Jetzabe: Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá»

           Jetzabe Vielma no tuvo segundo nombre, a estas alturas es complicado saber la razón por la cual fue bautizada Jetzabe, una variación de Jezabel, nombre bíblico de origen hebreo cuya significación sería juramento de Dios. Ese nominativo es equivalente a Isabel, como fue llamada mayormente, onomástico de grandes mujeres de la historia mundial, tal genialidad no dista en absoluto de la concepción familiar de una mujer grandiosa. Dama agraciada, de rasgos firmes, cejas pobladas y un cabello infinitamente lacio. Su fe en Dios transversalizaba todos los ejes de su existencia. Guerrera de oración, pastora, fundadora de iglesias, misionera y evangelizadora. Mujer virtuosa. Amante de la familia y el compartir con hijos y nietos. Muy dada a la gente y con vocación de servicio. Como buena andina hacía las hallacas con el guiso crudo. Disfrutaba el buen vestir y perfumarse. Indiscutiblemente disfrutaba las alabanzas en la voz de Jesús Adrián Romero. El café, fiel compañero de sus días, a todos le ofrecía, fue su cariñoso convite. Era afanada por el orden, la pulcritud y la limpieza. Telefoneaba frecuentemente a sus seres queridos. Hablaba con muchos refranes, el más recordado sería: “quien quieto está y guerra busca que se chupe su charramandusca”. Sus convicciones las expresaba notoriamente y con claridad. Jamás consintió al régimen que perjudicó a Venezuela y hasta el último día intercedió por la libertad de su amada nación. Hoy se cumplen 3 años de su partida terrenal, espiritualmente permanece en nuestros corazones. Trasciende las barreras del sepulcro, el tiempo y el olvido, permanece intacta, amada y honrada en el corazón de sus 6 hijos y sus 17 nietos. Sirva este escrito como un homenaje al pilar de nuestra familia, nuestro recuerdo y memoria. A esa esencia, esa voz de nuestra conciencia. A la mamá, a la abuela, a la suegra, a la mujer, a la señora Isabel.

             Palpita en el corazón de sus hijos, quienes la cuentan a continuación de mayor a menor:

            Carlos Alberto la recuerda como una mujer trabajadora, juiciosa, muy aseada y de oración. “Gustaba de congregarse y ayudar a la gente. Siempre iba con ella a cobrar la pensión y después a almorzar. De niño me trajo a Caracas, pagó tres puestos en un carro donde viajamos Tico, ella y yo. El recuerdo más marcado que tengo con ella en mi infancia, es de cuando se fue a Caracas y nos dejó con el abuelo a Tico y a mí, eso fue un tiempo que no recuerdo exactamente cuánto duró pero me pareció una eternidad. Estaba en la plaza de Jají con la ropa de trabajo del campo, botas de cauchos, sin medias y bien sudao´. Voy caminando triste, tenía muchas ganas de ver a mamá, Tico lloraba mucho y eso me daba tristeza, no hallaba como tranquilizarlo. Cuando levanto la vista y la veo en la plaza, salí corriendo, le di un abrazo y me puse a llorar, le dije que no me dejara más, que me quería ir con ella. Me enseñó el trabajo honesto, la responsabilidad, el compromiso, el amor hacía los hijos, son muchas cosas las que aprendí de ella. Si me pudiera leer le diría que la amo y que haber estado con ella durante todo tanto tiempo fue una gran bendición”.

            Zulay Coromoto narra que a su mamita le gustaba arreglarse las cejas, las uñas y hacerse limpieza de cutis, es de los recuerdos más bonitos que guarda el ver como se ponía bella. “Me gustaba mucho verla haciendo eso, su cara se tornaba preciosa y brillante. Los fines de semana, cuando no salía a trabajar, limpiaba todo profundamente, movía los muebles y cambiaba todo de lugar. Siempre nos mandaba a la iglesia los domingos y cuando llegábamos teníamos sopa, nos hacía hervido y gallina rellena. Era de orar, interceder y leer la biblia. De joven le gustaba mucho usar pantalones, en ese entonces decía que no iba a la iglesia porque no quería dejar de usarlos. Con mamá aprendí a ser una madre excelente, luchadora por sus hijos, a ser intercesora y mantener en oración a mis hijos. Me educó para ser noble, dadivosa, trabajadora y emprendedora. En mi niñez, cuando nos mudamos de Mérida hacia Guanare, vivíamos en una casa grande con un tremendo patio, la recuerdo allí a ella. Cuando yo tendría como 4años, ella estaba sentadita en la cocina comiéndose algo frito, siempre en las mañana se tomaba su café, sentadita y como pensando. En la noche nos acostumbró a pedirle la bendición, respondía: ¡Dios lo bendiga! Después le decíamos que duerma bien y ella contestaba: ¡Usted también! Si pudiera escucharme le daría las gracias por sus oraciones, por haber intercedido tanto por sus hijos, gracias a eso la familia está protegida por la gracia de Dios, hemos sido bendecidos y prósperos. Gracias a su clamor Alejandro está bien, ella lo amaba y oraba por él, me dijo siempre que iba a superar todo esto. Manuel es muy cariñoso porque ella lo amaba mucho. Gracias a sus oraciones Adriana, María Isabella y yo estamos bien”.

            Héctor Jesús la rememora como una persona maravillosa, luchadora y muy persistente en todo. “Siempre dio lo mejor de ella en favor de sus hijos. Le gustaba mucho compartir en familia, adoraba estar con sus hijos. También le gustaba mucho estar arreglada, oler bien, usar perfumes y mantenía muy buena apariencia física. De ella aprendí la honestidad, la perseverancia, el luchar por lo que quiero, son virtudes que adquirí no solo porque me las enseñó, sino que aprendí de su ejemplo. Una frase que decía a menudo “¿Tranquilo? ¡Tranquilos están los muertos!” para referirse a que uno no debería quedarse estancado ante las adversidades. Si me pudiera leer le dijera: cuan maravillosa fue, que siempre extraño sus llamadas, sus caricias aun después de adulto, le diría ¡Gracias! por haber hecho de sus hijos personas de bien, ejemplares ya que eso nos ha llevado a ser ejemplo para nuestros hijos también y ellos para nuestros nietos así lo serán. Le pediría  la bendición”.

            Francisco Javier la añora como lo que era,  una mujer con principios y valores sólidos: transparente, sincera, honesta, luchadora,  leal, fiel y amorosa. “Además fue una mujer que resistió mucho, por la falta de recursos y la ansiedad con  la que luchó durante toda su vida. Siempre sacrificada por el bienestar de sus 6 hijos y las personas que la rodeaban. Su carácter, muy fuerte. La alegraban: ver bien a sus hijos en todos los aspectos de la vida, la comunión con Dios, compartir con los hermanos de la iglesia, el arroz con leche y los perros calientes. Fue contra-revolucionaria y anti-chavista hasta las medias. Era de orar, leer la palabra y libros que la edificarán en el aspecto cristiano. Me inculcó ser honesto y fiel a mis ideas, amar a Dios y al prójimo, no mentir, trabajar fuerte y muchas cosas más. De pequeño son demasiados recuerdos, nos cuidaba y estaba pendiente de todos.  Si me leyera, diría: te amo con todas las fuerzas y el aliento que Dios me da. ¡Gracias por tanto mamá!”.

            Jesús Eduardo la conserva en sus recuerdos como una gran luchadora, fuerte, noble y cariñosa. “De un carácter recio y decidida, daría la vida por sus hijos si fuese necesario.  Me gustaba mucho su determinación y carácter, también lo determinada que era. Todo lo que sé hoy en día, lleva su marca, fue el estandarte de mis principios cristianos y conservador republicano. De niño me acuerdo cuando me llevaba al médico y que cuando no podía dormir, me consolaba. Una frase que siempre decía: hijo eres y padre seréis. Conforme seas así lo veréis.  ¿Qué le dirías si pudiera leerte? Bendición mamá, te extraño un mundo”.

            Maryuri Concepción afirma que hablar y pensar en su mamá es todavía una tarea difícil. “A pesar de que ya pasaron 3 años, el solo acordarme de su rostro me trae muchos recuerdos. Siento que no estoy en capacidad de hablar profundamente sobre el tema, lo hago porque es para este relato. A mamá no le gustaba hablar mucho de su pasado, decía muy poco, quizás no me quería mostrar el lado triste de su vida. Tuvo que pasar muchas necesidades cuando se mudó a Caracas, no sé por qué pero siempre lo recuerdo, tal vez uno debe recordar a las personas desde el principio de lo que eran y lo que llegaron a ser después. Sé poco de esos relatos, pero entiendo, fue una mujer muy luchadora, de la nada pudo sacar adelante a sus hijos, brindarles y enseñarles todo. De vivir en la extrema pobreza en un barrio, lograr trabajar, reunir, construir una casa y poder alimentarlos. Para mí es muy importante, allí se ve lo que era y lo que terminó siendo. En la primera casa que tuvimos en Las Piñas yo tenía como 2 años, dormía en una cuna junto a la cama donde ella dormía con Lalo, un día tuve una pesadilla y me pasó para su cama, desde entonces y hasta los 14 años, dormí con ella. Cuando mis hermanos iban a visitar a papá, prefería quedarme, no encontraba como dormir si no era con ella. Después la vida cambió, ellos se casaron, después me casé yo. Te digo de verdad, mamá pasó muchas cosas, primero su situación sentimental con papá, luego estaban sus hijos, tenía que trabajar, siempre se esforzó mucho por los otros y creo que no tuvo esa oportunidad de ser feliz ella, como mujer, como persona. Después crecimos, como siempre las mamás, cargan las tristezas por las cosas que no les salen muy bien a los hijos, fue un largo camino. Creo que por eso su carácter era así, esa figura fuerte, nos corregía, quería sobreprotegernos y amarnos. Le tocó un rol muy duro. Así la veo y la recuerdo”.

            “De mamá aprendí todo lo que soy, desde adolescente tuve una conexión espiritual con ella, como que sentía lo que su corazón pasaba en los momentos de tribulación. Deseaba ser profesional, tener mi hogar y mis hijos estables, poder darle a ella, comprarle una casa, yo sé que era su sueño. Cuando te casas la vida no es lo mismo, tienes responsabilidades, en ese tiempo quizá hubo un distanciamiento entre nosotras. Tenía muchas frases, son dichos que hoy día digo como decía mamá. Para mí, imagino que igual para mis hermanos, cuando profundizo en este tema es inevitable que aflore la tristeza y el dolor. El 24 de julio del año que murió tuve un sueño de que ella había fallecido, todo ese día lloré y llamé a Lalo porque presentí la su desesperación por venir a despedir a mamá. Desde ese día sentía en mi corazón gran vacío y tristeza. Comencé a ir todos los días a su casa, comprarle comida para que cocinara o cocinaba yo y le llevaba. En ese tiempo se le hincharon los pies, me la llevé  a la casa para atendérselos, pero no se quería estar  tanto en casa de los hijos, así que estuvo 3 días. Jugaba con Juancito y se tiraba en el piso como una niña, pudo disfrutar de él, su último nieto. Empecé a preocuparme muchísimo más, ella murió un mes después, el 25 de agosto, todo ese mes no aguantaba el profundo vacío en mi corazón. No entiendo por qué Dios me permitió haber soñado eso. La última vez que se enfermó, la hospitalizaron, muy poco me quedaba en las noches con ella, porque tenía que llevar a los niños a la escuela, pero ese día le dije a Juan que se encargará, necesitaba quedarme con mamá. Le dije a Zulay, no te quedes tú, yo me quiero quedar. Mamá siempre nos llamaba y nos decía pórtate bien y uno ocupado le decía ay mamita ahorita te llamo. Entendí que a veces lo hacía porque buscaba con quien desahogarse, quizá no siempre le prestábamos esa atención. Esa noche me quedé escuchándola, me habló de todas sus preocupaciones y de tres hijos: Zulay, Coco y Lalo. En ese momento ya la mente como que se le iba un poco, me acosté en esa camita,  mis ojos no se apartaban de ella, habló mucho, mucho, se durmió como a las 12 y al día siguiente la dieron de alta. La llevé a casa, le dejé una sopa, al día siguiente íbamos a viajar. Me llamaba a cada ratito aunque su mente ya estaba divagando, le respondí todas las llamadas. Fue como una oportunidad que Dios me dio para disfrutarla, me decía que quería hablar conmigo y que yo era muy talentosa. Quizás no estoy preparada para que la gente pueda escuchar con alegría lo que mamá era para mí, lloro cada vez que hablo de ella, cuando veo sus fotos, estoy en un proceso de sanación todavía. Quizá cuando pase este luto que llevo en mi corazón, quizá pueda verla de una manera distinta”.

            Permanece en la memoria de sus nietos, del más grande al más pequeño:

            Adriana: “uno de los mayores privilegios que la vida me ha dado es tener a Jetzabe como abuela, porque siento que en todas las cosas que hacemos, en algún comportamiento que tenemos tanto sus hijos como sus nietos ella aún está ahí pues. El mayor recuerdo que tengo de ella es estar viajando juntas a Caracas, a buscar ropa, comida y donaciones para la gente de Agua Blanca. La recuerdo allá caminando kilómetros con una soberana pepa de sol, aquel calor infernal y calles de tierra que cuando caminabas se levantaba el polvo. Solamente el amor que emanaba en su corazón hacia la humanidad podía hacerla resistir todas esas tempestades y llevarles siempre bendiciones a esas personas. Siento que su mayor legado que me pudo haber dejado es ese, ayudar a nuestros seres queridos y a nuestros allegados, a todos los que nos rodean. Infinitamente voy a estar agradecida de haber pasado mi niñez cerca de ella, haberle comido tantos pollos sudados, tanto arroz con leche y gallinas rellenas. Si de verdad tengo un ejemplo de amor y de servicio es de ella. Es inevitable no llorar al recordarla. No sé cómo harás para escribir todo esto, sé que más de uno de nosotros se va a quebrantar, fue un ser maravilloso. Fue luz, a pesar de todo lo que vivió en su pasado, echó adelante a sus hijos aunque le tocó sola, pudo lidiar con todo eso y seguir adelante. Es el mayor ejemplo de amor y de que sí se puede. Le doy gracias a Dios por haber compartido tantos años juntas, haber aprendido tantas cosas y haber estado con ella en sus últimos meses. Dios me dio la oportunidad de cuidarla, de estar ahí cerca, verla hacerse una niña otra vez. Agradezco que María la conoció y la va a recordar siempre con mucho amor y respeto. A veces veo el mundo de ahora tan golpeado, a Venezuela que ha llevado tantos golpes y le doy gracias a Dios que ya no esté aquí viendo tantas cosas, porque sé que hubiese sufrido mucho. Una de las cosas que más anhelaba era ver a Venezuela libre, todo esto que está pasando ella misma lo decía, yo pensaba mi abuelita si tiene vainas, pero no tenía toda la razón. Para mí quedó súper marcado escuchar música cristiana, todas esas cosas me acuerdan mucho a ella, muchísimo. Es un tema bien difícil, siento que ella murió y todo quedó en silencio. Todo comenzó a caminar diferente, todo es tan distinto, pero nos toca cambiar, evolucionar, hemos crecido bastante. Sé que estaría orgullosa de ver la niña que se está volviendo María, haber salido de Acarigua, siempre me decía hasta que usted no salga de Acarigua usted no va a crecer y fue así. Yo sé que estaría feliz de verme aquí, de verte a ti, de vernos a todos así haciendo nuestra vida de bonita manera, a pesar de que nos toca estar lejos. Estaría feliz de ver cómo se hacen los altares familiares, que mi mamá está asistiendo, que mis tíos tienen a Dios como lo principal, ver que hemos alcanzado muchas metas y de todo lo bueno que no está pasando”.

            Rosmery: “refunfuñona pero bochinchera. Al final, pasábamos mucho tiempo juntas, hablando, riéndonos, me quedaba con ella y hablábamos hasta tarde. Siempre tomaba café, no vivía sin eso. Los saquitos encima del vestido y perfumes, le encantaban, se ponía siempre pero no recuerdo si había uno en especial. Como abuela era forma pleitos (risas) Creo que la mejor relación, así de complicidad, la tuvimos en sus últimos años de vida. Estoy segura que entonces me quiso mucho. Antes era una vaina loca conmigo (más risas). Siempre decía que suerte pa’ la desgracia. Le diría nos faltó tiempo, vieja. ¡Se estaba poniendo bueno!”.

            Gabriela: “guerrera, es mi primera palabra para describirla. La recuerdo como una columna, una mujer sin miedos, entregada a Dios y a su familia. Recuerdo su amor y su peculiar terquedad (risas). Era de leer la palabra y de oración a toda hora. Le gustaba el café, la ropa linda y ayudar a las demás personas, en especial a su familia. Era una mujer de Dios, de excelentes consejos y palabras, inquebrantable ante su fe y ante su familia. Una luchadora y sin duda fue una gran bendición en nuestras vidas. Recuerdo varias frase pero una era quedase quieto o quieta “Grabiela” o el nombre de cualquiera de sus nietos. Le doy las gracias por tantas hermosas vivencias, me siento orgullosa de ella, lo hizo muy bien. Lo que más le agradezco es q formó hijos buenos, como resultado son buenos padres. Nos formó en sabiduría y temor del Señor, para mí es lo mejor que pudo haber hecho por nosotros”.

            Manuel: “fue una persona con un gran ímpetu. Insistente, fuerte, luchadora y sobre todo con convicción de lo que realmente sentía. Muchas veces capaz de sacrificar hasta una sonrisa, por las convicciones que tenia de que es lo justo, lo real y lo que para ella significaba cómo se deben hacer las cosas, no lo modificaba por nada. Fue un gran ejemplo. A mí que me gusta cocinar, siempre recuerdo que le gustaba la comida, sus platanitos verdes así sancochao´s, pollito sudao´, cochino triste. Le gustaba el café siempre, ir a la iglesia y que nosotros también fuéramos eso es verídico. Como abuela me consentía, para mí siempre fue única, mi otra abuela vivía en Portugal pues, con ella fue que viví lo que era una abuela, para mí fue de lo mejor. Me entendía a pesar de que muchos de los comportamientos que podía tener no eran adecuados para lo consideraba correcto, igual terminaba entendiéndome, es algo que le agradeceré por siempre, a pesar de su postura y su manera cuadrada, vamos a decirlo así por la edad, siempre para mis ideas tenía un espacio para abrirse y tratar de comprenderme. Cuando me contaba algo de mis tíos, yo le decía pero esto es así y asao´, me aceptaba la explicación y se quedaba escuchándome. Siempre, aunque parecía terquita cuando hablaba conmigo la sentía dispuesta a aprender. Siempre decía: “el señor reprenda al diablo”, que suerte pa´la desgracia, esa la dicen hasta mis amigos porque yo la digo mucho por joder (risas). Recuerdo cuando me decía el chiripero o cuando me decía ¿qué le pasa al niño? ¡Está grosero! ¿Por qué está grosero? Porque se siente mal. Creo que era un comercial o algo así, siempre me decía eso cuando vivía en Bella Vista y después en Agua Blanca. Simplemente lo resumo en darle las gracias, de pronto decirle que no soy un ciudadano ejemplo pero los valores creo que es lo más importante que le pueden enseñar a uno, por esa parte puede estar tranquila porque soy un hombre de principios y eso es gracias a la hermosa familia que ella pudo crear, mantener y ayudar. Pude aprender mucho de ella, es gran parte de lo que soy hoy”.

            Daniel: “creo que no compartí el suficiente tiempo con mi abuela como me hubiese gustado, pero cada momento fue especial cuando la veía. Conmigo siempre fue amable a pesar de su carácter, recuerdo que mi último año viviendo en Venezuela tuve la oportunidad de quedarme con ella varias noches para hacerle compañía y siempre me decía que le pusiera las alabanzas de Jesús Adrián Romero. Creo que era como una fan enamorada porque soñaba con ir a uno de sus conciertos. Siempre estará en mi corazón y le agradezco cada noche de oración por toda la familia. La primera película que me hizo llorar fue coco, porque se estrenó justo después de que falleciera. Hay una escena en la que la abuela le pide que le cante las canciones de su artista favorito, en ese instante reviví la imagen de mi abuela pidiéndome a mí las canciones de Jesús Adrián”.

            Abraham: “pensar en mi abuela me pone melancólico. A mi abuelita la recuerdo echada para adelante, era una persona que a pesar del temor, se paraba de frente a las situaciones. Crio a la mayoría de sus hijos sola y creo que lo hizo bien, mi papa es excelente, mis tíos son increíbles y mis primos también. Tener a mi abuela como raíz de la crianza fue muy esencial para llegar a ser quien soy hoy en día. Además su trabajo de abuela lo hizo mucho mejor de lo que yo esperaba, me mostraba el lado bonito de las cosas a pesar de que estuvieran pasando cosas feas, podían haber muchas noticias negativas, creo que asumía un punto neutro y era muy positiva. Muy cariñosa y amable, a pesar de que le gustaba guardar distancia y que no le gustaban los apapachos, también le gustaban los apapachos (risas). Se preocupaba por todos, ahora lo puedo entender mejor, el hecho de que una persona se aparte de las cosas que le gusta hacer y pida por la vida, salud y economía de cada uno de los miembros de su familia es un símbolo de mucho amor. Oraba por cada uno de nosotros todos los días, por muchas horas y todo el tiempo, eso es hermoso. Las personas que no tienen quien ore por ellas no viven igual, el Señor se glorificaba a través de ella para bendecir a todo su alrededor, hizo muy bien ese trabajo como una líder espiritual. Excelente compañera, podíamos hablar por horas y me encantaba, yo lo disfrutaba. Salir con ella era agradable, a todo el mundo le caía en gracia, todo el mundo tenía que ver con ella y la conocía. Todo era la señora Isabel. Cuando alguien tiene esas capacidades, cualidades y se comporta de una manera tan independiente, a uno le gusta estar con esa persona ahí pegado. Recuerdo un par de ocasiones en que se sentía sola aunque vivía con nosotros, me parecía raro pero con el tiempo entendí que la mayoría de los seres humanos pasamos por esas situación de la soledad. Después de vivir con mi abuelo no sé cuántos años y después ya no está, siempre vas a sentir un huequito ahí. Igual creo que mi abuela lidió muy bien con eso de ser una persona mayor y estar sola, además de la situación país.  Era muy especial, hacía saber su opinión y te la explicaba, quizás no todo el tiempo con palabras dulces. El trato era diferente como nietos, creo que no tuvo algo así como nieto favorito, si lo hubiese tenido sería yo (risas) pero si te decía y me consta que nos decía usted es el que o más quiero, creo que lo hacía para hacernos sentir especial. Uno decía mi abuela me lo dijo a mí pero entonces a todos nos lo dijo, jugaba con eso muy bien para hacer sentir grandes y eso en parte ayuda al autoestima. Fue constante en los caminos del Señor, una de las cosas que me gustaría es decirle que lo hizo bien, que me enseñó bien, lo que más me gusta es tener a Jesús a mi lado. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, después de que falleció tomamos eso más en cuenta, eso que era importante para ella, ahora lo es para nosotros también. Estoy muy contento por haber sido su nieto. Era abnegada, fuerte, valiente y amorosa, como tenía un carácter fuerte también era mansa y muy amable.  De sus frases la mejor es ¡Calle la jeta! (risas).  Le sonaba bonito, en nadie más suena igual. La mantengo en mi corazón”.

            Almary: “protectora es una palabra con la que puedo definir a mi abuela. Muy preocupada por su familia. En mi historia siempre estuvo, pendiente de mi hermano y de mí, cuidándonos. Todo el tiempo orando e inculcándonos el amor y el temor a Dios. Le gustaba cuando le llevaba pollo de Valparaíso y hacía un pollo en salsa exquisito. Siempre me ponía una canción de Jesús Adrián Romero a su esposa, y me decía cuando te cases que sea con un hombre que te ame así como él a ella. Siempre me preguntaba cuando le iba a dar un nieto, lamentablemente ella y mi gordito no se pudieron conocer, cuando mi abuela murió yo tenía unas semanas de embarazo apenas. Como abuela aunque se molestaba era alcahueta. Cuando era pequeña, siempre que la veía me lavaba el cabello. Siempre nos quería comprar algo, ropa o lo que sea. Una vez nos compró teléfonos a mí y a mi hermano, justamente mi mamá, nos había comprado el mismo para diciembre, se armó un problema que íbamos a hacer con dos teléfonos y quería que usáramos el que ella nos dio. De las frases que decía me acuerdo de: “ese o esa sirve pa´3 cosas pa´na, pa´na´y pa´na´(risas) También cría cuervos y te sacaran los ojos o decía usch y volteaba la boca. Si pudiese leerme, primero le agradecería por todas las cosas bonitas que me sembró y el bonito recuerdo que dejó en mi vida. Por cuidarme en la niñez, enseñarme a amar a los demás, que la extraño mucho y que me dolió su muerte”.

            “A pesar de todo siempre pedía que Dios se la llevara antes de ver cosas peores de las que se estaban viviendo. Así actúa Dios, para nosotros fue un dolor despedirla y fuerte como se fue, pero para ella tal vez era lo mejor. Ahora mucha familia está afuera, ella no quería irse, estaría allá solita y triste. Le daría gracias por orar y preocuparse por mí, por todas las veces que me escuchó, aunque era tan malhumorada a veces, con ella pude conversar cosas que no podría con nadie más. Me ayudó mucho a resolver dudas y cosas que sentía en mi corazón, a pesar de la distancia, siempre estuvo para nosotros. Aunque peleáramos, siempre podía volver a ella. Algo muy importante fue una vez que le dije que sentía una tristeza en mi corazón, ella me habló y oró por mí, pude entender lo que estaba sintiendo, así pude superarlo. Cuando mi papá murió yo estaba deprimida, tenía un sueño recurrente con ella, se me aparecía y me decía que iba a morir, eso fue uno o dos años antes de su partida, me dijo algo así como que todos vamos a morir, que debía superarlo, a partir de eso pude superar la muerte de mi papá y estar tranquila. Todas las oraciones que hacía por nosotros, aunque no habláramos todos los días, siempre estaba presente y uno lo sabía. Le agradezco por los valores que le dio a mi mamá, a mis tíos y a mí, el amor hacia Dios que de pequeños nos sembró y ahora de grandes nos sostiene. Mi abuela en Agua Blanca me enseñó el amor hacia los demás, a sensibilizarme con las personas que están mal, que no pueden tener ciertas cosas y que uno le puede regalar momentos, sonrisas y bienestar así sea por un día. Eso se lo agradezco mucho, marcó mi vida, mi deseo por ayudar a las personas necesitadas lo inculcó ella y se mantiene vivo”. 

            Yonathan: “mi abuelita Isabel, ¿cómo no acordarme de ella? A veces me reservó los lindos recuerdos, sé lo que hizo por mí, por mi vida y por la vida de los míos. La recuerdo como la única persona que estuvo constantemente allí pendiente de mí. De niño siempre me llevó a la iglesia, hoy con la edad que tengo agradezco mucho a Dios haber colocado a Isabel en mi vida. Gracias a ella, lo conozco y el temor que tengo de Dios es debido a lo que me enseñó. Quizás si  no la hubiese tenido llevándome a la iglesia, que me enseñara el evangelio y me inculcara tantas cosas bonitas, todo lo que ella hizo por mí, no sé qué sería hoy día de mi vida. Tal vez sería como todos los hombres, sin temor de Dios y sin valores. Después de 20 años recuerdo todas las enseñanzas que mi abuela me dio. Su partida fue dura, la verdad no me lo esperaba, ni me lo imaginaba, sin embargo ella siempre me habló que estaba preparada para ese momento, en que ya no estuviese aquí. Decía que no debíamos temer mal alguno, simplemente es Dios quien decide por su vida y la de todos nosotros. La verdad tengo muchísimos momentos en que me gustaría verla y estar con ella, pero Dios quiso que las cosas sucedieran de esta manera y sé que más allá de todo, sus oraciones enviaban ángeles a nuestro alrededor. Fue una segunda mamá, a veces sentí que yo fui como un hijo más para ella. Nada más recordarla y hablarla me trae muchos sentimientos”.

            Alejandro: de sus nietos más jóvenes, está cubierto por su bendición y su oración. Cuando él nació, vivían en el vivero, todavía no se habían mudado a Los Mangos, su mamá se iba a Agua Blanca y siempre su abuela Isabel la ayudaba a cuidarlo. Alejandro le gustaba mucho que su abuelita orara por él, le ponía la cabeza para que impusiera las manos y le decía oré por mí. Ella siempre oraba por él, asegurando que iba a seguir adelante, iba a superar todas las cosas y que su mamá estuviera tranquila porque él estaba bajo la promesa de Dios. Sabemos que Ale la lleva siempre con amor en su corazón y no dudamos que la petición de su abuela alcanzará la bendición en su vida ahora y siempre.

            Abel: “muchas veces me quedaba con ella donde mi tío Coco, cuando vivía allá, me mandaba a que la ayudara a ponerle en la computadora las canciones de Jesús Adrián Romero, así como las predicas y alabanzas. Era un momento muy bonito que compartíamos, fue de los últimos días antes de venirme aquí. A pesar de ser muy inmaduro en la fe, podía sentir a Dios realmente estando en ese lugar, mi alma sentía paz, era inexplicable porque no llegaba a sentirme así en ningún otro lado. Cuando era pequeño pensaba que tenía algo en mi contra, a medida que fui creciendo la fui conociendo más, su carácter que era fuerte pero muy noble al mismo tiempo”.

            Javier David: “mi abuela fue alguien que tenía mucho carácter, mucha fe y también mucho humor, cuando había que tenerlo. Recuerdo que le gustaban las canciones cristianas, de un cantante que ahora mismo no puedo recordar, pero le gustaban tanto que yo ya me las sabía de memoria de lo mucho que las ponía. Era bastante buena conmigo, no éramos tan cercanos porque cuando falleció yo aún estaba pequeño y no era tan abierto pero siempre me hacía sentir mejor. Si pudiese ver esto me gustaría que supiera que quiero hacerle caso a las últimas palabras que me dijo, que la extraño y le doy gracias por estar ahí”.

            Carlymar: “la recuerdo muy graciosa. Bien pequeña le tenía miedo porque me echaba broma con su plancha, jugaba a asustarme con eso. Era muy cariñosa conmigo y me quería hacer reír. Podía ser viejita y todo pero era fuerte, realmente era muy  fuerte, me ganaba en fuercita (risas). Cuando vi que me ganó me deprimí (risas). Era muy linda, me gustaría ser algún día ese tipo de mujer, obviamente quiero ser yo misma, pero es alguien a quien admiro y tengo en valor, por ser buena persona. Le gustaba ponerse vestidos para ir a la iglesia y andar con el cabello recogido. Sinceramente me hubiese gustado bastante haberle preguntado cuales eran sus sueños o qué quería ser de joven, sería interesante saber qué le gustaba. Mi abuela era una mujer interesante. Ella decía muchos refranes y cuando se molestaba decía: ¡usch! Cuando se ponía brava me daba demasiada risa, como gracia de que ya sabía que así era mi abuela ¿sabes? Le diría que me habría gustado muchísimo tenerla a mi lado en este momento de mi vida, saber más de ella, de lo que quería y aprender de ella, las cosas de Dios. Al fin y al cabo uno saca su propia opinión pero saber más de lo que supe cuando era niña, tenerla ya de grande, siendo adolescente, así la hubiese recordado mejor. El día que dieron la noticia que murió, de verdad sentí que me abrazaba, en este momento sé que era Dios. Sé que está en el cielo porque fue tan buena mujer y fiel a Dios, sé que está allá y soy muy feliz por eso. En ese momento sentí que alguien me abrazaba, que me decía que ella ya tenía paz. De verdad creo que era una persona genial y sabía cómo levantarme el ánimo. La amo mucho, la quiero, ahora que soy joven, sé que me graduaré y lograré mis sueños extrañaré sus consejos de abuelita. Siempre la recordaré como una mujer fantástica”. 

            Mario: “la recuerdo como una abuela muy buena que cuidaba muy bien de sus nietos y que los amaba a cada uno de ellos. Le gustaban mucho escuchar a Jesús Adrián Romero todas las noches. Y si pudiera leer esto le diría que quisiera estar con ella de nuevo que la amo mucho y que la extraño mucho”.

            Sus nueras y yerno también la cuentan con cariño y simpatía:

            América: “era una mujer  de oración, determinada y muy pendiente de que todo en su familia marchara de la mejor manera, siempre aconsejando.  A veces se amotinaba,  cuando no le hacían caso. Recuerdo en especial que le gustaba la Yoka de piña y siempre que podía  le llevaba una. Le gustaba ayudar a la familia cuando veía que necesitaban algo, lo conseguía y  se lo daba. También ayudaba a las personas  y  se relacionaba mucho con ellos más allá de la fe, era de hablar, saber cómo estaban, en que situación vivían y le preocupaba la gente como persona. Como suegra al principio me inspiraba miedo, pero al irme relacionando con ella descubrí  que detrás  de esa mujer como brava, había mucha nobleza, se convirtió en una madre para mí y aún en medio de conflictos me apoyaba, me aconsejaba y sentía empatía ante los problemas de uno. Estuvo muy pendiente de mis hijas cuando eran pequeñas  aunque parecía que era bravucona, cuidaba que siempre estuvieran bien y eso se le agradece mucho. Cuando me pedía que la acompañará a cobrar la pensión siempre buscaba una manera de bendecirlo a uno. Fue un amor y una bendición en nuestras vidas”.

            Yelitza: “la recuerdo como una mujer integra, intercesora y celosa de las cosas de Dios. Demasiado preocupada y abnegada por sus hijos aunque todos ya eran adultos. Una mujer incansable en el aseo y la pulcritud de la casa. Le gustaba leerle la biblia a todo el que llegara a su hogar. Le gustaba la música de Jesús Adrián Romero y la compartía conmigo cuando la visitaba, tener la casa impecable y limpia, reunir a la familia y que todos compartieramos. Ayudar a las demás personas la hacía feliz. Como suegra era muy estricta y celosa con sus hijos, cuando algo no le gustaba era bastante dura. Para mí fue difícil al principio porque era muy regia, pero a lo largo de 27 años que pude disfrutarla, me demostró cariño, comprensión y sus buenos consejos nunca faltaron. Siempre decía: “tache quieto y sabrás que yo soy Jehová” De verdad la extraño mucho y sobre todo como hacen falta sus intercesiones por cada uno de nosotros. Si pudiera le daría gracias por aceptarme y dejarme amar a su hijo. La amo, la extraño y me hacen falta sus consejos y oraciones”.  

            Elis: “a mi suegra la recuerdo con mucho amor. Viví con ella 15 años, ambas compaginamos bien, pocas veces nos molestamos y fue por tonterías, a mí  me gustaba porque cuando era así hasta me volteaba los ojos (risas). Ella siempre me pedía que la ayudara con sus pastillas, me decía que yo era la única cuerda ahí, así que no le iba a dar lo que no era. Frases de ella en este momento no recuerdo pero sí sé que decía muchos refranes. Dígame cuando yo la regañaba en la casa porque no comía y luego me la encontraba en la esquina comiéndose un perrito caliente, así le decía ella, le encantaba comer en la calle, lo disfrutaba mucho. Con Marito, así lo llamaba, fue súper protectora y consentidora. Cuando nos mudamos para acá, estaba muy triste porque nos veníamos y la dejábamos”.

            Juan Carlos: “la Señora Jetzabe Vielma fue una de las personas más emblemáticas que he conocido, una mujer fuerte y de mucha rectitud. A mi manera de ver es la mujer que como modelo a seguir, sería la ideal por varias razones; el respeto a su esposo trascendió la vida de él y se mantuvo firme y fiel. Recuerdo haberla visto tan efusiva limpiando su tumba que me pareció una forma muy de ella de expresarle su amor, aquel día fue impresionante para mí, pues jamás había visto tal forma genuina de expresión, respeto y cariño, aunque con palabras no la había escuchado. El amor por sus hijos era expresado por una preocupación y un cuidado muy especial, tal era la forma que, creo, los cuidaba como a unos niños a pesar de que todos estaban hechos unos adultos y con familias establecidas. A mí en particular, me tocó un pedacito de ese cariño, que me mantuvo tranquilo y seguro en Caracas. Cuando vivimos allá, me hacía saber que ella estaba allí y que su preocupación materna y de abuela también sería mía y de mis hijos. Su pensamiento, siempre basado en la biblia, profería palabras de sabiduría que hacían reflexionar al más “pintao”. Me encantaba conversar con ella, la verdad se me parece muchísimo a mi esposa, Yuli. Ella era de verdad auténtica e inmejorable. Si pudiera leer estas líneas le diría que hizo un excelente trabajo con sus hijos, nietos y conmigo, que dejó una hermosa huella en toda persona que la conoció porque fue una mujer única y un ser humano excepcional”.

            Ahora vengo yo, su segunda nieta, la primera hija de su hijo mayor. A mí que  me quedó pendiente escribir de ella mientras vivía. Al redactar su reseña, a ratos me imaginaba qué respondería a mis innumerables preguntas, ahora se me ocurren tantas, trato de replicar su voz, de repasar su rostro, cada lunar, cada arruga y esa mirada de fortaleza que tenía. A veces siento que se me olvida y me da pesar, no quiero que se marche del todo, me cuesta trabajo pensar que ya no está. Esta es mi forma de mantenerla presente, así como en sus cumpleaños y en la conmemoración de su partida, un día como hoy hace tres años ya, quisiera que permanezca entre nosotros un poco más, si se quiere para siempre, mujeres como ella son imposibles de olvidar. Decía constantemente: por la verdad murió Cristo. De niña no me la hizo fácil, me resultaba regañona y molesta en ocasiones. Vivió en ese tiempo un evangelio muy tradicional, me alegra saber ahora que todo lo que me corregía era motivado a lo mucho que yo le importaba. Cuando le decía cosas de mí a mi papá, me enojaba, siempre la encaré y le dije claramente lo que no me parecía, creo que así lo aprendí de ella misma. Conforme fui creciendo, comencé a entenderla y sé que ella también a mí. Creo que cambió su visión de muchas cosas, manteniendo su fe intacta, una guerrera del Señor y de oración. Siempre era un placer ver Globovisión juntas y hablar del desgobierno en Venezuela, que tragedia el último que le tocó. Lloramos juntas cuando todo esto inició, ella presentía lo que se venía y yo entendía que tenía razón. Se marchó con la esperanza en una Venezuela mejor, esa que también albergo yo, a raíz de la convicción que me transmitió, desde el día 1, eso no nos convenía, pero bueno, nos tocó.

            Con mi abuela y sus cosas siempre hubo chistes internos y familiares. Una vez terminado de subir unas largas escaleras me dijo, pues confundió la palabra, me siento así cómo exótica. Me dio risa y le pregunto abuela ¿cómo es eso? Así como cuando uno está muy fatigado, ahí entendí que se refería a estar exhausta. Siempre se lo recordaba y nos reíamos. Una vez para decirme que yo era superdotada me dijo súperadoptada, eso, fue un chalequeo permanente de mis tíos. No siempre entendí sus formas pero ahora comprendo y valoro sus motivos. Varias veces la acompañé a cobrar la pensión y disfrutamos de la buena charla. No sé quién hablaba más de las dos. Conversamos sobre temas de mujeres que me gustaría contarles pero también me deleita dejarlos con la intriga (risas). Me dijo que para una mujer era mejor casarse con un hombre que estuviera más enamorado de ella, que al contrario. Dios sabe cuánto agradezco contarla entre mis buenas amigas de vida.

            Al final de sus días nos convocó, nos unió. Para su medicación, unos llamaban, otros la buscaban, otros la pagaban, otros se las organizaban pero todo el mundo se avocó. Siempre fue el punto de común acuerdo entre todos. Reunirnos para compartir con ella, festejar sus cumpleaños, hacer hallacas, hervidos, estar en familia por cualquier razón. Me alegra saber que al final fuimos amigas, tuvimos confidencias, intercambios de historias de amor y me aconsejó. Un café era su constante invitación, olía a café y a perfume, olía a ella misma no sé explicarlo de otro modo, ojalá pudiera pero es un olor que aflora de forma espontánea y frecuente en mi mente. Recuerdo que le gustaba el perfume Obsession de Calvin Klein, mi papá siempre que viajaba se lo llevaba. A mí me resultaba un tanto fuerte de entrada, pero la verdad es que en la interacción con su pH natural se suavizaba, con los años se volvió uno de mis aromas favoritos en la vida. Esa fragancia a mi abuelita.

            Extraño sus llamadas para saber qué estaba haciendo o para preguntarme si sabía dónde estaba mi papá y por qué no le contestaba el teléfono. También cuando se le disparaba una llamada sin querer, y yo pensando que me estaba repicando la volvía a llamar, no me contestaba y al rato me llamaba otra vez, diciendo que fui yo quien le repicó. Siempre me causaba risa, agradezco ese gracioso intercambio, suma minutos de charla con ella. Cuando iba a visitarla, me pedía, cómo a todos, que le pusiera himnos cristianos. Añoro cuando no encontraba sus lentes y los tenía en la cabeza. Cuando me decía,  dejando aflorar ese tono andino que no perdió del todo, “¿Quiere cafecito?” Su café cerrero y caliente, casi siempre me quemaba la lengua, sin duda la temperatura ahora no sería un problema, si fuese un café de ella. A veces dormía con ella cuando me tocaba cuidarla, me levantaba dispuesta a hacerle el desayuno y resulta que ella ya había montado las arepas. Mucho antes de su partida éramos buenas amigas. Cuando tuve moto me preguntó que si no me daba miedo, respondí no y la invité a dar una vuelta, me dijo que un día capaz se montaba conmigo. Quisiera que lo hubiese hecho, pero no pasó. ¡Nos quedó pendiente! Extraño como se empeñaba en algo y lo lograba, sus vestidos y zapatos bonitos, de abuelita, sus manos, su cabello, para mí el cabello más hermoso que mujer alguna haya podido tener. La encuentro a menudo. La hallo en mis ganas de vivir, de luchar, en mi ímpetu, en mis ganas de controlar todo y siempre tener la razón, en mi necesidad de ayudar a los demás, en mi cabello y en mis manos. Sobre todo la encuentro siempre, en la sonrisa de mi papá.

            Sé que todas estas personas y todas estas palabras no han sido suficientes para relatar toda una vida, todo aquello que fue y todo el grandioso legado que deja Isabel Vielma, pero es una magnifica muestra, aunque apenas un botón. Agradezco a corazón abierto a todos, mis padres, mi hermana, mis tíos y mis primos por compartir sus emociones, sentimientos, su visión y su versión de la historia con ella. Gracias por ser una réplica de su voz, sin ustedes no habría sido posible. Vivamos pues como digno herederos de una reina, eso fue. Siempre la escuché decir con esperanza yo y mi casa serviremos a Jehová. Concretemos la proeza de hacer su sueño realidad. ¡Los amo y los bendigo!

13 comentarios en “Jetzabe: Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá»”

  1. A veces quisiera poder llamar y que ella me contestara con sueño gritos porque no escuchaba bien, pero cuando te sentabas con ella todo lo entendía perfectamente, me encantaría escucharla otra vez y pedirle consejos como a veces lo hacia.. Te Amo viejita y te amaré siempre ♥️

  2. leí con la voz de cada uno de los que escribió aquí y recordé muchas cualidades de mi abuela, como los refranes que tanto nos divertían a todos. Espero que ella se haya ido siendo consiente de que dejó una descendencia de pura gente valiente, que salió adelante, con historias que darían para escribir libros, muchas historias alegres y otras tristes pero que sin duda serían contadas con mucho humor y añoranza.

    personalmente estoy orgulloso de todos! Los amo familia. Y comparto todo el amor por nuestra Isabel, que siempre vivirá en nuestros corazones!!

  3. Mi vida cambio totalmente desde que te fuiste Mamita, ahora solo quiero seguir tus consejos y ser como tu, gracias por tu infinito amor para mi, y siento que no estoy sola, tu recuerdo me acompaña siempre…
    te amo mamita y mi mayor consuelo es saber que Dios te recibió en sus brazos con orgullo y no temo morir, porque sé que voy a estar ahí junto a ti mi amor ?

  4. No se qie me gustó más, si el relato y conocer como cada uno de nosotros ve y siente a mi abuela, o tu forma de escribir. Gracias por que me has ayudado a conocer más a mi familia y a ver cuanto me parezco a los Castillo. El Exito es tuyo mi Roys?

  5. Que bonita historia real, que hermosa mamá y abuela que tuvieon, y como dice la palabra de Dios, sus obras continuaran con ella a través de cada ser amado.❤

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