Juan Carlitos: ¡Que extraordinario ser un niño por siempre!

        Juan Carlitos es un ser maravilloso, amoroso, bochinchero y alegre. Hijo de Yuli y Juan Carlos y el menor de 7 hermanos. Su familia lo ama y agradece su llegada a sus vidas. Son 6 años los que lleva demostrándonos que ser diferente es una gran bendición, es un niño con Síndrome de Down, una modificación genética que consiste en la existencia de un cromosoma adicional en el par 21, lo cual se traduce en una conformación con cierta distinción a nivel fenotípico y algunas divergencias en el desarrollo cognitivo. Justamente es el entrevistado número 21 de Extraordinario Soy y esa es una genial coincidencia. Le gusta el hombre araña, bailar  hula-hula, además de cantar y tocar instrumentos musicales. Le agrada comer salchicha y huevo pero lo que más le encanta es el pollo y cuando tiene hambre eso es lo que pide. Nació el 7 de febrero del 2014 a las 11:30 de la mañana, en Acarigua – Venezuela y ahora vive en Miami-USA. Hereda el nombre de su padre. Juan tiene un significado bíblico que refiere la gracia y misericordia de Dios, mientras que Carlos se puede traducir como varón, ha sido un nombre muy popular en diferentes regiones épocas y bastante usual en las casas reales. Le dicen Juan, Juancito y Juan Carlitos, para diferenciarlo del papá. Es un guerrero pues con apenas 10 meses de vida fue intervenido en una cirugía a corazón abierto. Tal vez su voz no sea el hilo conductor de esta historia pero sí lo son sus acciones, así que entre otras lecciones nos demuestra que somos realmente aquello que hacemos más que eso que decimos.

            Yuli, su madre, cuenta que llevó un embarazo normal, tenía 38 años así que al 3 mes le hicieron un examen de sangre, pues al parecer el doctor notó algo peculiar pero no se lo manifestó plenamente. El resultado de esa prueba fue de 1/380, así que le comentó que la probabilidad de que tuviera Síndrome de Down era bastante baja. Le manifestaron que sería un niño pequeño porque continuamente en las ecografías se reflejaba que la medida de su fémur era menor a la esperada para el tiempo de gestación. Ella se iba a hacer un eco 4D que sería bastante revelador, en el fondo de su corazón tenía como un presentimiento así que prefirió no hacérselo, de cualquier manera en que su hijo llegara a este mundo, ella lo iba a aceptar. Lo tuvo por cesárea pues había decidido ligarse de una vez, los doctores le indicaron que él niño  estaba como muy pegado a su matriz y se les dificultó extraerlo, de manera que tuvo cierta lesión en uno de sus ojitos. Ella salió del quirófano a la habitación y el permaneció más tiempo en una incubadora.

            “Cuando me llevaron a Juan Carlitos para mí era bello y no le notaba nada diferente, exceptuando lo de su ojito que estaba como morado, por la dificultad para sacarlo. Lo que sí percibí es que su piel era cómo distinta, lo toqué, le empecé a agarrar las manitas y su piel me resultaba diferente. A las 2 horas vino la doctora, quien pidió a todos salir para hablar con Juan Carlos y conmigo, nos dijo que en general el niño había nacido bien, pero veía por sus ojitos y su nariz una probabilidad de que tuviera Síndrome de Down y quería hacerle la prueba de genética. Mientras ella hablaba, me sentí como entrado a un túnel, la escuchaba como por allá lejos que decía cosas pero no hacía nada más que ver a mi niño. Me puse a llorar, lloré demasiado, toda la noche, empecé a orar y a pedirle a Dios. Yo lo veía tan activo, se movía tanto, después si notaba ciertos rasgos en sus ojitos, creo que como mamá en ese momento no podía aceptar las cosas tal y como son. Me costó demasiado amamantarlo porque ellos tienen hipotonía muscular, sus músculos no son fuertes, eso les dificulta el desarrollo muscular, succionar y hablar. Con el transcurrir de los días yo me sentía triste, todas las noches lloraba, al principio me costó asimilarlo, pero empecé a fortalecerme. Empecé a decir bueno pero si él es mi hijo, sentía que si mi hijo me percibía así, no lo iba a poder ayudar, traté de fortalecerme pensando que conforme él fuese Dios me lo dio con un propósito. Cuando lo dieron de alta el doctor recomendó un chequeo cardiológico, así que lo llevé al cardiólogo me dijo que el niño tenía un CIV que era muy amplio, era un orificio en su corazón y tenía que ser operado. Cuando salí de ahí creo que me iba a desmayar, te podrás imaginar, aun ni me habían dado los resultados de la prueba genética y ahora enfrentarme a que mi hijo con 12 días de nacido tenía que ser intervenido del corazón, era muy fuerte, muchísimo para mí”.

            “Juancito desde el tercer día que me lo dieron hacía muchos ruidos cuando se despertaba, buscaba voltearse y levantaba la cabeza, algunos médicos me decían que eso era muy particular que no parecía que fuese a tener el síndrome, ya que los niños con Down no tienen mucha fuerza muscular para hacer eso. Yo me dispuse y dije lo tenga o no lo tenga voy a comenzar con mi misión y empecé a buscar información, en grupo de padres de la misma condición. Le ponía mucha música, vídeos, colores, luces y el reaccionaba positivamente a todos esos estímulos, aunque muchos de los niños de su caso tienen disminuidas la visión y la audición. Fuimos a hacerle el examen para detectar el síndrome; la doctora me dijo que había posibilidades de que no lo tuviera por sus características, porque hay personas que pueden tener los rasgos sin incidencia alguna en su desarrollo. Cuando me dio el resultado positivo, ella misma estaba sorprendida, el niño tenía trisomía libre, pero le resultaba increíble porque él tenía mucho ímpetu, características y comportamiento particular, muy distintos a otros niños en su misma situación. Me tocó aceptarlo, duré realmente un mes en el cual lloraba mucho y me sentía mal, pero cuando comencé a gestionar todo para su operación, entendí que no podía ser débil que él me necesitaba fuerte. Le hicimos todos los exámenes previos pero se demoró por la problemática de la medicina en Venezuela. En el transcurso de ese tiempo los médicos me decían que como él tenía el CIV muy amplio, debía cuidarlo de una gripe, que se me podía poner morado porque sus pulmones no oxigenaban regularmente, fíjate que me le dio neumonía dos veces pero se recuperó rápido. Él tenía bajo peso porque no procesaba bien sus vitaminas por el mismo CIV en el corazón, pude amamantarlo solo un mes pues me mandaron a complementarle la alimentación para que ganara peso y así poder operarlo”.

            “Fuimos haciendo todo y todos, sus hermanos, su papá y yo lo aceptamos, pero al principio, creo que así como con una cierta tristeza de tener que ayudar a alguien que te necesita mucho. Ellos me ayudaban bastante. Comenzamos el proceso de terapia con música y canciones, cuando lo llevaba siempre la gente me preguntaba qué era lo que tenía pues no parecía tener Síndrome de Down.  Juancito ha sido un niño muy esforzado, y muy valiente, todo lo ha superado muy bien, se sentó a los 8 meses y a los 10 meses después de tanta lucha nos salió un cupo para su operación. Fue una intervención a corazón abierto, le sacaron su corazoncito, era más pequeño que un durazno, se lo abrieron y le colocaron un parche especial para eso y así le taparon ese huequito. Era tan fuerte y tan valiente que al salir del quirófano, luego de una operación de 6 horas, estaba en UCI y me hicieron pasar, apenas me vio se puso a llorar, la enfermera me indicó que le diera tetero a ver si lo aceptaba, se lo di  y se lo tomó, fue un poco pero pudo ingerirlo, la enfermera no lo podía creer. Así empezó su recuperación, los doctores dijeron que la operación fue un éxito, quedó estable, le quedó un huequito todavía que posiblemente va a requerir una segunda operación pero sería un cateterismo y no a corazón abierto. Al día siguiente él estaba bien, como que le dolía pero normal. Mi sorpresa fue que al segundo día a Juan Carlitos lo sacaron de UCI, ya no estaba entubado y lo llevaron a su habitación”.

            “Todos estuvimos muy unidos, sus hermanos, Juan Carlos y yo, hablando, jugando con él, poniéndole música y canciones.  Después de eso continuamos las terapias y a los 18 meses se soltó a caminar. Cuando estaba en Caracas en la escuela, con apenas 3 añitos, lo querían muchísimo. Es demasiado sociable, siempre está pendiente de todo lo que lo rodea, compartir, bailar, hablar y ayudar a los otros niños. Cuando nos vinimos para acá inició la escuela como tal, mi sorpresa fue que como le poníamos tantos vídeos, él escogía muchos con audio en inglés, así que cuando le hicieron una prueba para ser admitido en la escuela con programa de necesidades especiales, la maestra le preguntaba en inglés y él le respondía en español, ella estaba asombrada y no entendía cómo era posible eso. Él lo aprendió solamente viendo vídeos. Es un niño muy metódico, hace lo mismo exactamente todos los días, se sienta en su banquito y le da una flor a la maestra. Hoy en día va a una escuela regular que tiene un aula en particular para la atención de niños con necesidades especiales. Las maestras lo quieren demasiado, este año escolar se ganó dos reconocimientos de honor al mérito, por su comportamiento y actitud como es tan cariñoso y extrovertido. Las maestras le asignan actividades particulares y él las ayuda mucho. Ha sido de verdad algo que nos ha sorprendido grandemente”.

            “A Juancito le  encanta bailar, cantar, tocar instrumentos, tiene muy buen oído musical y muchísimas virtudes. A mí ahorita hasta se me olvida que tiene Síndrome de Down, ya ni me acuerdo de eso, lo veo como a cualquier otro de mis hijos, idéntico, tremendo, hace travesuras y se esconde. Hoy día habla mucho, explica muchas cosas, a veces no le entendemos muy bien porque está hablando entre inglés y español, se ha adaptado mucho. Es muy respetuoso, cariñoso y amoroso. Yo lo veo tan normal, para mí lo es. Me ve fregando y me dice que me quiere ayudar y se pone a ayudarme, dice Juan quiere para ayudar a cargar las compras. Es muy activo, me acuerda muchísimo a Yonathan, mi hijo mayor, le gusta armar y desarmar cosas, le gusta ser cortés. Cuando vamos a salir me pide las llaves, me abre la puerta de la casa, del carro y le gusta tener el control. Juan Carlitos es un líder, cuando lo inscribí aquí, yo me tenía que quedar cerca porque todavía usaba pañal, yo siempre estaba pendiente y lo buscaba temprano. Un día que lo fui a buscar estaban jugando unos niños de 5to grado en la cancha, haciendo una competencia de hula-hula y él me dijo que quería, el profesor se lo permitió y en eso todos los niños se pararon a bailar con él, lo aplaudían y le chocaban 5. Para mí fue una alegría, me llenó de emoción. Él desde los 2 años se pone los zapatos bien, a los 4 años dejó de usar pañales y a los 5 años comenzó a vestirse solo, va al baño y come solo, igual yo estoy pendiente y lo asisto. Para mí representa el milagro más bonito que Dios me dio; uno a veces le pone estereotipos a las persona por cómo son, pero resulta que ellos te enseñan, él nos ha enseñado demasiadas cosas”.

            Juan Carlos, su padre y tocayo, expresa de puño y letra sus sentimientos por su hijito: “inesperadamente Yuli me dijo que estaba embarazada, me asusté como si se tratara de un anuncio mortal, casi se me sale el corazón, no lo podía creer. Todo su embarazo fue normal, pero el médico le decía que el niño iba a ser caroreño, me imagino que por el tamaño de su cabeza. Al nacer lo esperaba con muchas ansias, imagínate tener mi primer hijo varón biológico. Al verlo, no noté nada raro, más bien parecía un boxeador, por como movía sus brazos, pero cuando Yuli llegó a la habitación de la clínica y nos dieron al bebé, la doctora quiso hablar con nosotros en privado y yo me dije algo pasa con el bebé. Nos comunicó la condición de Juancito y Yuli comenzó a llorar, yo traté de ponerme fuerte y darle ánimo. Cuando estuve solo en casa comencé a llorar y a cuestionar a Dios, pero inmediatamente me calmé y le agradecí por su salud y por lo lindo que era. Tiempo después nos comunicaron que tenía problemas en su corazoncito, que debíamos operarlo antes de los 10 meses de lo contrario, su vida sería muy corta; tamaño susto y desesperación. Buscamos todas las formas posibles y al fin logramos operarlo, fue una tarea agotadora y estresante. Cuando lo operaron las horas parecían interminables pero al fin salió bien y pudimos reposar. Su recuperación sorprendió a los doctores y en apenas tres días ya nos lo entregaron; la verdad, yo sabía que Dios nos haría ese gran milagro. De ahí en adelante comenzó una historia de alegrías, sorpresas y ternura. Mi hijo estaba creciendo y llenando los corazones de todos de alegría y mucho cariño. Hoy día doy gracias a Dios todopoderoso por traerme este hermoso niño, talentoso, despierto, inteligente, amoroso, y el que siento que será mi compañero hasta el último de mis días. Amo a mi niño con toda el alma”.

            Almary, su hermana, recuerda que cuando nació ella lo vio y sintió que era diferente, que ha sido una experiencia demasiado bella porque es como tener un niño por siempre. “Ahorita que viajé a visitarlos, compartí con él me llené de muchísimo amor. Es un niño muy inteligente, es increíble lo pila que es, es bien portadito y educado. Es amoroso, demasiado inventor y extrovertido, saca unas cosas que te matan de risa. Su inocencia da mucha ternura. Cuando estaba chiquito me gustaba mucho estar con él y verlo, decían cosas como que tal vez él iba a ser un niño así o de tal manera u otra, ahora que lo veo grande es totalmente diferente. Ahorita me di cuenta que es travieso, tremendo, demasiado pícaro y me asombra que ahora habla demasiado, más que todo en inglés, súper rápido ha agarrado el idioma. Es peleón, le gusta buscarte pelea así como por sacarte un juego. Le encanta el hombre araña, cada vez que lo ve se pone loquito y a correr. Es muy ocurrente y ahora anda con dos palabritas que nos matan de risa cuando nos dice algo y termina “sie” y “oda” debe ser de tanto que lo escucha. Le encanta el pollo, cada vez que tiene hambre dice “dame pollo”. A mí me hace sentir muy feliz y dichosa que esté con nosotros, que sea parte de nuestra familia, pues siempre tendremos esa inocencia y ternura junto a nosotros. Es muy lindo mi gordito, inspira mucha paz, esa tranquilidad total cuando él te mira, él se da cuenta cuando uno está afligido y te abraza. Es un niño muy de sentir y de corazón, tengo demasiados recuerdos con él cuando estaba pequeño. Lo que más recuerdo de Juan Carlitos es su sonrisa y sus ojitos, no sé si les pasa que te preguntan por alguien y te viene una imagen a la cabeza.  A mí me dicen Juan Carlitos e imagino su sonrisa así inocente y llena de picardía y esos ojitos muy tiernos, muy lindos.”

            Gabriela, su hermana, dice que está lleno de virtudes, es sumamente inteligente, perceptivo, empático y un poco malcriado. “Es un niño pequeño pero con un corazón enorme. Lo cuidé, en conjunto con mi papá y Carly, cuando Yuli, forzada por la situación país, tuvo que irse a Miami. En ese tiempo, había días en los que estuve triste y él se acostaba conmigo a abrazarme y decirme que me amaba. Perdí la cuenta de las veces al día que me decía «aby agua», que estaba encima de mí, así como de las veces que andaba odiosito y no me quería ni ver. Lo amo, tiene uno de los lugares más especiales de mi corazón, atesoro cada momento vivido. En ese tiempo, solo 3 meses, aprendió a ir al baño a hacer pipí, al principio fue difícil, estar pendiente y llevarlo, pelear con él cuando no quería acercarse a la poceta y ya al final él mismo me decía o iba solito. Juan es fantástico y escapista, un par de veces se iba de la casa sin permiso y nos daba esos sustos de muerte. Lastimosamente en ese tiempo que estuvimos juntos ocurrieron los apagones nacionales, pasaba la noche en vela para que no lo picaran los zancudos porque se quejaba mucho, me partía el corazón. Le hacía falta su mamá, por eso aunque la despedida fue dura, me alegra saber que está con Yuli que es una madre ejemplar. Recuerdo que antes de que se fuera le dije «chiqui no te olvides de mí» y él me dijo «Shi» no sé si lo entendió o no, pero siempre se roba los teléfonos de Yuli para “videollamarme” y eso me llena el corazón, muchas veces no entiendo lo que me cuenta, pero adoro el final de las llamadas cuando dice «bye ailoviu». Lo extraño muchísimo y espero verlo pronto para volver a ver sus payasadas, sus ocurrencias, su amor incondicional”.

            “Juan aprende rápido, se aprendió los animales y sabía que la vecina de en frente le colocaba alcohol en las rodillas por una vez que se cayó. Le gusta mucho ver televisión y bañarse en piscinas, la playa también le gusta. Peleaba con mi papá por el control remoto y una que otra noche que mi papá lo apagaba se iba a mi cuarto a ver sus comiquitas; más que los juguetes le gustaban las ollas o los utensilios de cocina. Es fuerte, puede lanzar una pelota a larga distancia. Es sumamente colaborador, si te ve limpiando o lavando platos quiere ayudarte, si ve a mi papá arreglando algo él también quiere, le gusta sentirse útil y que lo feliciten. Recuerdo que todas las mañanas yo ponía música y él se sabía todas las canciones. Es un excelente bailarín y un compañero perfecto. Odia cortarse el cabello, las pataletas y el llanto cuando hay que cortárselo son estruendosos. Le gusta mucho el pollo y las caraotas, le gusta jugar en el parque, es un niño muy travieso, muchas veces desobediente y llorón si lo regañas, como cualquier niño. Juan es el más pequeño de mis hermanos pero es el que me ha enseñado las lecciones más grandes, me enseñó a tener paciencia, me enseñó amor puro y sincero. Me enseñó del perdón, porque las molestias se le pasan rápidamente como si nunca lo hubieses ofendido o herido. Juan Carlitos o chiqui como yo le digo es de las cosas más bonitas que me han podido suceder, doy gracias a Dios cada día por su vida. Gracias a Yuli y a mi papá por traerlo al mundo”.

            Carla otra de sus hermanas refiere estos sentimientos por él: “creo que Juan fue todo una caja de sorpresas. Una de las cosas que me ha caracterizado es que tengo cierta afinidad con los niños, siempre tengo a un niño pegado a mí. Juan pertenece al número 6 de mis hermanos contando a Almary y a Yonathan, quienes también lo son. Cuando nació estábamos llenos de emoción, pues al fin mi papá iba a tener su primer varón, después de nacido nos dieron la grandiosa noticia de que Juan tenía un cromosoma más. Puede decirse que fue duro, pero en mi interior yo sentía otro tipo de sentimiento porque siempre me han parecido niños que he querido conocer, de hecho siempre quise estudiar educación especial y Dios me regaló a mi muñeco de carne y hueso. Puedo dar fe de que la conexión entre Juan y yo era mágica, su forma de mirarme me derretía de amor y cada vez que nos veíamos su emoción y la mía era otra cosa. Indiscutiblemente ese niño nos cambió la vida, puedo describirlo con muchas palabras pero para mí son UNIÓN y AMOR. El amor lo mueve todo y Juan es muchísimo amor, cualquiera que lo ve y conoce le roba el corazón, su talento para llevar el ritmo, bailar y alegrarte la vida lo hace auténtico. Atravesamos un período duro cuando lo ingresaron por una operación riesgosa a corazón abierto y nos demostró que él tiene una capacidad de salir adelante porque está hecho de mucha fortaleza. Aunque hora llevo más de 4 años que no puedo verlo, abrazarlo y mimarlo como siempre lo hacía espero en el tiempo de Dios que pronto, muy pronto esto acabe. Él sabe, su corazón lo sabe, que lo amo que me encanta su vida en la mía y que aunque esté tan pequeño nunca nos deja de sorprender y enseñarnos, mi alma y la suya siempre estarán unidas y nuestra conexión va más allá de todo”.

            Yonathan su único hermano varón comparte sus sentimientos con cariño hacia su hermanito: “Siento que Juan Carlitos cambió mi vida, cuando nació no entendía nada, estaba un poco joven, pero él me motivó a apoyar un poco más a mis padres, como a colaborar y a ayudarles. El bebé se ha desarrollado mucho, ha sido excelente en sus clases, le han dados honores, todos los profesores dicen que es muy inteligente. Para mí es como cualquier otra persona, de hecho yo he hablado con él, en muchas ocasiones hemos tenido conversaciones como que él me dice cosas, yo se las respondo. Ya está aprendiendo inglés, algo que me sorprende, él está pequeño pero lo que la gente dice él lo entiende y lo aprende. Para mí es una persona totalmente normal, es un niño como yo lo fui, como lo fuimos todos. Los quiero mucho a él, a mi mamá y a Juan Carlos, a quién siempre lo quise como mi papá, me he sentido súper bien con todos pero la verdad es que después de que me vine de Venezuela no he estado tan cerca de ellos, quizás, pero seguimos estando juntos, yo sé que todos nos apoyamos y estamos ahí él uno para el otro siempre”.

            Carlymar, otra de sus hermanas, dice que es tremendo y la  mejor persona que conoce. “Él es tan inteligente, tan tierno y un poco inocente porque en serio es tremendo (risas). Es mi confidente, el mejor amigo que pude tener nunca y también el mejor hermano. Es gracioso y simplemente único. Uno de los momentos más lindos es cuando él y yo estamos en el parque y le estoy haciendo el avióncito, verlo ahí sonriendo y divirtiéndose, le da luz a mi vida y una sensación de paz. Las peleas que tenemos es porque él es, hasta es más rebelde que yo y se supone que yo soy la adolescente no él (risas). Si algo que aprendí es que las cosas se hacen como él las diga y punto porque es más terco ese chiqui, se parece a mí y creo que por eso peleamos tanto, a decir verdad me gusta molestarlo y echarle broma  porque le colmo la paciencia y es muy gracioso. Jugar con él es muy lindo porque una sonrisa como la suya no se encuentra en cualquier lado. ¡Lo amo demasiado y hace que mi vida tenga más color! Le agradezco a Dios por tener un hermano como él, espero verlo crecer, ser feliz, aprender de sus errores,  prosperar y  ver como cada vez más se hace una mejor persona , más de lo que ya es para mí”.

            María Fernanda, su otra hermanita, escribe: “¿qué pienso de Juancito? pienso que Juancito es un niño muy inteligente, muy creativo y muy amoroso con sus seres queridos. Es un niño que te pone feliz cuando no lo estás y siempre pero siempre será un niño amado en nuestra familia. ¿Qué hacía con Juancito? Bueno jugábamos mucho, saltábamos, bailábamos, jugábamos en el parque y a ser superhéroes”.

            Es evidente el amor, la alegría y la magia que Juan Carlitos representa para sí mismo y para su familia. Para mí ha sido muy emotivo recopilar todos estos sentimientos, emociones, anécdotas y felicidad, pues así lo resumo tras percibir lo que emana a los demás. El no llorar en el proceso fue un reto que no pude superar, su historia me movió mucho, cada fibra de mi corazón. Juan Carlitos es mi primito, el más pequeño de los 17 nietos de la familia Castillo Vielma y me gusta pensar que entonces Dios bendijo inmensamente la cimiente de mi abuela Isabel y nos regaló a Juan Carlitos para cerrar con broche de oro. Mi niño amado es un sol resplandeciente que ilumina todo a su alrededor, te calienta el corazón y alienta el crecimiento de tu espíritu. No lo he tenido tan cerca cómo me habría gustado; por razones que no vienen al caso, todos estamos regados por aquí y por allá. Añoro su compañía como la de toda mi familia, a quienes amo y extraño cada día.

             Somos primos pero hay una gran brecha de edad, igual eso no nos ha impedido disfrutarnos y querernos a nuestra manera. Recuerdo en particular una vez que lo cuidé en mi casa, le hice una sesión de fotos y se las pasé a mi tía. Él tiene el cabello lisito y en ese momento no era tan largo, como su corte de honguito habitual, que le queda precioso, tenía como una especie de copete pues su pelito tan lisito le quedaba paradito, era una preciosidad para coronar tan belleza. También recuerdo un cumpleaños de él, en ese entonces mi tía vivía en Caracas y pudimos compartirlo. Le llevé un juguete para armar y desarmar, se puso contento, jugamos un rato y se divirtió mucho. Recuerdo además que le dije para tomarnos fotos, yo asiduamente empleo las fotos para inmortalizar recuerdos que capaz en ese momentos no logramos tasar su valía. Vio a la cámara, sacó la lengua, lanzó besitos, y todo, estaba babeada de amor. Todos coinciden en su inocencia como uno de sus mayores atributos y yo debo declarar que me da mucha esperanza ese nivel espiritual que mantendrá de por vida. Se imaginan tener un corazón como el suyo, bueno, casto y puro, además valiente y fuerte para resistir los embates de la vida como él superó aquella operación a temprana edad. ¡Sería grandioso! El mundo necesita más corazones así. Gracias a mi amada tía Yuli, a Juan Carlos, Almary, Gabriela, Carla, Yonathan, Carlymar y María Fernanda por darle voz a las vivencias de su amado Juancito. Gracias de todo corazón a ti, por dejarnos conocerte y por la alegría que nos da saberte un niño extraordinario por siempre. ¡Te amamos Juatalito!

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