropa y cositas de bebé por ese primigenio parto. Es sietemesino, era muy pequeño y cree que por eso le dicen “Tico.”  “En realidad no sé pero creo que escuché alguna vez a mamá decir que Héctor me lo pusieron por un buen amigo de papá que era diputado.” Carlos su hermano mayor, recuerda que Jesús fue en honor a su padrino,  Jesús Conde a quien le decían compadre Conde. También, afirma que Tico le quedó  como apodo vitalicio, al ser un diminutivo cariñoso de Héctor.

Tiene un distintivo lunar en el cachete izquierdo. Le gusta el azul, el frío, la montaña y la música instrumental. Es de ver documentales con temas de criminalística, científicos, forenses e investigativos, y programas como Alerta Aeropuerto. Le gusta mucho la pasta y el pasticho. Se ocupa de leer la historia de grandes personajes e investiga todo en Internet. “Nunca he sido fanático del dulce, pero me gusta el helado de chocolate. Para vestirme opto por algo casual, en general no le presto mucha atención a las marcas, si veo un pantalón que me llama la atención lo compro sea de marca o no. Me gusta la natación y ver béisbol, soy fanático de los Leones del Caracas. Antes estaba más pendiente e iba al estadio.” Me comenta sus preferencias.

Cuando trata de volver los más lejano posible en su propia historia, le viene una imagen recurrente. “Era pequeñito, me acuerdo algo así como que una vez en Mérida, eso siempre me viene a la mente, a mamá dándome un tetero de plástico.  De niño aprecia los cuidados de su madre y le gustaba pasar tiempo con su papá. “El carácter de mamá era fuerte pero siempre nos guio por el buen camino. Era agradable andar con papá cuando era camionero y autobusero, aprendí todo lo que podía enseñarme.”

Me cuenta vivencias con sus padres. “Hubo una vez que nos fuimos a la playa, mamá, papá, Coco y yo. Papá nos dio permiso y agarramos el carro y nos fuimos a comprar algo, pero éramos menores de edad y nos paró la policía. También me acuerdo que hubo un viaje que hice con ellos a Mérida. Fuimos en el carrito y teníamos un solo casete, eso fue lo que escuchamos de aquí para allá y de allá para acá. Me acuerdo clarito todas las canciones que traía ese casete de José Luis Perales.  Me gustan, las escucho y me traen muchos recuerdos, a veces las pongo en YouTube.” Suena bonito en mis oídos cuando menciona la que se titula Isabel, nombre de su madre, mi amada abuela.

A temprana edad su familia se muda a Caracas. Primero vivieron en El Junquito. Desde entonces era voluntarioso y colaborador. “Salíamos a vender periódicos en el restaurante Rancho Grande, ahora eso es una estación de servicio.” De allí se mudan a La Vega y estudió primer grado en Los Mangos, recuerda vagamente la casa donde vivían. Luego se trasladan al 23 de Enero. Cursó toda la primaria en la Escuela Graduada número 70. Resalta que allí, la misma maestra, su nombre era Teresa, le dio 6to grado a él y sus hermanos Coco, Carlos y Zulay.

Ya en la adolescencia estudiaba y también apoyaba para mejorar el ingreso familiar. Conserva buenos recuerdos con su hermano Coco y su primo Lencho. “En ese tiempo mi tía Arminda vivía en Caracas y nosotros éramos  contemporáneos con su hijo Lencho. Empezamos a trabajar desde los 13 años, vendíamos en la calle, cualquier mercancía, que si adornos o muñecos. Nos daba por temporada. Hubo una que agarrábamos y nos íbamos a pueblo de El Junquito a montar caballo, a veces nos íbamos a la playa o al parque Italo. Agarramos una fiebre y nos íbamos todos los santos días a pasear, trabajamos en la mañana y en la tarde hacíamos eso para conocer y distraernos.”

“Mamá se imaginaba que además de trabajar y estudiar, salíamos por ahí y nos regañaba, decía que cuidado con lo que hacíamos y no le gustaba el compinche. Se preocupaba por nosotros, siempre estaba atenta a todos y no le gustaba que anduviéramos en la calle. Cuando íbamos a comer, nos sentaba y si te ponía un plato de lo que fuera, te lo tenías que comer y hacía que te lo comieras. Era por nuestro bien y era su forma de cuidarnos.” Ahora que su madre partió valora esas vivencias con amor, son recuerdos que atesora en su mente y corazón.

Desde joven ha sido emprendedor, aunque afrontó circunstancias adversas, se mantuvo firme y junto a sus hermanos siempre resolvían para contribuir con los ingresos familiares. De sus amigos del liceo, todavía mantiene contacto con Edgardo a quien califica de buena gente. “Nosotros estudiamos juntos con Coco, hasta 9no grado, cuando me quedaron dos materias: química e inglés.  Yo en el liceo era antiparabólico, saboteador y los compañeros siempre se querían sentar conmigo.  Me acuerdo que doblaba el cuaderno, me lo metía en el pantalón y así me iba.” Yo entiendo que fue algo circunstancial, más adelante lograría superar esa etapa.

“Siempre, como todo gocho, me gustó la carrera militar y tuve afinidad por las fuerzas armadas y policiales. Quería ingresar a la escuela de Sub Oficiales de la Marina para estudiar Telecomunicaciones. Siempre me gustó lo técnico y la electrónica.” Un incidente puso ese sueño en pausa. “Cuando tenía 15 años, entré al Pizza Hut de El Paraíso. Un señor se molestó porque le ofrecí lo que vendía, me lanzó violentamente un pedazo de pizza, yo lo recogí del piso y se lo lancé a él. En eso, el tipo se para y me iba a pegar, yo salgo corriendo, resulta que me tropecé y me estrellé contra una puerta de vidrio. Caí afuera del restaurante y en el momento no sentí nada, pero cuando me paré estaba todo bañado en sangre. Todavía el tipo me amenazaba que me iban a meter preso, pero cuando me llevan a la comisaria y los PTJ me ven así, me montaron en una patrulla y me llevaron al Hospital Vargas.”

“Ahí me cosieron y me agarraron 53 puntos entre el brazo derecho, la cabeza, el tobillo y el codo izquierdo. Cuando mi mamá me vio, de broma no le dio un infarto.” Cuenta que esos oficiales viendo lo sucedido se portaron muy bien con él, lo ayudaron incluso con el taxi de regreso a casa y eso le pareció un buen gesto. “El comportamientos de aquellos funcionarios que se portaron a la altura me agradó. Yo me motivé con su buena actitud, después traté de dar con ellos para agradecerles, pero nunca logré contactarlos.”

Mantenía su deseo de ingresar a la Marina y se fue a La Guaira a consultar el proceso de admisión. “Nosotros nos movíamos desde chamos, yo fui a averiguar todo. Si mamá no podía acompañarme por el trabajo, yo mismo iba y preguntaba. Llegué y me informé, pero cuando me vieron las cicatrices me dijeron que así era muy difícil, pues ese era uno de los requisitos más importantes. Entonces desistí de la idea por las que tenía de aquel incidente.” No podría estudiar en esa institución pero eso no lo detuvo, siguió firme en su aspiración y más adelante pudo conquistar su meta de otra manera.

Trabaja un tiempo en una floristería pero sin olvidar su propósito. “Se llamaba Mi Gardenia, queda en la Av. Baralt. Yo despachaba y organizaba todo, ese lugar todavía está abierto, queda más arribita de Puente Llaguno. Después logré ingresar a la PTJ. La mamá de Orlando, mi hermano, trabajaba allí y tenía muchos contactos. Hablé con él y me acompañó. Aprobé todo el proceso de admisión, examen psicotécnico, de conocimientos generales y la evaluación médica.  Ingresé en el 86, pero formalmente el 1ro de diciembre del 87. Entré en la Dirección de Transporte, en El Cementerio, como bombero, era quien equipaba las patrullas. Producto de mi desempeño, ese trabajo fue solamente un año. Mis jefes vieron mi buena labor y me pusieron a montar guardia y escribir reportes de las novedades, en ese momento se hacían en una máquina de escribir.”

“Después me trasladan a la sede central en Parque Carabobo, en funciones de oficina, era auxiliar, pero allí hice de todo, hasta chofer, fui “utiliti” pues. En el 95 me cambian a la división de telemática, empecé a desarrollarme como técnico, como te dije al principio, eso era lo que yo quería estudiar. En el área de telecomunicaciones hacía mi labor empíricamente. Más adelante hice cursos, me empeñaba en hacer las cosas bien, era dedicado y sobresalía entre los mejores técnicos que laboraban allí.” Son palabras que percibo plácidamente, me evocan el coraje de quienes no desisten y se empeñan de dar lo mejor de sí por más difícil que la vida se les pinte.

 “En 2003 salí favorecido con una beca por mi desempeño. Había un convenio, con el Instituto Universitario Antonio Jose de Sucre, y saqué el TSU en Informática. Ahí pasé a ser experto técnico, del Área de Telecomunicaciones, me especialicé en redes remotas LAN y WAN. Allí estuve hasta que me jubilaron. Fue una experiencia enriquecedora porque pude trabajar lo que siempre quise. Logré las metas que me propuse, incluso cuando yo ingresé dije que quería que me jubilaran a los 40 años, y así me salió por el tiempo de servicio. Hice muy buenos amigos, nunca tuve problemas con nadie y logré conocer Venezuela de punta a punta. También viajé fuera del país e hice cursos para especializarme. Considero que fui un funcionario ejemplar, inclusive tengo menciones honorificas.”

“Creo que me ha ido excelente, he sabido aprovechar el momento y las oportunidades. Con nuestro trabajo pudimos comprar el apartamento de Guatire, y luego éste. Fue una escuela para mí, ingresé muy joven y me jubilaron justo el primero de diciembre del 2008. Duré ahí lo que me propuse, entre el reposo por el accidente y mis años de servicio me jubilaron como quería, nunca quise salir tan viejo.” Siempre estuvo vinculado con el transporte y le constituye una forma de ocupar su tiempo, mantenerse activo y generar ingresos luego de esa jubilación a temprana edad.

Me confiesa: “Soy una persona que no se ríe mucho, pero siempre anda haciendo reír a los demás.” No es de llorar pero la muerte de sus padres afloró sus lágrimas. Considera que la paz es un sinónimo de tranquilidad. “Hay que sentirse bien con uno mismo primeramente. Que mis seres queridos estén tranquilos me da paz, me gusta ayudar a las personas, cuando yo puedo hacer algo por alguien, me agrada.” Cree en Dios y lo concibe como el creador de todo. “Es ese ser supremo, por encima de Él no hay nadie. Considero que tengo una buena relación con Dios, porque yo siento sus bendiciones sobre nuestras vidas y en la mía en particular.” Me refiere la definición bíblica del amor: “Todo lo puede y todo lo sufre. Se expresa de diferentes maneras, el amor de la familia, a los hijos y a la pareja. Pero se manifiesta en el hecho de sobre llevarnos unos con otros.”

            Me cuenta de su esposa. “Nos conocimos hace bastantes años en la iglesia, comenzamos con una bonita amistad que fue creciendo, se fue abonando. Después nos hicimos novios, pero antes la gente era más cerrada con ese tema, no es como ahora y tratamos de hacer las cosas bien. No nos casamos hasta que construimos la casa, amoblada y todo, fue lo que planificamos.” Fueron novios como 7 años y llevan toda una vida juntos. Se casaron en la Iglesia El Buen Samaritano, la recepción fue en la Quinta Villa Elvira y yo llevé las flores. “La comunicación y el respeto son esenciales en  una relación de pareja” expresa.

Mi querida tía Yeli, me narra su historia de amor: “Nos conocimos desde niños en la iglesia, crecimos juntos y compartimos mucho hasta hacernos novios en el año 83 y nos casamos en el 90. El 23 de junio cumplimos 30 exitosos años de casados y Dios nos premió con dos bellos y excelente hijos. Hemos tenido  altas y bajas como todo matrimonio pero hemos luchado juntos para seguir adelante,  siempre con la ayuda de Dios. Puedo decir que he sido premiada con un esposo excelente,  trabajador, honesto, responsable,  dedicado a sus hijos, a mí y a su hogar. Le preocupa que no falte nada y que todos nos sintamos bien, por ello ha trabajado sin descansar.  Hemos compartido muchas experiencias inolvidables en familia, viajes a diferentes lugares y  paseos  extraordinarios.”

Prosigue: “Puedo describirlo como totalmente dedicado y servicial, cuando se propone algo lucha hasta conseguirlo y se preocupa por la excelencia. La experiencia más difícil fue en el 2006, cuando tuvo un accidente con el carro, fue muy triste para mi verlo postrado en una cama sin poder caminar y de verdad me desesperaba. Con su espíritu de trabajo y con mucha fe en Dios logró levantarse antes de tiempo, con la ayuda de muletas comenzó a sobreponerse de ese estado de enfermedad y Dios premió su actitud. Hasta hoy le ha dado fuerza y voluntad de seguir adelante. Es un excelente abuelo, es amoroso,  juguetón y consentidor. Creo que hice la mejor elección al casarme con ese hombre ejemplar y dedicado a su hogar, incansable en el trabajo y servicial como ninguno.”

            Gabriela, su hija mayor me remite un escrito lindo y emocionante: “Mi padre es un hombre incondicional, ha estado a mi lado todos los momentos de mi vida.  Es leal, amigable, divertido y alegre. Ha sido un motor en mi vida. Atesoro sus consejos y su amor. Aunque no nos decimos a diario un te amo, los hechos lo dicen a gritos. Ha sido un gran ejemplo de vida. Desde pequeña lo he visto he visto ganarse el pan día a día con esfuerzo y dedicación, y luchar junto a mi madre para darnos a mi hermano y a mí una vida, quizás no llena de lujos pero jamás nos ha faltado nada. Lo que más admiro, es que nunca abandonó su trabajo en casa, siempre junto a su familia y presente en cada momento. Le agradezco por todo lo que ha luchado por vernos bien. También por haber sembrado en mí ese amor tan hermoso por mi único hermano, Daniel.”

            Añade: “Me encanta su sentido del humor, espontáneo como un niño. Es una persona con la que siempre podrás contar y tiene el corazón más noble que he conocido. Le gusta la justicia, la verdad y las cosas correctamente. Ha sido mis pies cuando yo no he podido caminar y mis manos cuando no he podido trabajar. Hasta el sol de hoy ve por mí como si fuera una niña. Siempre he sido su princesa, recuerdo que preparábamos mis 15 años y aquel agosto tuvo ese duro accidente, tuve mucho miedo pero me aferre a las promesas de Dios y salió victorioso. Como abuelo es lo máximo, ama a su nieto Josué y se pone como un niño cuando están juntos. Nos muestra su amor a diario. Doy gracias a Dios por su sabiduría y espero poder honrarlo, no con palabras si no viviendo como el me enseñó, con valores y principios, apasionada y entregada. ¡Te amo papá!”

            Daniel su hijo menor expresa: “Puedo describir a mi papá como una de las personas con mejor sentido del humor que conozco, siempre trata de hacer que los demás se sientan bien y hace chistes aún en momentos inesperados. Nunca me dijo que no a nada, con bastante trabajo, en mi casa siempre hubo todo. No es muy expresivo con sus sentimientos pero creo que los demuestra con sus acciones. Le gusta pararse muy temprano y tener un ritmo de trabajo movido. En las vacaciones del colegio siempre viajábamos, le gusta la carretera, mientras rodábamos escuchábamos diferentes géneros musicales pero su favorito era la «chatarrita», así le gusta llamar a las viejas canciones en inglés.”

            Agrega: “Hay canciones específicas, cada vez que las escucho lo recuerdo. El sonido del silencio de Alex Campos es una. Yahweh, de New Wine, me recuerda cuando vino por primera vez a visitarme a este país y fuimos la iglesia. En ese mismo viaje, de paseo a Orlando escuchamos I Will Wait de Mumford & Sons y se nos pegó. Cuando escucho esas canciones me transportan a esos momentos. No vivimos juntos desde hace 3 años pero hablamos todos los días, cuando nos vemos, parece que el tiempo no ha pasado. Para mí, sigue siendo el mismo, con su sentido del humor y su carácter de siempre. De él he aprendido a ahorrar, a ser honesto, constante y siempre que pueda, ayudar.”

Héctor es dedicado y familiar. “Como familia viajamos mucho, siempre me ha gustado mucho andar con los niños, me llevaba siempre alguno de los sobrinos. Mis hijos siempre han sido lo más especial para mí, ¡Son lo máximo! El mejor regalo que Dios me ha podido dar. Gabriela nació en el 91 y Daniel en el 96. Ellos siempre, fueron tranquilos, no eran muchachos tremendos, compartimos mucho, viajábamos y disfrutamos bastantes momentos juntos.” De sus viajes a Mérida hubo uno que se llevó a Rosmery y a Manuel. También a Almary a partir de eso, la bautizó como la princesa de Mónaco. Se fueron en un Fiat 1 que tuvo. Recuerda que Manuel vomitó en pleno carro porque se mareó, se quedaron una noche en casa de Yenni, su hermana menor y en general disfrutaron mucho.

            ¿Cómo te va con lo de ser abuelo? “¡Calidad” es una experiencia única, él se porta bien, es demasiado inteligente, es hiperactivo desde que se despierta hasta que se acuesta.” Así describe a su nieto de 4 años. “¿Qué es lo primero que haces al despertar? “Abrir los ojos” inmediatamente me da risa, era una respuesta esperada por su forma de ser, tan vacilador, así llamamos los venezolanos a quien se la pasa bromeando como él. Después me indica: “Me levanto de inmediato bien sea directo al baño o a la cocina a poner agua para hacer café, ahora solo lo bebo por la mañana.” Se fija en la forma en que otros se dirigen a los demás, intuye que con eso se puede ver como es una persona. Le disgusta la mentira, “toda mi vida la he detestado.” Le agrada la sinceridad y menciona que la gente le dice que se pasa de honesto. “No es que yo quiera ser bueno, sino que yo soy así, apegado a lo correcto.” Confiesa que a veces es indeciso, “me cuesta tomar decisiones, a veces quiero hacer algo y lo pienso mucho.”

            Cuando ya no esté le gustaría ser recordado. “Que me recuerden como fui, cada quien puede tener un concepto diferente de mí pero yo sigo siendo el mismo y quiero que me recuerden tal cual soy. Nadie es completamente feliz pero hasta ahora yo me siento satisfecho con lo que he logrado.” Se detalla como soñador y constante. “Me gusta la sinceridad, trato de ser lo más honesto posible y me gusta que los demás sean así conmigo. Me considero una persona muy servicial. Lo más extraordinario que me ha pasado es haber tenido la bendición de Dios desde mi nacimiento y no solamente yo, sino para cualquier persona, es lo mejor que puede tener.  Todo lo que me he propuesto lo he logrado. Gracias a Dios estoy conforme con todo, lo poco o lo mucho que uno ha logrado en la vida. No solo en lo material, también en lo espiritual, me siento bastante satisfecho.”

            En mis memorias siempre está presente e investigando para este relato, me percaté que en muchas fotografías familiares, tanto adulta como niña, aparezco junto a él. Evoco rápidamente que me gustaba pasar tiempo con él, siempre le decía para quedarme en su casa. Él siempre tiene un chiste para todo, les confieso que no me agradan los chistes en ciertas ocasiones, pero con él admito parcialidad, siempre que prorrumpe alguno inmediatamente me da mucha risa y lo acompaño de un risueño: ¡Ay tío, tú siempre!

            Me acuerdo que se hacía nuditos en el cabello, era típico verlo con la mano en la cabeza enrollándose el pelo. Íbamos mucho a la playa en familia, también una vez que fuimos a un apartamento que tenían en Guatire,  después paseamos y nos bañamos en un rio. Recuerdo su gusto por los masajes en los pies,  siempre se los pedía a sus hijos o algún sobrino. Tengo memorias de estar viendo televisión, y yo sobándole un pie y Gabriela o Daniel el otro. También me acuerdo que cuando yo estaba aprendiendo a hacer arepas, me quedaban “choretas” como decimos en Venezuela y la jocosidad con que me dijo: “Te quedaron bien, igualitas al mapa de África.”

            Me hace chistes durante toda la entrevista y en este tiempo difícil que atravesamos le agradezco el doble por las risas. Me cuenta que en estos días vio un documental de la ruta Austral y yo le cuento que viajé por ella el año pasado, nos quedamos hablando un rato de sus paisajes y bellezas. Un cuento lleva al otro, compartimos anécdotas  y me encuentro con la alegría de que nos estamos poniendo al día, después de mucho tiempo.

            Antes de migrar de Venezuela, tuve que solicitar una cita de apostillas en Los Teques, porque en Caracas estaban saturadas. Me quedé en su casa, un apartamento acogedor, con una vista linda y ese frio sabroso. En marzo de 2018 aproveché de despedirme de mi familia en un cumpleaños de mis padres, desde entonces no nos vemos. Yo pido a Dios que nos acorte esa distancia de tiempo y espacio, con él y con mi familia en general. ¡Los amo  y extraño siempre!

            Me cuenta que siempre se duerme con el televisor prendido, pero lo programa para que se apague.  De pronto me llega a la mente que me enseñó a activar el sleep, en el control de la tele, cuando me quedaba en su casa. Me quedo pensando que me ha enseñado mucho a lo largo de la vida, desde algo tan simple como eso, hasta  ser incondicional, ayudar a los demás y encontrar motivos para la sonrisa. Siempre tiene un gesto de bondad y se mantiene sereno, eso, me queda como una de sus lecciones pendientes. En esta conversación me demuestra que cuando tienes constancia y empeño puedes lograr todo lo que te propones en la vida y estar orgulloso de eso. Me encanta conocerlo desde la madurez aunque permito que la niña que fui lo idealice. ¡Tío gracias por ser tan noble e inquebrantable! Te amo y doy gracias a Dios por ti.

4 comentarios en “Héctor Jesús: cada quien puede tener un concepto diferente de mí pero yo sigo siendo el mismo y quiero que me recuerden tal cual soy”

  1. Tantos recuerdos de infancia, tico siempre fue el más tranquilo de los tres, más noble y con buen carácter
    Te amo hermano❤️

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