Mi primer cordón umbilical por Valentina Guaita

Un helado pasillo lleno de quirófanos, pero antes: un piso de mármol y salas oscuras a la espera de que alguna estuviese preparada. Mucho antes: un deseo, ver cómo se traía una vida al mundo. 

– Decir que una persona está viva suena algo natural, común y silvestre, pero si lo piensas en frío, ¿qué significa? -decía, mientras perdía mi mirada en el bombillo del techo.

En una de mis búsquedas por Internet, conseguí una foto. La imagen era en blanco y negro con el foco puesto en el centro. Toda la atención se concentraba en un solo punto y los involucrados trabajaban por sacar a una vida que recién empezaba su trayecto.  “Latidos de un hospital” era el nombre de aquella sesión de fotos en la que se encontraba la imagen que me inspiró a presenciar un parto en vivo. El niño de la foto había nacido por cesárea y el fotógrafo, quien capturó aquella figura, lo supo hacer en el momento indicado. 

Presenciar un hecho así debía ser algo fantástico, quería documentarlo a través de un material que perdurara en el tiempo y quedara para futuras generaciones. Tomé el teléfono y hablé con un especialista conocido que podía ayudarme y siendo afirmativa la respuesta, solo debía esperar el día pautado.

La cita

Desperté temprano y me vestí con una ropa muy sencilla, franela blanca, un jean y un suéter negro. Cabello largo oscuro recogido y unos lentes de pasta para la miopía. Llegué al hospital, aquel edificio parecía, para aquel entonces, una infraestructura de miedo y terror. Una cola de personas para entrar me puso nerviosa, pensé que debía pasar por ahí, pero por algún motivo entré por aquellas puertas sin que me detuvieran.

Funcionaba el ascensor y una figura de ascensorista que marcaba todos los pisos.

-Voy para ginecología y obstetricia. -decía mientras la señora fastidiada marcaba el botón.

En el ascensor estaban otras personas, y fue deteniéndose en cada piso solicitado. Finalmente llegó el momento de bajarme y conocer aquel lugar.

-Hola, buen día. ¿Dónde puedo conseguir al doctor Acosta?

-Debe estar dando clases. -me respondió.

Me acerqué al salón y vi un grupo de estudiantes apreciando la clase atentamente en una sala oscura iluminada por el video beam. Era una clase para personas avanzadas que terminó un poco después de que yo llegara.

Todavía era temprano y el doctor Acosta debía cambiarse su ropa por si alguna mujer llegaba a dar a luz. Llegamos a unas habitaciones con literas y unos casilleros para guardar las pertenencias. Yo también tuve que ponerme una vestimenta más acorde para la ocasión y me prestaron unas piezas en material pop incluyendo el gorro.

 

 

10:30 a.m.

No había llegado ninguna mujer preparada para un parto y me preguntaba si ese día tendría la oportunidad de presenciar alguno. De pronto una chica que no pasaba los 25 años presentaba dolores fuertes. Sin embargo, no estaba lista y en busca de un parto, terminé frente a una cesárea.

11:00 am.

Acercándome al área de quirófanos noté la clara distinción entre el aspecto de las demás habitaciones y los salones de operación. Un helado pasillo se apoderaba del área y en todas las salas pude ver que estaban haciendo cirugía. Al estar frente a la puerta de la próxima cesárea entraron los nervios generales.

-Hola, ¿cómo están? Miren, les presento a una amiga que quiere estudiar medicina. -dijo el doctor Acosta.

Me daba curiosidad la idea de medicina y en ese momento quería saber cómo era el proceso de traer una vida al mundo.

Preparaba mi teléfono para poder documentar la historia. Iba a ser un trabajo todoterreno, porque no llevaba ni cámaras, ni luces, ni flash. Sin embargo, con mi teléfono era suficiente para no ser tan invasiva en mi primera experiencia frente a una operación. Me encontraba algo retirada y de pronto me hicieron una propuesta

-Pero, ¿por qué no la ves más de cerca? – me dice una de las señoras.

Entre los nervios y lo aturdida que me encontraba mi respuesta fue afirmativa y rápidamente me llevaron al cuarto para lavarme las manos y colocarme los guantes. Limpié mis brazos con agua y jabón hasta el área de los codos, me detuve en cada uno de los dedos. Luego de darle higiene no podía tocar absolutamente nada, abrí la puerta con la espalda y las manos arriba para no contaminarme. Al salir me colocaron una bolsa negra grande, la bata material pop y encima otra bata azul verdoso pálido. Un tapabocas azul y el gorro, no podían faltar. Ciertamente debía estar limpia si quería verla más de cerca.

Eran las 11:00 am, vi el reloj para calcular cuánto tiempo se tardaba y el doctor Acosta comenzó con la herida. Solo se veía el vientre, lo demás estaba cubierto por protección a infectarse, supongo. El bisturí iba cortando capa tras capa y poco a poco salía la sangre hasta que colocaron una manguera para que fuese succionando ese líquido rojo sobrante causado por el corte. Cuando el doctor pasaba el bisturí, debía cortar más abajo, eso lo hizo alrededor de cinco veces o más.

-Es bastante gruesa. -pensé.

Solo faltaba hacer un corte y esa nueva vida estaría en el mundo exterior. Fue sacando la cabeza con cuidado, pero con precisión. Un bebé salía del vientre y mi temor era que no hacía ruido, algunos no lloran apenas salen, otros sí. Siempre la mente jugando conmigo, pero una vez que estuvo afuera comenzó a comunicarse. Un llanto puro, un llanto de vida, su primer acto de comunicación.

-Corta el cordón umbilical. -me pasaron unas tijeras.

Fue algo impresionante, el tiempo se detuvo para mí. ¿Cómo era posible? Un ser tan pequeño, un ser que había permanecido 9 meses en el vientre de su madre y salir así, con vida, sin saber a lo que se exponía. ¿Cómo era posible? Poder contar con asistencia para nuestra fecha de nacimiento, personas desconocidas a tu alrededor que te ayudan y se especializan para verte salir de otro ser humano.

Inmediatamente después sacaron la placenta, una bolsa llena de sangre, algo grumosa, blanco amarillento por uno de sus lados. Hay quienes la conservan para ingerirla, otros las convierten en capsulas y se las toman, al parecer tiene muchos nutrientes. Eran las 12:00pm, el trabajo todavía no terminaba. Una hora en cirugía y faltaba cerrar el vórtice de la existencia. El doctor pasó a quemar ciertas áreas del útero.

-Es para ligarla, pero este método no es del todo seguro.

Luego fue cerrando la carne, comenzó a coser y pegar cada área hasta que estuvo totalmente unida. Una vez más, todo bajo control, sin complicaciones y un bebé al lado de su mamá.

Ya era hora de retirarnos, de cambiar el ropaje a uno más sencillo como ciudadano cotidiano. Estaba feliz e hipnotizada con la experiencia, tal vez no me quedó una foto como la de “Latidos de un hospital”, pero me quedó algo distinto y mucho mejor que fue bastante satisfactorio. Algo inefable que todavía ni por escrito, ni conversado puedo expresar de una forma perfecta y exacta.

10 comentarios en “Mi primer cordón umbilical por Valentina Guaita”

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