
Viajamos a Brasil, en junio del 2016. Empecé a disfrutar desde que estaba en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, conversando con mi familia quienes me acompañaban. También con una señora muy agradable, a quien conocimos en la fila para chequearnos, ya había ido a Brasil y nos comentaba que su gente era tan agradable como lo es el venezolano.
Llegamos primero a Sao Paulo, los lugareños fueron muy amables con nosotros. Luego nos trasladamos hasta Río de Janeiro, allí nos quedamos en unos apartamentos en Copacabana, estaban cerca de las más populares playas: como Ipanema y Leblon. Nos organizamos, distribuimos los cuartos, y nos prepararnos para las diferentes actividades qué haríamos.
La visita que más recuerdo fue la del Cristo Redentor, en el Cerro de Corcovado. Ese día nos fuimos bien temprano, pues sabíamos que siempre había mucha gente visitándolo. La cola para comprar los tickets fue bastante larga, pero iniciamos el recorrido, de pronto me percaté que había extraviado mi ticket razón por la cual tuve que solicitar orientación. Inmediatamente mandaron un jeep y la persona que venía manejándolo preguntó mi nombre, le conté que había sucedido y bajamos nuevamente a la oficina donde los venden, para verificar que no lo hubiesen utilizado, lamentablemente ya lo habían usado así que tuve que comprarlo de nuevo. Entre tanto, mis compañeros de viaje esperaban por mí para disfrutar el recorrido.
Para subir había varias opciones: escaleras mecánicas o de asfalto, también ascensores. Yo escogí la escalinata tradicional para caminar y conocer mejor. Ya arriba comenzamos a disfrutar el recorrido y el paisaje. El lugar es muy bonito, el clima muy agradable, la panorámica es preciosa. Al llegar donde estaba la estatua del Cristo como tal, observé que era muy alta y comenzamos a tomarnos fotos, desde distintos ángulos, tratando de retratar lo mejor posible la icónica efigie. Desde allí se visualizaba toda la ciudad en una grandiosa toma 360.
Con el incidente de extraviar mi ticket, llamó poderosamente mi atención la forma en que el personal se movió rápidamente para resolver mi situación. Recuerdo su gentileza al atenderme a pesar que había mucha gente, atendieron mi solicitud pronta y eficazmente. La visita al Cristo Redentor dejó muchas imágenes hermosas en mi memoria y gratos recuerdos en mi corazón, que serán imborrables.
Otro punto que visitamos fue el grandioso estadio “Maracaná”. Lo recorrimos todo, nos sentamos en sus gradas, amarillas, las recuerdo. Nos tomamos fotos en el predio, los pasillos y en el campo, recuerdo la verde grama. Paseamos por los camerinos de los jugadores, ahí vimos una galería con las camisas de los mejores futbolistas y equipos brasileros. Todo era muy colorido. Allí también nos tomamos fotos, a pesar de haber ido un día en que no había juego, fue muy emocionante y vibrante estar en ese reconocido complejo deportivo. Recuerdo que la entrada para estudiantes salía a mitad de precio si presentabas el carnet, aunque dude de tenerlo, lo conseguí en mi cartera. Así que a esa emoción se sumó la alegría de un descuento, que a nadie le viene mal, sobre todo porque en el paseo anterior me tocó pagar doble al haber extraviado el ticket de entrada al Corcovado.
Tuvimos la oportunidad de ir a Copacabana, una de las playas más cotizadas de Río. Recorrimos el boulevard que la bordea, un colorido y variado mercadito. Habían muchos vendedores de artículos propios para el turista: bufandas, vasos, platos, llaveros, mini estatuas del Cristo Redentor. Todos con imágenes emblemáticas, la bandera de Brasil, lugares de interés. Estando allí compramos unos lindos trajes de baño para sumergirnos en el mar, también unas bufandas estampadas con ondas en blanco y negro que reflejan el borde de la caminería de Copacabana, uno de los emblemas más conocidos de Río.
Las mujeres nos estrenamos nuestros trajes de baño y fuimos preparadas para bañarnos, noté que la playa no estaba muy concurrida. No sabía por qué, como estábamos turisteando desconocíamos cuales días eran de mayor afluencia pero ya íbamos a saber, al menos una razón por la cual había poca gente. Nos adentrarnos a la playa y apenas tocamos el agua, estaba muy, muy fría, todavía así avanzamos un poco más, pero ¡qué va! Estaba helada, quizás no fuimos en la mejor época. Brasil aunque es conocido como un país tropical, tiene temporada de invierno y justamente inicia en junio. Igual nos tomamos fotos como si hubiésemos pasado todo el día metidas en el agua, posamos y listo. Y así vivimos nuestro corto día de playa.
En esta experiencia maravillosa de conocer Brasil, salíamos en las noches a comer en restaurantes típicos y una de esas fuimos a uno donde nos comimos una rica langosta. También disfrutamos otras comidas que no recuerdo ahora el nombre, pero eran muy buenas, comimos mucho la verdad. Además, nos tomamos nuestros días de compras, caminamos y entramos en muchas tiendas. Hubo algunas que por su aspecto de una vez sabías que no ibas a comprar, tenían precios muy costosos, en esas entrabamos y con la misma salíamos. En otras sí compramos, blusas, pantalones y otras cositas más.
Recuerdo un sitio como un mercado donde probamos unas exóticas frutas, no recuerdo el nombre de la zona, pero sí lo ricas que eran las frutas, que allí nos dieron a probar, propias de la región y muy deliciosas. También caminamos por Arcos de Lapa, en ese recorrido llegamos a unas escaleras muy llamativas por su colorido, había mucho arte de lado a lado. Subimos a lo más alto que pudimos para tomarnos fotos en la famosa Escalera de Selarón. Cuando bajamos y nos tomamos un café bien caliente, para espantar el frío que también nos acompañó ese día.
No podíamos dejar de conocer el metro de la ciudad y nos trasladamos por sus estaciones. Me acuerdo de una tenía algo que ver con gallo, yo y que pico e´gallo, pero cuando lo busqué para asegurarme, se llamaba Cantalago. También me acuerdo de una llamada Uruguaiana. Me encantó, durante el traslado de estación en estación, era agradable el ambiente dentro del tren. Aparte de anunciar el nombre de la estación donde nos encontrábamos, me pareció curioso un tablero de luces que encendían con el color de cada parada que recorríamos.
Entre nuestros planes de conocer lugares en Brasil nos quedó pendiente ir a la playa de Ipanema, nos comentaban que era muy buena. También, queríamos ir a Pan de Azúcar y no pudimos, por dos razones: el día que determinamos ir estaba muy nublado y nos habían recomendado ir un día soleado para disfrutar la vista, luego por razones de tiempo. Ese que siempre te falta cuando viajas y disfrutas el recorrido.
Fue maravillosa la experiencia en este viaje porque es interesante conocer nuevos lugares, su gente, su comida y sus costumbres. Este tipo de vivencias nos abre la mente y aumenta las expectativas en la vida, imagina cuántos sitios existen y podemos visitar, aunque nuestro país Venezuela es hermoso y tiene mucho por darnos turísticamente hablando, no está de más conocer otros países. Siempre que podamos deberíamos viajar pues aprendemos cosas nuevas, disfrutamos en familia y vivimos momentos gratos que quedan en nuestra memoria para siempre como mi viaje a Brasil, más que una aventura.