Cachapas Inesperadas por Alinger Vásquez

Personajes: Alinger, Wilber, Samuel y Dayron.

Año: 2019.

Alinger: el protagonista. Un joven de 18 años que sueña con ser DJ y productor musical, llegar a los más grandes escenarios del mundo y hacer bailar a la gente con su música. Alguien que es considerado por muchos de sus amigos como una persona comprensiva, reflexiva, que sabe escuchar a las personas y que la mayor parte del tiempo, pone los intereses de los demás por encima de los suyos, simplemente para ayudar a sus seres queridos. Un soñador que desea viajar por el mundo, diestro para aprender idiomas, apasionado por la geografía y el tipo de persona que no se queda tranquilo ante lo inquietante del conocimiento.

Wilber: tiene 17 años, alguien que no aparenta su edad, todos dicen que tiene aspecto de una persona de 20, ya a los 15 años tenía barba. Comparte la misma pasión del protagonista por la música, han formado un fuerte vínculo a pesar de no tener tanto tiempo de conocerse, también es bueno para dar consejos pero no para aplicarlos en su vida. Una de sus mayores metas de vida es enorgullecer a su madre.

Dayron: 18 años. Comparte una visión bastante similar de lo que es la vida y sus diferentes situaciones con el protagonista, se conocieron formalmente en una fiesta que dio para el cumpleaños de su mejor amigo Le gusta la lectura, es bastante hábil para bailar, y es el tipo de persona que suele organizar las fiestas en su propia casa. Quiere estudiar Psicología.

Samuel: de 19 años, Un sujeto apasionado por la escritura, autor del libro El Viajero del Alba, es bastante pesado en su humor, a veces no sabe cuándo detenerse pero es una amistad leal. Es mecánico en un taller a tiempo completo. Conoció a Alinger cuándo cursaban secundaria. Le gustan los videojuegos y esto a su vez fortaleció la amistad con el protagonista ya que solían escaparse del liceo de vez en cuando al cyber más cercano para jugar.

Franyer: su edad es 18. Es una persona de pocas palabras, algo tímido, tiene dos pies izquierdos para bailar. La amistad con el protagonista comenzó en 2012 cuándo estudiaron juntos en 6to arado así que es quién tiene más tiempo conociéndolo.

            Cuando comencé a viajar casi 70 kilómetros desde mí lugar de residencia, en la agitada ciudad de Caracas y capital de mí natal Venezuela, hasta un pueblo llamado Nueva Cúa cada dos meses, jamás se me pasó por la cabeza que al regresar de nuevo a casa, tendría uno de los mejores momentos, hasta ese entonces, de mi corta vida, de 18 años de existencia sobre este plano.

            Pero, ¿seguro se estarán preguntando por qué viajaba tan lejos? pues así comienza todo. Pasé ciertos períodos de mí infancia en una localidad llamada Nueva Cúa, en el estado Miranda. La esposa de mí abuelo, mi abuelastra por así decirlo, desde que tenía edad para cortarme el cabello, era ella quien se encargaba de tan complicada tarea. Durante toda mi vida ella había sido mi estilista y la verdad, la única quien ha sabido entender que es lo que quiero para lucir bien, desde mi juicio.

            Después de cumplir 18 años, regresaba una vez más desde aquel sitio olvidado por las autoridades locales, pero que siempre me llenaba de satisfacción visitar porque de allí tengo de los mejores recuerdos de mi infancia. Estaba ya en la estación de Plaza Venezuela y me disponía a tomar la transferencia para la Línea 2. Mientras caminaba iba pensando, bueno este será otro domingo aburrido en el cual terminaré de llegar a mi casa, me acostaré en mi cama y pensaré qué hacer durante la semana que se avecina. Pero de repente del otro lado de la estación vi a Samuel caminando en compañía de Franyer, Wilber y Dayron. De pronto me gritaron desde el otro andén y fui con emoción a su encuentro, tenía tiempo sin ver y reunirme con mis buenos amigos, con los cuáles había formado buenas relaciones en el pasado y han sido de esas amistades de las cuáles agradeces haber conocido. Les pregunto qué hacían todos reunidos y dice Wilber: “Salí con Samuel para acompañarlo a comprar un Vaper (cigarrillo electrónico) y posteriormente nos encontramos en el camino a Franyer y a Dayron como si de una coincidencia se tratase”. Se dirigían a la estación Los Jardines a encontrarse con la persona que les entregaría el dichoso producto. Me preguntaron si quería acompañarlos y sin pensarlo mucho me fui con ellos, finalmente no tenía nada mejor que hacer que llegar a mí casa a ver el techo. Después de llegar a la estación y retirar el famoso Vaper, alguien de la nada propuso: “¿Y sí vamos a comer cachapas”, yo asentí con la cabeza y dije que aceptaba sin problema pero Dayron y yo no teníamos mucho dinero en ese momento.

            Samuel se ofreció a pagarlas en agradecimiento por nuestra compañía en su travesía. Llegamos al restaurant en el Centro Comercial El Recreo y comenzamos a charlar y a fumar mientras nos atendían, ordenamos y comenzamos a comer. Samuel pagó una cachapa para cada uno pero claramente nadie iba a llenarse con eso así que Wilber se ofreció a pagar la siguiente ronda. De repente saltaron a la mesa temas de conversación del pasado, como recuerdos de cuándo íbamos al Parque Los Caobos a entrenar en el GYM y algunas de las fiestas que tuvimos. Reímos a carcajadas y nos tomamos algunas fotos para el recuerdo. Finalmente nos dirigimos al metro, Wilber, Dayron y yo bajamos en la estación Artigas y nos despedimos de Samuel, quien se bajaba unas estaciones después. Los tres salimos de la estación y después de despedirnos cada quien tomó rumbo a su casa.

            Después de llegar agotado al apartamento, tomé una ducha y me recosté en la cama esperando quedarme dormido en cualquier momento. Justo entonces se me vino a la mente lo que sucedió, lo que parecía ser otro aburrido domingo la verdad me sorprendió, el hecho de que pudo haber sido un día más pero se convirtió en uno memorable, con buena comida y amigos. Probablemente esta historia para la mayoría de lectores podría parecer algo simple, pero en retrospectiva siempre he sido una persona que aprecia una buena salida, las risas e inclusive el simple hecho de crear recuerdos con las personas que aprecias. Considero que es algo que debemos valorar más, tal vez hoy no tengas la oportunidad de viajar a París y comer en los mejores restaurantes, o tampoco poder si quiera salir en tu propio coche a cualquier sitio, pero son esas cosas sencillas que definitivamente debemos comenzar a valorar, apreciar lo genuino, lo espontáneo que sucede en nuestras vidas. ¡VIVE! una vida que siempre recuerdes querido lector. 

1 comentario en “Cachapas Inesperadas por Alinger Vásquez”

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