Lo esencial de la felicidad por Andrea Vielma

             Cuando hablamos de felicidad se nos vienen tantas cosas a la cabeza, tantas, que muchas veces, no sabemos qué decir con referencia al tema, nos quedamos mudos e incluso dudamos de lo que creíamos hasta ese momento, es la felicidad.

            Conozco la historia de Elisa, una chica de 17 años. Nacida en una ciudad rodeada de imponentes montañas y un clima primaveral, fue criada en un lugar que era todo lo contrario a esto,  caluroso y árido, totalmente fuera de su agrado. Después de  haberse graduado de la secundaria, independiente y decidida, se fue a vivir a su localidad, donde nació. 

            Su recorrido por la naturaleza comenzaría un día, cuando un amigo muy cercano la llevó de paseo a 4.173 msnm de altura, por lo que en su primer día no lograría subir sino un par de metros. Tiempo más adelante descubriría su amor por la naturaleza, una tras otra subida, una tras otra ida a la montaña, la llevaría a descubrir su gran potencial.

            Sumergida entre el amplio cielo, grandes senderos verdes, ríos corriendo, silencio, aire, nada más que ver a su alrededor que vida; había decidido superar sus límites una vez más. Para su buena fortuna, contaba con una familia numerosa que compartían sus mismos sentimientos. Así fue, como se determinaron a concretar una cumbre, Pan de azúcar se llama a 4,680 m. de altura. Manifiesta su coraje y fortaleza a través del desafío; cada vez que iban ascendiendo, la naturaleza se iba imponiendo, así como su deseo por hacer la cumbre. Un ascenso increíble, lleno de misticismo y conexión, hace que descubra lo esencial de la felicidad, era estar ahí en ese preciso instante, rodeada de pureza, libertad y vida.

            Danza con el sonido del aire corriendo por todos lados, el rio que canta con el  chocar de las piedras, un cielo que se convierte en techo y muchos más senderos que recorrer y obstáculos que superar, sería lo que la enseñaría a tener fortaleza y coraje para continuar conociendo,  con la esperanza y el deseo de descubrir todos esos picos. Al concretar esa subida gritaría ¡CUMBRE! A todo pulmón. Una vez más se descubrió llena de plenitud que se convertiría en felicidad absoluta, si, esa felicidad que no depende de nada ni de nadie para sentirla. Esa felicidad que se manifiesta con el solo hecho de estar vivo. Y descubre que esos picos no solo están en las montañas, también los podía ver en la vida diaria.

            Impregnada de estos sentimientos, lleva a una amiga de tierras áridas a conocer, siendo algo nuevo para ella, se ve reflejada en su amiga, tiempo atrás. La diferencia era que Anabel, su compañera, tenía una personalidad muy particular, celebraba hasta el más pequeño logro de su vida, lo cual parecía un poco extraño, o por lo menos para Elisa era así. En su primera visita Anabel y Elisa habían comenzado ascender con el propósito de llegar hasta un  punto que suponía para ese momento un gran reto para Anabel, siendo que iba por primera vez. En ese entonces a pocos metros de haber subido, deciden hacer una pausa y descansar; con gran euforia y alegría Anabel comienza a celebrar como si ya hubiesen llegado, y realmente estaban muy cerca de donde comenzaron. Justo en ese momento venían pasando un grupo de chicos que se veían, ya eran unos veteranos en el asunto. Así que Elisa muy apenada la manda a ser más discreta. Anabel no entendía nada, pero le hizo caso.

            Siguieron ascendiendo, y como toda montaña que demanda sus condiciones físicas, estaban subiendo de a poco. Muy conmocionadas por la experiencia, Elisa logra transmitirle a su amiga lo que ella sentía al subir y lo que había sido capaz de descubrir a través de esta experiencia. ¡Qué bonito! de eso se trata también, expandir tu vida a través de  compartir tus vivencias con el propósito de que otra persona sea feliz. Y así fue, Elisa se convertiría en una gran compañía para Anabel quien la ayudaría a seguir descubriéndose a sí misma, como ella lo venía haciendo. Tiempo más adelante y ya mucho mas sagaz en el tema, un día iban subiendo y se detienen en ese lugar donde Anabel, comenzando, ya estaba celebrando, juntas sueltan unas carcajadas de solo acordarse de la euforia y celebración de Anabel, ambas riéndose por la vergüenza con los chicos todos guapos y veteranos que habían presenciado ese momento.

            Elisa tiene un bebé a quien lleva a conocerla desde muy pequeña. Desde los ocho meses de nacida, Chloe visitaba la montaña con frecuencia, cuando ya caminaba emprendía rutas cortas con su mamá, siempre con el mismo espíritu de búsqueda y desafío que Elisa. Un día Elisa decide subir sola con Chloe aún muy pequeña, un tiempo perfecto para generar un vinculo muy fuerte de madre e hija; en realidad hay muchas formas de crear vínculos maternales, pero este era especial para Elisa; transmitiéndole lo esencial de la felicidad de ella para su hija, Chloe crecería con un espíritu genuino, lleno de pureza, libertad y con la capacidad de sentir amor por todo lo que tuviese vida. A los 5 años de vida de Chloe, por situaciones externas a su alcance, deciden emprender un viaje a otro país, lejos de las montañas, un viaje que no sabían cuánto duraría.

            Por ahora, solo le quedan esos hermosos recuerdos y esa sensación de estar ahí. Compartiendo juntas una vez más esa experiencia y seguir transmitiéndola. Mientras, su espíritu se sigue fortaleciendo a través de estas vivencias, siendo que en la vida a veces se nos presentan algunas dificultades. Elisa relaciona esto como las dificultades que se le presentaban cuando ascendía, el no darse por vencida y el deseo de concretar su cumbre, es lo que representa el superar los obstáculos de la vida diaria para concretar ese objetivo o meta que vendría siendo la cumbre.

            Sus planes de volver siempre están presentes, y aunque añoran mucho ese momento; disfrutan de las maravillosas oportunidades que tiene en este instante, cada día es un buen momento para sentir esa esencia de la felicidad, el hecho de estar aquí y ahora, estar vivos y sentir un pleno agradecimiento las lleva a conectarse con su gran potencial, ese estado interior que descubrió tiempo atrás y que aún mantiene consigo. ¿Quién diría no? lo que unas montañas pueden hacer, abrir los ojos y el corazón para aceptar la grandeza de quiénes somos y el agradecimiento de estar donde estamos. El deseo de seguir forjándose para expandir su vida y contagiar a los demás.

            Chloe manifiesta que cuando piensa en las montañas siente felicidad, quiere escalar, correr libremente y jugar con un frisbee. Cuando vuelva acampar por 5 días, bañarse en el río, contemplar a las vacas y a los caballos, y cuando sea temporada de nevada, ir al pico y jugar con la nieve.