Yoenny José: para mí la clave de la felicidad es vivir siempre como un niño pero teniendo la responsabilidad y la madurez de un adulto

              Yoenny José es un joven trabajador, inteligente, determinado y proyectado. Es guapo y de buena contextura, un poco por herencia y otro poco pues ha sido un deportista aficionado permanentemente.  No sabe con certeza el origen de su nombre pero recuerda que su padre y su tía Nena tuvieron algo que ver. La explicación de su madre, Ana: “es una combinación a partir del nombre de su padre, Yovanis”. Su segundo nombre es José, de origen bíblico, llevado por célebres personajes, significa Jehová añade. Acota que uno de sus hobbies preferidos, es ser sarcástico, bromear con las personas, aunque algunas veces cree que se le va la mano, nunca es su intención lastimar, sino simplemente bromear. Tiene varias tareas pendientes, le gustaría aprender: a tocar guitarra, a bailar salsa y a hablar francés. Considera que la felicidad si existe y razona que la clave está en prestar atención a las cosas más sencillas de la vida, por ejemplo un abrazo de alguien importante, la sonrisa de un niño o una historia de su abuela Úrsula, de esas que siempre le contaba, aunque sean repetidas, nunca se cansa de escucharla y agradece a Dios por ella. El punto es, que piensa que nuestra actitud es la que hace que esos momentos simples sean brillantes, más allá de los lugares donde estamos o las cosas que tenemos. Esa es su manera de ver la felicidad y de vivirla.

De su niñez lo que más recuerda era que disfrutaba mucho jugar béisbol. “No me gustaba la escuela, al principio de 1ro a 4to grado sí, pero 5to y 6to grado con tantas tareas no. Cuando era la semana aniversario de la Escuela Miguel Villavicencio, hacían encuentros deportivos entre los diferentes grados y secciones, eso me agradaba mucho. Cuando llegaba de clases veía televisión: El Chavo, El Zorro y los Power Rangers. Los fines de semana me despertaba temprano y me gustaba irme para la calle a jugar, en ese tiempo lo que más jugábamos era pelotica e´goma. Con pelotas hechas con papel y bolsas plásticas. A veces me iba al cyber. Entre semana practicaba béisbol en Vista Alegre. Mi tío José me llevaba en aquel carro que tenía, más nunca apareció. En kínder estudié en uno en La Quebradita y después en otro, más cerca de la casa, por la plazoleta. Ahí daban de almuerzo a veces, una crema de espinaca que a ninguno nos gustaba. Siempre me acuerdo que mi mamá me compraba un pan dulce y un cuartico de jugo de manzana, de esos de cartón que poco se ven ya”.

Algo que le divertía mucho de pequeño, todavía lo recuerda con emoción, era bañarse en la lluvia. “Éramos un grupo de amigos, agarrábamos gaveras y nos lanzábamos por la bajada de la Venezuela o ahí mismo en los pipotes, eran unas bajadas muy inclinadas. Si no, era lanzarnos con potes de refresco, los aplastábamos y cómo estaba mojado, eso deslizaba súper duro. Era un poquito extremo y hasta peligroso, pero gracias a Dios no nos pasó nada (risas). También parecíamos monos en las matas de mango, nos gustaba bajarlos. Cuando veíamos pasar una camioneta pickup le pedíamos la cola, solo para pasear un poquito, no era tan lejos, sino por ahí mismo, como para darnos una vueltica. Siempre recuerdo eso y me gustaba mucho, creo que está ligado a mi felicidad. Para mí la clave de la felicidad es vivir siempre como un niño pero teniendo la responsabilidad y la madurez de un adulto. Cuando uno era niño se divertía más, se reía y se sentía bien con uno mismo haciendo cualquier locura. Yo me caía y me golpeaba pero no me preocupaba por nada, buscaba de seguir jugando y corriendo. La tristeza era cuando mi mamá pegaba el grito: “¡Pa´dentro! ¡Pa´la casa! (risas). Pienso que los adultos aunque tenemos más experiencia y más conocimiento, nunca deberíamos perder ese espíritu de la niñez, de hacer las cosas que queríamos de pequeños pero con responsabilidad, ya sabemos que es malo y que es bueno”.

Le encanta la naturaleza, la playa y la montaña. “Siempre estoy abierto a conocer muchos lugares naturales. A veces nos afanamos por viajar a países o lugares súper renombrados, pero también podemos aprovechar de conocer el lugar en el que estamos. Ahora mismo estoy acá en Cartagena y trato de conocer lugares naturales que me encantan, aquí donde estoy. No me quedo pensando en lo que pudiera hacer en otros países, pienso que ya llegara su momento. Así era cuando vivía en Caracas, me gustaba ir a la playa, la montaña, caminar por los parques y visitar museos. Sí es una meta que tengo para más adelante, visitar muchos países y conocer su cultura y sus lugares importantes, pero sin lamentarme por no estar allá, o en otro lugar, hay que aprovechar el ahora, lo que tenemos ahorita”.

Con la migración a Colombia asimiló muchas cosas. “Ya no soy tan penoso, aprendí a desenvolverme mejor, a no tener miedo de equivocarme y siempre a preguntar, sin tener temor al qué dirán por que desconozco alguna cosa. Siempre pienso que es mejor equivocarse una vez y aprender de ello, te queda como experiencia para no cometer los mismos errores. Tuve claro que al principio sería fuerte, las cosas buenas llevan su tiempo, a veces hay que sacrificarse. Al comienzo fue un poco rudo, pero nunca pierdo la fe en Dios, nunca me abandona, yo me siento confiado en que puedo lograr muchas cosas, siento que es Dios quien me ha bendecido, todo lo que me propongo lo logro. Ahorita estoy bastante estable y por eso estoy agradecido con Dios, por muchas personas y oportunidades aquí. Aprender una nueva cultura es tener nuevos pensamientos, nuevas formas de hacer las cosas, me asombra y me gusta ver que cada lugar es algo diferente. No debemos cegarnos y quedarnos haciendo todo igual siempre, pensando que es lo correcto, pues lo bueno existe mientras no haya maldad, se pueden hacer las cosas diferentes, no hay nada de malo en hacerlo distinto”.

            Relata a su madre. “Mi mamá siempre se esforzaba bastante por nuestra alimentación y vestimenta, que no nos faltara nada y aprendiéramos buenos modales. Aunque no tenía un trabajo fijo, siempre buscaba la manera y resolvía para satisfacer las necesidades. Dormí con ella como hasta los 19 años, en parte porque tenía el televisor en su cuarto y me quedaba ahí viéndolo. De ella aprendí a ahorrar, a no malgastar la plata en vanidad, a invertir, me demostró que no necesitas tener una educación o un trabajo seguro para cumplir todas tus metas. Como pudo construyó su casa y educó bien a sus hijos. Cuando era niño, una vez fui a mi práctica de béisbol, me llevaron de refuerzo a un partido en Guarenas. Como ella no sabía, no le avisaron, en ese tiempo no tenía celular y se hizo de noche, se fue a buscarme, pensaba que le habían robado a su hijo preferido (risas). Siempre nos llamaba con un grito para ir a comer, cuando estábamos jugando en el callejón. La comida que ella me hacía y sus jugos son mis preferidos. Siempre me preparaba jugo de guayaba, es mi favorito. Me hacía una arepa frita pero no era normal, era una masa especial que me hacía, le ponía harina de trigo y quedaba como dulce, la rellenaba con atún, tomate y cebolla, me comía como 4, esa es mi arepa favorita. Amo todos los tipos de comida que me hacía, menos las patas de pollo (risas). En diciembre elaboraba todas las comidas tradicionales: hallacas, pernil y pan de jamón. Antes me hacía el loco y me iba para la calle y Yoa terminaba haciendo todo. De ahí nació la frase famosa de ella: “¡todo yo! ¡todo yo! Mi mamá los fines de semana siempre ponía música a todo volumen y desde temprano, entre semana nosotros íbamos a la escuela y a veces ella se quedaba durmiendo, pero sábado y domingo siempre nos despertaba temprano con la música altísima. Siempre que escucho música, la recuerdo, son buenos recuerdos en realidad. La amo bastante y la respeto mucho, ¿qué te puedo decir? Estoy tratando de trabajar lo más posible para que esté estable y cómoda, que más nunca tenga que trabajar. Ya hizo bastante, trabajó por nosotros y ahora quiero que pueda disfrutar, tomarse unas vacaciones, relajarse, que tenga tiempo para aprender, crecer como persona y disfrutar. Volver a verla, estar con ella, compartir y hablar, eso es lo que más deseo”.  

            Ana su madre manifiesta que no tiene palabras para definir a su hijo. “Nació en la policlínica David Lobos, un 6 de septiembre del año 1995, a eso de las 3 y algo de la madrugada, pesó 3.5 kilos. Su nombre viene porque su papá quería llamarlo José y el Yoenny creó que lo sacó Nena. No recuerdo mucho eso, pero toda la familia de Yovanys, los nombres de él y sus hermanos comienzan por Y, de ahí creo que se sacaron los nombres de él y de su hermana. Tomó teta hasta los 2 años y un poco más. Con él pude tener esa experiencia maravillosa de amamantar, eso para mí fue lo máximo, entre otras tantas cosas que viví con él.  Yoa mamó teta solo tres meses, ella vomitaba hasta los teteros, no asimilada bien la leche ni la teta. Yoe siempre fue de buen comer, súper tranquilo y juguetón. Compartimos muchos y muy buenos momentos. Es una persona con sentimientos nobles. Es caballero y atento con las personas mayores, le gusta ayudar a los demás. Me la llevo bien con él, gracias a Dios siempre ha sido así. Mi bebé es buen hijo, buen hermano y un maravilloso ser humano, es obediente y bueno como todo ser humano se equivoca en algunas cosas. Quiero decirle que es mi príncipe amado, lo más bello que me dio Dios por hijo al igual que a mi hija. Es mi niño amado, es todo para mí. ¡Es lo máximo!”.

            Yoe narra a su padre. “Mi papá siempre era el que hacía los trámites para inscribirnos en la escuela y en el liceo. Nos llevaba casi que todos los fines de semana a pasear, a Mc Donalds, a bimbolandia y a pasear. Lo que más me gustaba era el club Villa del Río, me gustaría regresar. Acampábamos en Los Caracas, en el río. Una anécdota chistosa es que en la noche cuando estábamos de vacaciones, montaba la cena y se recostaba y que a descansar un rato, ya tú sabes lo que pasaba, se quemaba todo eso. Eso pasó varias veces. Nunca nos prohibía nada, nos dejaba hacer muchas cosas, nos daba bastante libertad, aunque igual siempre estaba pendiente de nosotros.  Siempre que hablaba en la casa no tenía que volver a repetir las cosas, por ejemplo si decía que había algo fuera de lugar uno lo buscaba rapidito y lo ponía donde iba. Le gustaba bastante el orden. Se molestaba bastante cuando eran vacaciones y yo me la pasaba jugando play en su cuarto, no le gustaba que comiera con la boca abierta, pero no me lo decía solo me decía: ¡Yoenny! Nunca me explicaba que era, hasta que Yoa un día me dijo que era por eso (risas). De él aprendí a ser un caballero y a no decir mentiras. Las cosas que no me gustaban de él y de mi mamá aprendí a no hacerlas yo. De  los dos aprendí que de los errores son los que más te enseñan, a cumplir mi palabra y con todo lo que se me exige. Siento un cariño y un respeto bastante grande por él, estoy bastante agradecido, no es un papá perfecto o de película pero hizo su mayor esfuerzo. Aunque a veces uno como hijo quiere más, hay que ponerse en el lugar de ellos, a lo mejor no son todo lo que uno quiere pero lo hicieron lo mejor que podían”. 

            Tiene una hermana mayor, quien le dio a su sobrino Sebastián y nos cuenta sobre ambos. “Mi hermana Yoanelis es mi mejor amiga desde pequeños. Siempre andábamos jugando, íbamos a todas partes y todo lo hacíamos juntos. La amo y la extraño muchísimo. Desde pequeño siempre quise cuidarla, protegerla y ayudarla. Todos los recuerdos de niño los tengo con ella. Siempre jugábamos al escondite, sin salir de la casa nos divertíamos, hacíamos casitas con las cobijas o con cartones que había por ahí, veíamos televisión y nos íbamos juntos al liceo. Gracias a ella soy tío. Al principio cuando salió embarazada no me agradó mucho. Cuando nació Sebastián aprendí con su vida, que un sobrino es lo más valioso que te puede dar un hermano. Cuando la ayudaba con Sebas,  lo cargaba un ratico nada más, veía como ella siempre salía con Sebas y lo cargaba, entendí cuánta fuerza tenía ella. A partir de ese momento la vi como una guerrera. Con Sebas siempre me he llevado bien aunque lo regañaba, era como un hijo para mí, me gustaba estar y jugar con él, darle colita en su carrito y hacerle el tetero. Él prefería como le hacía el tetero yo, a veces peleaba con ella para que yo lo bañara. A veces lo buscaba en el kínder cuando estudiaba en El Paraíso y me lo traía a caballito. Cuando iba a hacer ejercicios o a jugar básquet me lo llevaba también. Me agrada bastante estar con él. El me importa demasiado, todo lo que hago es con la finalidad de estar con ellos. ¡A él lo extraño tanto! Quisiera que aprendiera y estuviera cuidado, de niño uno inventa mucho. Sé que le va bien en los estudios, hace sus tareas, saca buenas notas y eso me trae alegría. Me gustaría compartir más con él, llevarlo al parque, practicar algún deporte y ayudarlo en todo lo que necesite”.

Yoa afirma que su hermano es su compañía desde que tiene uso de razón. “Es una de las personas más importantes de mi vida. Con él crecí, jugué, reí, lloré, estudié   y de todo. Desde pequeños nos ha gustado el arroz chino, mi papá nos traía siempre, al igual que chocolates, Sambas y todas esas cosas. Le encanta la playa y el deporte. De niño jugaba béisbol. En muchas oportunidades fui a verlo y estuve apoyándolo. Siempre ha sido un poco fastidioso, de chiquitos peleábamos bastante, hasta que mi mamá llegaba y nos pegaba a ambos (risas). Al colegio nos íbamos y veníamos juntos. También nos compraban nuestra merienda favorita: jugo con pan de azúcar. Es una gran persona. Es el mejor hermano y tío, ama a Sebas cómo si fuese su hijo y eso hace que yo lo ame más. Mi papá siempre nos llevaba a Río Chico, a un club los fines de semana, la pasábamos genial. Siempre me ha cuidado, cuando cumplió 15 años, mi mamá, de regalo, lo llevó a Margarita, fuimos a Parque El Agua y fue un viaje súper bonito. Es una persona responsable, trabajadora y estudiosa. Su personalidad es un poco seria pero le gusta echar broma también. Un día mi mamá y mi papá me llevaron a la clínica y dejamos a Sebas con él. Estaba chiquito y él estaba haciendo unas cosas y metió a Sebastián en la lavadora para tenerlo cerca y terminar de hacerlas (risas). Los extraño muchísimo, espero verlos pronto, es lo que más deseo. Quizás no se lo diga pero lo amo con todo mi corazón. De grande le comenzó a gustar el básquet o quizás siempre le gustó pero no lo practicaba. Le encanta jugarlo y manejar bicicleta. A pesar de que peleábamos, siempre será mi mejor compañía, mi hermano adorado, con quien crecí.  Estoy orgullosa por tantas cosas que ha logrado en su vida, con uno que otro percance pero siempre firme y para adelante, así es Yoenny. Ha pasado momentos duros pero Dios siempre ha estado de su lado para apoyarlo. Lo que se propone lo cumple y sus resultados son extraordinarios. Le pido a Dios que los bendiga y que permita que estemos juntos nuevamente. ¡Lo amo infinitamente!”.

Sebas, su amado sobrino, dice que con su tío hacía cosas bien finas. “Dormíamos juntos con mi abuela, hacíamos ejercicios y él cocinaba comida rica. Cuando mi mamá se iba para el trabajo me hacía comida rica y después se iba en la tarde. Me gusta cuando juega conmigo y un día nosotros armamos unos legos. Lo quiero mucho, me encanta estar con él, lo extraño bastante y quiero estar demasiado con él”. Sebas fue esa primera aproximación a un niño tan cercano a su corazón y probablemente una preparación para el futuro que le aguardaba al ser padre.

            Yoe tiene una nena preciosa que pronto cumplirá dos añitos, Amelia es su nombre, y asegura que tener a su hija ha sido la experiencia más hermosa. “Es algo difícil de explicar, pero cada vez que la veo sonreír me da alegría. Ahorita trato de hacer lo mejor posible para educarla, ser un buen ejemplo, hacer las cosas bien. Leo bastante, para aprender todo lo mejor para ella. Veo que cada día que paso a su lado es importante, no quiero perderme nada, darle prioridad, el tiempo pasa muy rápido y no vuelve a ser como era, no se va a repetir dos veces la misma felicidad. Desde muy pequeño he sido responsable, cuando ella nació pensé en todas su necesidades. Me emociona cuando hace algo, cuando aprende a decir nuevas palabras. Aprende más del ejemplo, tú le puede decir baila, baila, pero si te pones con ella, lo hace. Me gusta cuidarla, no me gusta que me la vean ni me la toquen mucho (risas), tampoco que esté en la calle, como dice mi mamá en la calle no se aprende nada bueno. No sé cómo explicarte lo que siento por ella, nunca he entendido bien lo que es amar a alguien, pero si ella está triste yo estoy triste, si ella es feliz yo soy feliz, cuidarla, compartir todos los momentos importantes, estar siempre ahí. Hacer incluso lo que mis padres no hicieron por mí, hablar mucho, que me diga lo que necesita y ayudarla en todo. Cuando me voy se queda llorando, me dice: ¡papi, papi! me pone triste. Es un pedacito de mí, diría más bien un pedazote de mí. Siento que es todo para mí”.

            “A Carmen, la madre de Amelia, la conocí en la universidad, me agradaba bastante por ser muy diferente a las demás, veía que era una persona de buenos principios: estudiar, seguir adelante, ser buena persona y ayudar, muy similares a los míos. Compartimos muchos pensamientos aunque tenemos metas diferentes. Ella era la que le gustaba a todos los compañeros del salón en ese entonces. Estuvimos estudiando juntos, pasábamos buenos momentos, comenzamos a salir, íbamos a El Ávila, al cine, a centros comerciales, a comer, me agradaba muchísimo su compañía y lo que sentía estando con ella. Me acompañaba a todo, a mis juegos de básquet y de béisbol. Después salió embarazada, comenzamos a vivir juntos, empezó nuestra convivencia formalmente. Es sencilla, humilde y se caracteriza por ayudar a los demás. Creo que escogí una excelente mamá para Amelia, creo que es la mejor, no la cambiaría por nadie. Estoy agradecido por todo su apoyo y por estar siempre para mí en las buenas y en las malas. Ella es la madre de mi hija, quiero la felicidad para ella, quiero que siempre esté bien, ella también conmigo ha sido incondicional, quiero estar ahí para ella. Sé que no soy nada fácil, me ha aguantado mamá muchas cosas, estoy seguro que nuestra relación siempre ha sido clara. La veo como una buena amiga, desde que me conoce me ha apoyado en todo lo que yo me he propuesto, quizá no en la medida como yo quisiera, pero hay que tener empatía y ponerse en los zapatos de la otra persona. Con ella comparto muchísimo mi tiempo y quisiera siempre compartirlo, desde pequeño he querido formar una familia de un solo padre y una sola madre, que mis hijos todos nazcan en un mismo hogar, por eso quisiera pasar toda mi vida con ella. A pesar de las peleas o las situaciones que se dan en las relaciones, luchar y no dejar que nunca se apague la llama”.

Carmen considera a Yoe como una persona determinada, de muy buenos sentimientos y valores. “Es un poco engreído (risas) no sé cómo decirlo, pero es porque espera la perfección en todo lo que le rodea, con él no hay más o menos, ni términos medios, para él todo está bien o está mal. Es muy amoroso con Amelia, y también exigente, eso está súper, creo que todos debemos exigirles un poco a nuestros hijos. Desde antes que Amelia naciera, le hablaba mucho en inglés y pues en la actualidad la niña entiende muchas cosas en inglés. Tiene un corazón generoso, le gusta ayudar a las personas que están pasando por momentos difíciles, solo si la persona es dedicada y trabajadora como él, si es una persona vaga, no. Es mega bromista y le fascina hacer molestar a las demás personas con sus «chistesitos» (risas). Su deporte favorito es el béisbol, su número favorito el 7, comida favorita: todas, mientras quede sabrosa, su pasatiempo es hacer deporte y es mega amante a los jugos naturales. Uno de tantos recuerdos que tengo con él, es cuando subíamos a El Ávila, éramos novios y casi todos los sábados o domingos subíamos. Otro recuerdo que tengo es cuando estudiábamos en la uni y él siempre sobresalía en casi todas las materias. Recuerdo que en el primer semestre de la carrera, el profesor que nos daba Introducción al Seguro, era una materia teórica y bastante tediosa, nos dijo a toda la clase que nadie nunca le había sacado 20 puntos en un examen ya que por cada error ortográfico bajaba un punto. ¡Te digo que Yoe lo desafió y sacó 20 puntos! Fue el único de la clase y primero para el profesor en sacar esa nota. Te puedo decir que no es la persona más romántica del mundo, de hecho es muy déspota y sin tacto en muchos momento al decir las cosas, pero es muy respetuoso y nunca lo verás ni oirás hablar mal o criticar a alguien, es muy honesto en todos los sentidos. Actualmente su enfoque es claro y conciso, es hacerse millonario. Trabaja arduamente para conseguirlo y en lo personal tengo toda la fe de que lo va a lograr”.

 Yoe se proyecta, tiene ambiciones y le parece importante ayudar a los demás.  “Sueño con crear una escuela de deporte para que las personas puedan practicar, que se ejerciten. Darles lo que necesiten, el uniforme, también en la escuela, conseguir libros y útiles escolares, lo que necesiten para aprender. Leo mucho a Robert Kiyosaki, sus audiolibros, estoy enfocado en ganar dinero, invertir y hacerme millonario. Quiero serlo para aprovechar mi vida, la mayoría de las personas tiene un horario de 8 a 5, se pierden la vida y la de sus hijos, otras personas los cuidan, mientras ellos están trabajando. Quiero ser yo mismo quien vaya y lleve a mi hija a la escuela y la busque, quien la pueda acompañar a diferentes actividades. Quiero tener verdaderamente disponibilidad de mi tiempo y no pasar el tiempo solo convirtiéndolo en trabajo. También para ayudar a otros, aportar para mejorar mi ciudad, mi país y hasta el mundo”.

Su vinculación con el deporte ha sido permanente. “Siempre he sido de hacer todo tipo de ejercicios, me gusta cualquier tipo de deporte, con tal que se pueda jugar, ahí estoy intentando dar lo mejor de mí. En mis primeras carreras quedé en buena posición, en una de segundo y en otra de 3ro. Para mí haberlo hecho como pasatiempo y no profesionalmente, eso es bastante. Tengo pendiente correr un maratón, he corrido hasta 36 kilómetros. Practicaba béisbol, estaba en un equipo como tal y soy fanático de los Leones del Caracas, todo era solo béisbol, además lo jugaba por la casa. Después jugaba básquet, ahora es el deporte que más me gusta y más práctico. No soy fanático de ningún equipo como tal, más bien de los jugadores, en cada equipo siempre hay uno famoso, como quien dice la estrella. En el básquet venezolano me gustan los Cocodrilos de Caracas. Me identifico con el deporte porque requiere resistencia y esfuerzo físico. Me gusta mucho jugar ping pong, me encanta la natación y el voleibol, en general me gustan los deportes. Subir a El Ávila era mi rutina de los fines de semana cuando estaba en Venezuela, para mí era algo grande, subía trotando y sin detenerme. Siempre lo tenía como una meta, hacerlo requería esfuerzo, mejoraba mis tiempos y mi capacidad deportiva, cuando llegaba a la cima me sentía satisfecho conmigo mismo. Diría que mis hobbies son jugar básquet, hacer ejercicios y leer. En las mañana me paro a hacer ejercicios. Un día me paré y me fui a Turbaco con un amigo en bicicleta, aparte del recorrido, hay 3 subidas bastantes inclinadas y las hice sin problema”.

            Desde que estaba en primer año siempre quise aprender a hablar inglés, gracias a Dios, a mi esfuerzo y a muchas personas que me rodeaban en ese momento, pude lograrlo y ahora comencé a aprender francés. Siempre me ha gustado estudiar, cualquier cosa nueva que pueda aprender, si escucho un tema que me llame la atención, deseo informarme más sobre eso. Me gusta leer e investigar de todo un poco, creo que eso es ser extraordinario. Por ejemplo, he aprendido que en el trabajo la mayoría de la gente se queja y se queja, yo trato de ser agradecido. La gente a veces se enreda mucho y yo trato más bien de resolver. Una frase que digo frecuentemente es que no hay nada de malo en no saber pero sí en no querer aprender. Todos somos ignorantes de muchas cosas, pero a veces a las personas se les va la oportunidad de aprender o hacer algo porque no lo intentan. Cree que una clave para ser feliz y sería tomar la decisión de no dejar que nada te afecte, es más bien estar claros que todos vamos a tener dolor y sufrimiento, pero todo eso es temporal, después de todo eso vendrá la calma. Se entiende que es algo que existe porque sí, porque no todo puede ser bonito, perfecto o bello”.

            Yoe no tiene comida favorita, con que no se queme y quede sabrosa se la come. Afirma que en general no tiene cosas preferidas. Los colores opta por combinarlos para darle variedad. El helado de almendras le gusta mucho, aunque tampoco lo define como favorito. Además les gustan los que tienen yogurt como base, el de maracuyá y el de ron con pasa. Opta por probar cada vez uno diferente. No prefiere ningún día de la semana, asegura que todos son buenos para él. No es de ver mucha televisión, es más de consumir contenidos por streaming, su serie favorita es Suits, se identifica con los personajes Harvey Specter  por su orgullo y tratar de ser siempre el mejor y Mike Ross porque lucha por sus sueños y por sus sentimientos, no le importaba perder un caso si iba a perjudicar a alguien ganándolo.

            La familia es fundamental en su vida. “No sé cómo explicarlo pero mi sueño siempre fue ayudar a que cada uno de mis familiares haga sus sueños realidad. Por ejemplo tener una carnicería y que la atienda mi tío Papito. Creo que cada uno hace lo que le gusta pero más como empleados, mi tía Eva con su costura, mi tío José con su mecánica y mi mamá con su peluquería. Creo que el trabajo debe ser más por satisfacer las necesidades de los demás. Siempre recuerdo cuando nos poníamos a hablar con mis tíos, mi tía Nena, escuchar sus historias y sus cuentos, lo que hacían de niños ellos. Siempre en esas conversaciones aparecía el café con leche o el chocolate con pan, disfrutaba mucho esos momentos. Siempre estar allí el uno para el otro, sabiendo que a pesar de las diferencias siempre nos podremos ayudar. Cuando alguno se tropiece o caiga siempre estamos los demás para prestarle el apoyo. Tengo un género musical o una canción que me hace recordar a cada uno de mis familiares, con las baladas en inglés me acuerdo de mi tío Roberto. De mi tía Eva también, con una canción que sonaba al final de la película Reto al Destino, ella me la recomendó, porque era muy buena. Cuando escuchó vallenatos me acuerdo de mi papá. Rocio Durcal o Ana Gabriel, me recuerdan a mi mamá, siempre escuchaba su música en la casa”.

            Cuando salió del bachillerato ingresó a un curso del Inces, de oficinista de Seguros, iba a cursar la teoría y después la práctica en Banesco. “Conocí mejor esa rama y me encantó, por recomendación de compañeros y profesionales ingresé a formarme en esa área”. Estudió Seguros en el Instituto Universitario de Seguros, se gradúa en el año en el 2017. A la par ejercía laboralmente en una entidad de seguros y bancos en Venezuela. Toda su carrera le gustó, veía muchos contenidos que llamaban su atención. Admite que en el liceo sus materias favoritas eran Inglés y Educación Física, las demás no lo motivaban mucho. Pero a partir de su ingreso al Inces cambió su perspectiva, se inclinó por la Economía, Contabilidad y el Derecho. Todavía considera estudiar Derecho en su retorno a Venezuela. “Por eso mi deseo de ser millonario para disponer del tiempo para educarme y hacer cosas que me permitan ampliar mi formación. Si tengo que empezar esa carrera con avanzada edad, no importa, eso es lo que me gusta y lo quiero hacer.  Cuando uno quiere lo puede lograr”.

            Afirma que la vida nunca será fácil mientras tengas retos, pero hay que tener la fe en Dios y en ti mismo de que llegaras al objetivo. Ante la interrogante de cómo quiere ser recordado, dice que quiere que lo recuerden tal y como es. Todo lo que ha dejado plasmado aquí que representa su esencia. “Algo que siempre le decía a mi mamá era que si a mí me pasaba algo, por favor no saliera diciendo en las noticias que yo era un santo, como siempre pasa con todos los demás. Como si todos fueran unos santos cuando en realidad son tremendos. Las personas tenemos virtudes y defectos. Cuando yo ya no esté, quisiera que nadie estuviera triste, es ley de vida, nacemos y morimos pero siempre hay que seguir adelante. Simplemente que recuerden los buenos momentos que vivieron conmigo y que me recuerden tal como fui”.

            Yoe es el hijo menor de mi amada Anita, tía materna, compañera de toda mi vida. Mi vínculo con él ha sido permanente y cariñoso. Me acuerdo cuando era bebé, gordito, tierno y cachetón. De niño no jugamos tanto, era más pequeño y varón, pero siempre andábamos juntos. Una temporada viví un su casa y compartimos, él, Yoa y yo como hermanos, por eso nos llevábamos bien pero también peleábamos. Siempre ha sido impertinente con sus chistes, admito que me sacaban de quicio pero ya a esta altura me da risa la cosa, entendí que él es así. ¡Así lo quiero! Una vez fuimos juntos a Brasil en un viaje familiar que estuvo muy divertido. De cuando vivimos juntos en Cartagena recuerdo un día que solo estábamos en casa él y yo, preparamos una pastica tipo Alfredo, con pollo, queso crema, maíz y queso parmesano. ¡Qué sabrosa nos quedó! Como siempre, hacía mucho calor así que nos sentamos en las escaleras del balconcito que teníamos afuera del apartamento, acompañada de una Coca-Cola bien fría que comprábamos en la tienda de abajo. Parece un recuerdo sencillo, pero hoy a la distancia me parece que vale oro. Siempre estuvo en mis celebraciones y yo en las de él, cumplimos años cerquita y en el mismo mes. Acaba de arribar a los 25 años y a ratos todavía no me lo creo, ya es todo un hombre y padre también.

 Pude compartir a su lado la llegada de la princesita Amelia, vivíamos juntos en Cartagena como les conté, ese día ninguno de los dos trabajó y compartimos esas horas que entonces parecían interminables en aquella sala de espera. Cuando la vi tan hermosa sentí mucha ternura y emoción, no tengo duda que es una recompensa, una muestra generosa del amor de Dios. Como familia vivimos un momento muy duro cuando, apenas recién nacida, su primera hija partió, recuerdo que di unas palabras tratando de aceptar yo misma, que Dios sabe todas las cosas y así lo permitió. Creo que fue algo muy triste en ese momento, pero sé que también les dio valor para seguir adelante, les sirvió para saber que son fuertes y pueden avanzar con determinación. Estoy orgullosa de él, de sus logros, de que se graduara, de que aprendiera a hablar inglés, de que le vaya bien en su migración, de que sea responsable y emprendedor. Para mí, Yoe es especial y siempre lo será, no puedo sino llevarlo en mi corazón con amor y hacerle esta reseña como un recordatorio de que es un ser extraordinario que goza de mi respeto, cariño y admiración. ¡Te quiero con todo el corazón Yoe! 

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