Yelitza Magdalena: quisiera que me recordaran como una mujer que tuvo buenas costumbres y valores, como alguien que fue portadora del amor de Dios

Yelitza Magdalena es una dama linda, agradable, delicada y atenta. Siempre sonriente y de trato cordial. Es bajita y de poquito cabello. Esposa, madre, abuela, tía, hija y hermana, en todas esas relaciones se corresponde con entrega y ternura. Para ella la familia es importante por eso procura espacios para compartir. Yelitza, nombre que les gustaba a sus padres, es de origen azteca y se significa «Puerta del cielo», interesante manera de nominar a una persona que valora mucho su fe y su espiritualidad, cristiana y fiel creyente. Magdalena, su abuela paterna, le hereda el segundo nombre. Dice que su primer nombre le gusta y el segundo casi nunca lo menciona. La mayoría de sus conocidos la llaman Yeli. Nació en la Clínica Santa Ana un 19 de septiembre de 1964. Es la mayor de un quinteto de hermanos, todos hijos de Alí Méndez y Ana Isabel Villaparedes, conocida cariñosamente como Isabelita. Generalmente celebra los cumpleaños con su papá quien cumple cerquita de ella, el 17 de septiembre, hacen una torta en conjunto y no puede faltar el quesillo que a ambos les encanta. Uno de sus hobbies es guardar fotos y ordenarlas según el año en que fueron capturadas. Aprovechó la cuarentena para escanear muchas fotografías impresas que tenía y así poder resguardarlas en digital. Disfruta contemplarlas, le parece recobrar momentos lindos en familia, viajes, cumpleaños, incluso de su niñez y su adolescencia a través de las imágenes que conserva. Hoy cumple 56 años, así que tratamos de reseñar un poco de tanta vida, relato que pretende obsequiarle una alegría hoy justamente que es su día.

Yelitza vivió en su casa materna, en Antímano, desde que nació hasta que se casó a los 26 años. “En mi infancia fui muy feliz. Vivíamos en casa de mi abuela materna, todos juntos, tíos y primos, luego cada quien comenzó a construir su casa aparte, pero siempre cerca y juntos. Los domingos después de la escuela dominical mi papá nos llevaba a pasear al teleférico, al parque del este, al Pinar, tengo fotos y recuerdos de eso todavía. Una cosa sencilla pero que se volvió tradición familiar es que mi papá todos los domingos en la noche nos llevaba pollo en brasa, fue así por muchos años, yo me casé, nacieron los muchachos y todavía esa costumbre continuaba. Me llamaba: “Yeli llegó el pollo”. Otro recuerdo que tengo es que mi papá nos llevaba de vacaciones a visitar a su familia en Chivacoa, era  la única temporada del año que pasábamos con la familia de mi papá, así compartíamos, hacíamos parrilladas, comelonas, paseábamos e íbamos a ríos. Era un tiempo muy bonito”.

“También recuerdo que mi mamá me llevaba a la iglesia El Buen Samaritano, desde los 4 años, siempre me gustó estar en la iglesia, formé parte de la sociedad de niños, me gustaba cantar, los debates y los cultos. De joven me integré a la sociedad de jóvenes, viajábamos mucho a congresos y a compartir con otras confraternidades juveniles. En esa etapa compartía con Carlos y América, éramos de la directiva de la sociedad de jóvenes, nosotros y un muchacho que se llamaba Federico Coba. Hacíamos cultos, campañas, subíamos a predicar por todo el barrio. Nos provocaba seguir trabajando porque se veía el fruto, mucha gente se convertía y empezaba a congregarse, fueron tiempos muy hermosos que atesoro en mi corazón”.

Estudia la primaria en el Colegio José Antonio González de El Paraíso y el bachillerato en la Normal Santa Ana. “Allí egresaban como maestras hasta el año anterior en que yo estudié, después pasó a ser un liceo regular y me fui por Humanidades”. Su primer trabajo fue a los 18 años en una fábrica de zapatos llamada Tropicana. “Eso fue porque todas las muchachas de la iglesia nos fuimos a buscar trabajo: Nayibe, Idelma, Yajaira y yo, fuimos a parar toditas allá, que María Suarez nos ayudó a entrar porque ya trabajaba ahí. No duré ni 5 meses, pero fue un tiempo bonito, almorzábamos juntas y después hacíamos un culto, cantábamos y compartíamos. Después me retiré y comencé a hacer el curso de secretariado comercial con América en el Instituto Avance, luego hice uno de computación en la Academia Americana y también hice uno de secretariado ejecutivo en el INCE. Después entré a trabajar  en el DIM, fue mi primer trabajo como secretaria. Cuando trabajaba allí fue que me casé y tuve a Gabriela. Después trabajé 2 años como secretaria en la Gerencia de Ventas de INLACA. Allí fue cuando salí embarazada de Daniel y me retiré porque me quedaba muy lejos. Cuando Danielito cumplió 2 años empecé a trabajar en Ministerio de Salud, donde trabajé hasta 2012, que renuncié para trabajar en la empresa de transporte con Tico”.

Testifica entrañablemente que sus padres fueron los mejores de mundo. “Mi papá sigue protegiéndome como si fuera una niña, todos los días me llama, pendiente de mí, de Gabriela y Daniel, que si hablé con ellos. Muy consentidor y todavía lo es con los nietos y el bisnieto. Siempre está pendiente, es demasiado bello. Me llama, lo llamo yo a él. La llamadita en la noche antes de dormir la espero todos los días y cuando no lo llamo me regañan. Mi mamá era más estricta, si tenía que pedir permiso para salir con Tico, prefería pedírselo a mi papá, pero mi mamá fue una gran mujer que me enseñó el temor de Dios, a ser fuerte y valiente, me decía que no debía pararme por nada. Fue una mujer guerrera y vencedora hasta el final, tantas cosas que fue mi mamá en la iglesia y en la casa. Si no me equivoco duraron 53 años de casados, me acuerdo cuando celebramos su 50 aniversario y fue bonito, fue en la casa, estábamos todos, solo faltaba Dani, que ya se había ido. Mi mamá falleció en abril de 2018, nosotros estábamos en Perú, pude viajar y me esperaron para estar presente en su sepelio. Lo más valioso que me dejó fue sus enseñanzas, sus consejos y su paciencia. Me hizo creer que todas las cosas en Dios tienen solución, que no nos podemos achicopalar sino seguir adelante siempre. Fue una bendición en mi vida”.

Describe con amor a sus hermanos, cardinales en su existencia. “Crecimos juntos, compartimos, estudiábamos y hacíamos todo juntos. Luego me mudé a otros lugares, ellos siguen viviendo allá todos juntos, a veces me siento triste de estar lejos. En casa de mi mamá se celebran todos los cumpleaños, así lo inició ella misma, le hacía su tortica a cada uno, ella se fue pero la tradición no. Siempre nos reunimos allí para cantar el cumpleaños de todos, todos los años. Nuestra relación sigue siendo muy bonita. Con mis hermanas Keyla y Aliannie, somos las 3 para todo, si hay que hacer algo, apoyar a mi papá, para lo quesea estamos las 3. Gerson y Niño ellos siempre comparten conmigo, cuidan a mi papá, están pendiente de él. Entre todos siempre estamos pendientes y unidos. Siempre hemos sido muy cercanos y compartimos todo”.

No se puede relatar en tan pocas líneas toda la grandeza de un amor que supera tres décadas, pero a manera de esbozo nos cuenta sobre Héctor, su esposo, a quien todo el mundo llama Tico. “Tico y yo nos conocimos desde niños, en la iglesia, participábamos juntos en muchas actividades infantiles. Ya más grandecitos comenzamos a compartir más, me gustaba mucho porque siempre era chistoso y me hacía reír, que era muy trabajador, estudiaba y trabajaba, era un muchacho bien esforzado y valiente, trabajó desde niño y me gustaban sus ocurrencias. Duramos 7 años de novios porque queríamos casarnos teniendo la casita más o menos equipadita, para arrancar con una base, él trabajaba por guardias, cuando estaba libre ayudaba en la construcción de la casa al maestro de obra, cargaba los materiales, recogía y colaboraba. Por mi parte vendía Avon, cosas, de todo un poco, me ganaba premios, cuando ya teníamos todo decidimos casarnos, tuvimos nuestras cosas. Cuando nos casamos fue mi sueño realizado, todo sencillo pero muy bonito, tuvimos un cortejo grande, como yo quería, con las damas y los caballeros todos vestidos de blanco, estaba toda la familia de él y la mía, la ceremonia fue en la Iglesia El Buen Samaritano y el festejo en la Quinta Villa Elvira. Hasta ahora seguimos adelante, hemos tenido momentos difíciles, pero fuimos enseñados en el Señor, sabemos que hay que tener paciencia, hubo pruebas pero Dios nos ayudó a superar todas esas etapas con paciencia y con amor. Gracias a Dios eso ya pasó, yo digo que la paciencia y la comprensión son la base para que un matrimonio soporte los tiempos difíciles. También hemos tratado de cambiar la rutina, cambiar de ambiente, pasear, viajar a Mérida, a Acarigua, ir de aquí para allá, a la playa o la piscina, la verdad es que hemos disfrutado mucho. Ahorita con tanto encierro, añoramos eso”.

Héctor es su esposo, amigo y compañero de largo camino, expresa en palabras  breves pero cargadas de amor lo que significa Yelitza en su vida. “Nos conocimos hace muchísimo tiempo en la Iglesia El Buen samaritano, es una buena esposa y una madre dedicada, es una persona maravillosa, muy persistente en las cosas que quiere, ama con todo su corazón a la familia, a veces es un poco sobreprotectora con los hijos y el nieto. Es muy organizada, le encanta coleccionar fotos, pasa tiempo ordenándolas por fecha, motivos, entre otros criterios. Nuestra relación se basa en la armonía, el respeto y el amor siempre”.

Yelitza asegura que ser mamá es la mejor experiencia de todas. “Mis hijos son mi mejor regalo y ahora mi nieto. A Gabriela yo se la pedí al Señor, cuando me casé quería salir embarazada de una vez pero pasaron 8 meses, yo hasta me preocupé y fui al médico pero me dijo que debía ser paciente, hasta que salí embarazada y fue una alegría, imagínate cuando nació, yo soñaba con una niña, veía cosas lindas y decía que eran para ella, me hizo muy feliz cuando supe que vendría. Cuatro años después llegó Daniel, también se lo pedí a Dios porque quería que crecieran cercanos de edad, y que fuese un varón y llegó Daniel, ellos compartieron bien chévere su niñez y fue muy especial. Con Gabi me llevó chévere es con quien más comparto ahora, con Daniel hablo casi todos los días, me hace demasiada falta, quisiera que estuviéramos todos juntos. Espero en Dios que en algún momento podamos compartir todos otra vez. Pero me alegra que mientras estuvimos juntos compartimos muchas experiencias bonitas, paseos, ayudarlos a hacer la tareas, fue como volver a estudiar cuando los ayudaba. Gabi es de temperamento más fuerte, es más decidida y cuando quiere hacer algo lo hace, aunque uno le diga que no. Ella me ha enseñado que tiene determinación y decisión, yo a veces soy muy indecisa, con ella veo que cuando uno quiere hacer algo, si quiere y puede debe hacerlo. Dani es más tranquilo y calladito, pero cuando algo no le gusta o se molesta también es fuerte en ese aspecto. Escucha consejos y es más tranquilo, planifica sus cosas, toma la determinación y hace las cosas. Yo por momentos pensaba que para ser el varón era muy  casero y quieto, pero cuando se fue me enseñó que puede ser fuerte y defenderse solo, es ordenado y responsable, ha sido muy chévere verlo así de verdad. Me ha enseñado a que no tenga miedo y a estar tranquila. Yo les enseñé valores, para mí son muy importantes, ellos han tomado en cuenta eso y me llena de satisfacción”.

Gabriela, su hija mayor, enuncia que su madre le ha brindado mucho amor y cariño. “Siempre ha sido mi mano derecha y mi confidente, me ha protegido y me ha cuidado con un inmenso amor, Recuerdo que mis padres, ambos, han sido amorosos conmigo y con mi hermano. Mi mami me inculcó la palabra de Dios y siempre ha visto por todas mis necesidades. A pesar de que a veces es un poco contradictorio, porque su carácter es como el mío, amo mis momentos a su lado. Mi mamá es muy colaboradora, una mujer emprendedora, es muy atenta y consentidora, un poco llorona, está llena de mucho amor y sensibilidad. Es entregada a su familia y a Dios. Todo lo que hace es en beneficio de nosotros. Hoy en día, nos llevamos bien, cada una tiene su independencia, vivimos por separado pero compartimos bastante. Me ha enseñado a ser una mujer responsable, con buenos valores, a ser leal y apasionada. Es una mamá muy atenta, siempre pendiente de mis tareas, mis colitas, mis juguetes y mi ropa. Es muy cuidadosa de sus hijos. De verdad que mi hermanito y yo somos muy privilegiados, papi y mami construyeron una familia muy unida y feliz”.

Daniel, su hijo menor, afirma que su mamita siempre ha estado en sus recuerdos más importantes. “Amo verla reír y saber que está bien, porque se lo merece. Es amorosa, inteligente y paciente, ahora también es una súper abuela. Los recuerdos más antiguos que tengo son creo que uno en navidad en Antímano cuando me regalaron un carro y mi mamá me explicaba que eso se me lo habían regalado ellos y no Santa Claus, nunca me hicieron creer en esa fantasía. Y bueno, en cada momento de mi vida ha estado, incluso en la distancia porque hablamos todos los días. Cualquier cosa que diga se quedaría corta para expresar cuánto la amo. Viviendo lejos, mis mejores momentos del año son cuando nos encontramos. Deseo que siempre sea feliz y se sienta querida”.

Yelitza cuenta que ser abuela para ella es algo bello. “Después de mis hijos, mi nieto es la experiencia más linda que he tenido. Es él quien nos ha acompañado en esta cuarentena, nos hace reír, nos da cariño, es hermoso de verdad, dice que somos sus mejores amigos. Que Tico es su mejor amigo, a mí me consiente, cuando se va me dice que me extraña, cuando viene no se quiere ir, me llama y me dice Yeli yo te extraño, quiero ir para allá y estar con ustedes. Tenerlo es lo más lindo, nos hace reír y nos hace sentir felices”.  Es muy pequeño todavía pero cuando su mami le dijo que contara algo de su abuelita para este escrito, me envió un tierno audio diciendo: “quiero decir que amo mucho a mi abuela”. Frase sencilla que llega al corazón y sin duda alguna le sacará una gran sonrisa a esa abuelita Yeli.

Yeli siempre ha sido muy detallista y se declara perfeccionista. “Guardo recuerditos, tengo todas las tarjetas que me obsequiaron en mi boda, cuando Gabi nació que si los recuerditos que hice, siempre guardaba uno, a veces me pongo a revisar esos recuerditos. Tuve un cuaderno de geografía de 3er año por muchos años porque me gustaba mucho, hasta que en una de las mudanzas creo que cuando nos fuimos a Los Magallanes, se me extravió. Si me dedico a hacer algo me gusta que me quede bien, lo hago hasta que salga lo mejor posible, me gusta terminar lo que empiezo porque soy constante”.

Su color favorito es el blanco y también le agrada el fucsia. En cuanto a la comida le gusta el pasticho, resalta la cocina criolla. “Las arepitas con el relleno que me le pongan me gustan muchísimo, además del pabellón y las hallacas”. Dice que le gusta la música suavecita, sobre todo la cristiana Miel San Marcos y Marcos Barrientos, también la romántica, José Luis Rodriguez, Camilo Sesto y José Luis Perales. De vez en cuando escucha un merenguito de Juan Luis Guerra. No es de ver películas ni series, pero prefiere las películas familiares. Lo que si le encanta es ver tutoriales a través de YouTube, de costura y de manualidades. “Siempre tengo cositas por ahí para hacer manualidades y me pongo a elaborarlas. Con la costura me he involucrado más ahora, he aprendido con los tutoriales y con Keila, antes no me ocupaba mucho de eso pero desde que mi mamá se fue, sentí que era su legado y quise hacerlo. Ella siempre me decía que aprendiera, de hecho cuando estuve en Perú hice un curso de costura y me he involucrado más con eso ahora. Después que empecé a hacerlo, me gustó bastante y quiero continuar haciéndolo. Cada vez que voy a la casa de mi papá, me llevo las telas para aprovechar de coser allá que están las máquinas. Ahorita estoy cortando pijamas de niños y quiero aprovechar de vender, aprovechar este tiempo para ser productiva”. Aunque no le encanta cocinar le gusta ver tutoriales de cocina para distraerse y trata de hacer la receta con lo que tenga para cocinar algo diferente.

Para Yeli la amistad es un vínculo de compartir y de confraternizar muy importante para los seres humanos. “Creo que desde joven he tenido muy buenas amigas. Como América, con ella he compartido secretos y tantas cosas, sé que es una amistad sincera. Igual me pasa con Zulay una amistad bonita de toda la vida. Las dos son mis amigas, mis cuñadas y mi familia. También he tenido buenas amistades en algunos trabajos y algunas personas con las que he compartido pero así de toda la vida son ellas dos. Es bonito saber que tienes una amiga saber que puedes confiar en esa persona”.

Se define a sí misma de este modo: “Me considero sencilla, trabajadora, amante de Dios, constante en lo que hago y me gusta ser excelente en todas las cosas que hago”. Considera la sinceridad, la honestidad y la responsabilidad como sus virtudes. “Lucho por mi familia y por mis hijos. Mi mayor deseo es que tanto como mi esposo como mis hijos sean felices, tanto en lo secular como en lo espiritual, que puedan ejercer los dones y el ministerio que Dios les dio”. Admite que a veces es muy indecisa, se pone entre 3 y 2, se queda pensando y dice vamos a ver, para no dar una respuesta inmediata. “Siempre he dicho que no me gusta eso de no poder tomar una decisión definitiva rápidamente. Tico dice y mi mamá siempre me decía también, que soy terca (risas). Cuando me decían algo y yo me enfrascaba, es que yo digo que si tengo la razón no tengo porque dar mi brazo a torcer. Y de verdad que soy así, me podrán decir esto es así o asa, aunque me digan lo que me digan no cambio mi punto de vista, aunque a veces me quedo callada para evitar inconvenientes”. Le disgustan la mentira y la hipocresía y se identifica con la capacidad de tolerar y el perdón. “A veces perdonar es lo más difícil de todo, pero es importante para uno alcanzar la paz interior. Creo que perdonar es sanar las heridas de uno mismo para poder sentir paz, si no perdonamos porque somos orgullosos, los que sufrimos más somos nosotros mismos. Si la otra persona no lo hace o no le importa, no podemos sino sanarnos nosotros mismos, cada uno perdonar en su interior, cuando un perdona deja esa herida atrás, siente alivio por quitarse ese peso de encima. Uno mismo se libera, yo lo he experimentado”. Añora los momentos en familia, reunificar a la familia es una esperanza que mantiene y desea ser recordada como una mujer de fe y amor. “Quisiera que todo fuese como antes que podíamos reunirnos y compartir en familia, estar bien y todos juntos. Sé que se podrá algún día no muy lejano. Quisiera que me recordaran como una mujer que tuvo buenas costumbres y valores, como alguien que fue portadora del amor de Dios”.

Mi tía Yeli invariablemente ha sido noble, tierna y cariñosa. Es dada, abierta y colaboradora. Siempre ha sido una referencia de virtud en mi vida. Cuando pienso en ella recuerdo el Proverbios 31:10 “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. Es una excelente madre, una esposa amorosa y una tía afectuosa. Recuerdo que de niña me gustaba mucho quedarme en su casa, siempre me trataba tan bonito, me hacía unas arepitas deliciosas y me enseñaba de Dios. Creo que sus arepas son de las mejores que he comido en la vida, las recuerdo con mucho amor y apetito también, espero prontamente volver a probarlas (risas). Me acuerdo que le quedan redonditas y gorditas incluso mucho antes del tostiarepa, pero cuando lo tuvo fue una forma de apresurar la entrega de ese poco de arepitas, que nos preparaba a todos cuando íbamos a su casa. Les ponía bastante relleno y eran variaditos: jamón y queso, queso blanco, queso amarillo, diablito, huevitos, salchichas y pare de contar. ¡Son riquísimas! Mi tía ha sido permanentemente amiga de mi mamá y ahora también se suma a las buenas amistades de mi vida.

Mi tía Yeli siempre trabajó, resolvió, vendía ropa, productos y otras cosas, en fin, ha sido un ejemplo de avance y lucha constante para seguir adelante. Recuerdo que me gustaba ir y quedarme en su casa, jugaba con Gabi y Dani, veíamos Fofura en la TV en el Canal 51, CMT, para mí eso era una alegría. Un día que me quedé con ella, trabajaba en asuntos administrativos de la iglesia El Buen Samaritano en ese entonces, nos levantamos, comimos rico y salimos, me llevó y la ayudé en todo ese día, es un recuerdo bonito que siempre llevo conmigo. Cuando se casó con mi tío Tico yo llevé las flores, pensar en eso me emociona y me llena de amor. Fue ella quien me enseñó a hacer quesillo, hasta ahora uso su receta: 5 huevos, una lata de leche condensada y la misma cantidad de leche líquida. Me explicó cómo hacer el caramelo pero como era el primero que hacía se me cristalizó (risas). Cuando hablamos recordamos una vez que Rosme y Gabi, chamitas todavía, hicieron arroz chino y le echaron todo el frasco de salsa de soya y les quedó bien salado (risas). Sin duda forma parte de gratos recuerdos en familia. Hoy que es su día, doy gracias a Dios por su vida, le agradezco a ella por tanto cariño y por contribuir con su presencia para hacer mi infancia más feliz. También por ser un ejemplo de fe y perseverancia en el evangelio, sin duda es una inspiración para seguir a Dios. Siempre te tengo presente y te recuerdo con amor, te amo, te bendigo y te pido la bendición. ¡Feliz Cumpleaños tía Yeli! 

4 comentarios en “Yelitza Magdalena: quisiera que me recordaran como una mujer que tuvo buenas costumbres y valores, como alguien que fue portadora del amor de Dios”

  1. Tía linda!
    Hace las mejores arepitas fritas del mundo, con su quesito llanero rallado, gracias Tia por tu amor y tu hospitalidad siempre!
    Te quiero mucho ♥️

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