Úrsula: hay que disfrutar la vida y la juventud porque pasan rápido, hay que divertirse sanamente, comer, pasear y disfrutar todo lo que Dios nos repare

         Úrsula a secas, tiene un solo nombre y un solo apellido: Carrasquel. Expone que por los desbarajustes de los tiempos de antes, en su cédula le adjudicaron que nació en el 40 pero ella es del 37, lo que a cualquier otra mujer pudo resultarle magnífico, sustraer 3 años a su edad, ella se empeña en eludirlo y aclararlo, así justifica pues los 83 años que está cumpliendo hoy. Es una mujer irrepetible, metódica y con ciertas manías. Guarda todo y de todo por si acaso, porque uno nunca sabe. Detesta que todo el mundo se entere de sus cosas, de modo que si te refiere algo en público lo denomina el “asunto” como para resguardar el secreto entre los dos. Cariñosa y besucona, eso es beso y beso cuando saluda y cuando se despide, encuentra esa, entre otras tantas formas para demostrar su amor. Si te pide algo y le das un poquito te responde que para ensuciarse los dientes mejor no le des nada. Así es, clara y sin tapujo, pero nada ofensiva, expresa lo que piensa sin filtro mas con un tino que termina provocando gracia o ternura. No le gustan las flores, según ella las flores son pa´ los muertos. Ante cualquier transacción revisa los billetes cautelosamente, lo mismo si los recibe o los entrega ella, examina frente y dorso mientras tanto va diciendo: cara, careta, sello, selleta. No le agradan los billetes viejos, rayados o remendados.  Risueña, misteriosa y bromista. Le encanta comer barquillas de mantecado y sentarse en la Plaza Bolívar de Caracas a ver   palomitas y a la gente pasar. Cuando se molesta dice que se va pal carrizo y a los niños les dice carricitos. Úrsula deriva del latín ursus, significando oso, que a su vez se deriva a Úrsula que significaría osita, a ella la bautizaron así por haber nacido un 21 de octubre, onomástico de esa santa. Es morena y menudita, siempre ha usado ganchitos de pelo, esos antiguos que tienen un redondito negro de plástico en cada punta.  Es bella y sencilla, su única pretensión quizá serían los vestidos floreados. Le gustan los colores claros, dice que pa´oscura ella. Es cristiana, fiel creyente y de iglesia pentecostal. En la entrevista canta, echa chistes, se emociona a ratos y luego ríe sin parar, tiene usted pues al leer su historia todas las notas, altas y bajas, componiendo una gloriosa melodía, se eleva para entonarle una especie gráfica de: cumpleaños feliz te deseamos a ti.

            Úrsula refiere una infancia espinosa. “Cuando era niña pasé mucho trabajo, a mí me castigaban mucho, por cualquiera cosa que yo hacía me daban un pescozón, me jalaban las orejas o los cabellos. No te puedo decir que me daban besos porque es mentira, y yo lo que hacía era ponerme a llorar. Una vez se me ocurrió pintarme las uñas con pepitas de onoto y por esa tontería me pegaron, por cualquier pendejada que yo hacía me pegaban. En la última ocasión que recibí un castigo, me lo dieron con un cable y entonces esa vez fue que me salí de ese lugar. No puedo decir que en mi niñez ni en mi juventud tuve alegría, no me dejaban salir a jugar o a una fiesta, pasé mucho trabajo y hasta pasé hambre. Había veces que estaba en la calle buscando algún trabajo qué hacer y si no conseguí nada me iba y me quedaba donde un primo hermano mío, aunque fuese para tener donde dormir, porque ellos también eran muy pobrecitos”.

            Su juventud fue una travesía. “De mi mamá no tengo mucho que contarte porque no me crie con ella, de mi papá tampoco, me recuerdo que en vida no lo vi mucho. Por cierto la última vez que lo vi, él estaba en la calle, yo iba pasando por un lugar y ahí estaba, pero no le pedí la bendición, yo lo vi y no me dejé ver con él, aunque yo no sabía bien porque pasaron todas las cosas que pasaron. Con mi mamá estuve poco tiempo viviendo, porque ella era muy pobre, demasiado pobre, entonces me entregó a una pareja que nunca tuvieron hijos, los dos murieron y nunca tuvieron hijos, ellos me criaron a mí hasta la edad de 17 años. Después me fue a buscar un familiar de aquí hasta Ocumare del Tuy y me trajeron para Caracas. Cuando estaba viviendo otra vez con mi mamá tuve muchas dificultades, me tocó que salir de ahí y arrimarme donde una madrina, me puse a trabajar limpiando en casas de familia y también viví donde un primo hermano. Me iba a donde a una madrina cuando no estaba trabajando y allí dormía, ella me daba algo de comer. Siempre me contaba que en su juventud pasó bastante trabajo. Era una mujer muy tranquila y me ayudó bastante. Así que mi vida no fue fácil, antes para uno trabajar en casa de familia o en un restaurante de ayudante de cocina, uno tenía que tener certificado de salud, yo una vez  allá en la Sanidad de San Martín,  hasta le lloré a una enfermera. Le dije yo quiero que me haga el favor y me dé mi certificado de salud, porque estoy viviendo arrimada, estoy pasando hambre y trabajo. Entré también a decirle al médico que por favor me lo diera. Después me fui y volví al día siguiente, había un poco de gente sentada ahí en la entrada del dispensario y unos dijeron mira esa termina de llegar y ya la atendieron. Salió la enfermera y les dijo, esa que termina de salir ahí, esa lloró aquí ayer para que se le diera su certificado de salud, porque la gente pensaba que yo era amiga de ellos y por eso me lo habían dado.” Esta historia me hace pensar en cuán rápido podemos juzgar al otro sin conocer su razón, y así son los cuentos de Úrsula, parecen simples pero albergan una gran lección.

            Tuvo amores con un inmigrante italiano, fue una historia atípica y tal vez más efímera de lo esperado, con un herencia grandiosa: 8 de sus hijos. “A Feliciano lo conocí porque un amigo de él me llevó allá y me presentó. Entonces él me dijo que bueno que me iba a dar trabajo limpiando la casa, lavando y hasta planchando. Entonces yo estuve un tiempo haciendo esas cosas ve, después el me preguntó que si yo quería vivir con él. Yo le dije pero usted es casado, él me dijo sí yo soy casado pero mi señora no está aquí en Venezuela, que ella estaba allá en Italia donde ellos vivían juntos. Entonces yo le dije a él y ¿si ella viene para acá? ¿Cómo haría yo? Y me dijo así con seguridad: ella no va a venir para acá. Yo me puse a vivir con él pero le dije bueno, como ella es su señora, si algún día ella va a venir para acá, yo quiero que usted, así le decía yo, me avise con tiempo para irme para otro lugar, ya que ella tiene derecho de buscar a su esposo. Pero nunca esa señora llegó a venir a Venezuela, él murió y ni ella, ni las dos hijas que tuvieron vinieron al entierro ni tampoco pudieron estar con él en su enfermedad. Quien cocinaba era él, yo rara vez cocinaba algo, lo que hacía era limpiar la casa y lavar la ropa, cuando la comida estaba lista él iba allá a donde yo estaba, puede ser en la batea y me llamaba para que fuera a comer. A veces se compraba su cervecita y la ligaba con Pepsi-Cola o Coca-Cola, entonces me daba un vasito a mí ¡Sabroso! (risas) no verdad que era bien sabroso. El cocinaba una pasta muy buena. Él nunca había tenido hijo varón, con su señora tuvo dos hembras, parece que ella salió en estado de un varón pero perdió a la criatura.  Cuando tuvo a José, que fue su primer varón se alegró mucho, hasta los paisanos de él se alegraron. Joseíto cuando niño era blanco, blanco y tenía el pelo que cuando le daba el sol brillaba, de lo lindo que lo tenía, amarillo bonito. Los paisanos decían que José se parecía mucho a María una de las hijas de él. Él quería mucho a esa hija llamada María y la esposa de él quería mucho a la hija que si está viva todavía, se llama Lucia. Decía que Joseíto era biondo que significa rubio en italiano, que pelo bello el de ese muchacho. Él era muy delicado con Joseíto, lo quería mucho, porque era su primer hijo varón”.

            “Yo era la que les ponía los nombres a mis hijos. Les enseñé a que se portaran bien y que nunca tomaran lo ajeno, si tenían necesidad era mejor que pidieran, que aprendieran a trabajar, a portarse bien en donde trabajaran, porque si les tocaba volver a trabajar con esa persona, ya le tendrían confianza. Mis hijos, yo digo que me hacían falta, porque hoy en día son la familia que yo tengo, aunque pasé bastante trabajo pero Dios me dio la victoria. Quiero que mis hijos tengan fundamento, que se congreguen y que Dios me le provea todo lo que necesitan, ya que aquí las cosas cambiaron mucho. Le ruego a Dios que les provea todo siempre, que les ponga deseo de congregarse, orar y leer la santa palabra, ya que en Dios podemos suplir todas nuestras necesidades. Eso lo pido tanto para los hijos como para los nietos, pero hay unos que son porfiados y no hacen caso, esa es la verdad. Siento un gran cariño y amor por mis hijos y mis nietos, son la familia que yo tengo”.

            Úrsula tiene 10 hijos, de mayor a menor nos comparten anécdotas, sentimientos, enseñanzas y en general, vivencias que comparten con su amada madre.

Luis: “lo que puedo decir de ella es que siempre fue y es todavía, una madre muy preocupada por sus hijos, a pesar de la situación que le tocó vivir cuando joven. Es amorosa, le gusta darles muchos besitos a sus hijos y nietos, es una costumbre de toda la vida de ella, es su forma de manifestar amor  hacia su familia. En cuanto al carácter con los hijos era fuerte, que lo digan los muchachos, mis hermanos. Yo no tuve la suerte de tratar tanto con ella porque me crie con otra persona que siempre me llevaba para allá y pasaba algunos días con ellos. Yo veía la forma en que los trataba a los muchachos, a veces yo me salvaba un poco de los regaños. Recuerdo una vez cuando estaba nueva en el evangelio, llegó y me puso a orar en la calle, yo no sabía nada del evangelio ni nada, es una anécdota que no se me olvida, estaba nuevecita en la iglesia, buscando fervientemente al Señor. Le agradezco tanto a ella como a la otra persona que me crio por todo lo que me enseñaron. Con ella me gusta ser comprensivo, por eso yo la quiero mucho, no hayo la forma o manera de expresarle mi cariño de hijo pero siempre la he querido”.

José: “es una gran madre, abnegada con sus hijos y con sus nietos. Cuando vivíamos en San Pedro siempre al pendiente de cómo estábamos nosotros los que vivíamos con mi papá, me recuerdo mucho de ese tiempo. Mi relación con ella es buena, siempre he tenido todo el respeto por ella. He aprendido de ella a ser una persona responsable, ella es muy empeñada en hacer cualquier cosa, no tiene límites para los logros. Es mi mamá y la quiero, le tengo mucho amor”. 

Roberto: “mi relación con mi mamá siempre fue chévere, tengo muchas anécdotas. Siempre se preocupó por nosotros, por darnos lo necesario, todo lo que tenía que ver con el alimento y el bienestar físico. Nos enseñó a respetar lo ajeno y todo lo que nos beneficiara. En cuanto al carácter, a veces chocábamos porque somos los más parecidos en cuanto a no querer ceder un poquito, en algunas cositas teníamos desavenencias pero son cosas normales. A lo largo de los años se ha esforzado y preocupado por todos sus hijos, así estemos bien grandotes. Verdaderamente no puedo quejarme para nada de mi mamá, todo lo que hacía era para el beneficio de nosotros. A pesar de sus años, siempre trata de que la familia se mantenga unida de una u otra manera, eso es importante, me hace recordar a mi abuela que decía la familia es la familia sea como sea, debemos estar cerca y unidos. Mi mamá mantuvo ese patrón y lo sigue manteniendo, eso es algo por lo que uno la debe encomiar. A pesar de ser una persona que no estudió, podemos saber que hizo todo lo que estaba a su alcance por todos y cada uno de nosotros”.

América: “una mujer que no se rinde, trabajadora y esforzada, muy sensible con el necesitado, a tal punto que se aprovechan de ella ya que cuando ve gente «pasando trabajo” como ella dice, piensa en los momentos difíciles que vivió y quiere ayudarlos. Me enseñó  que si alguien llegaba a la casa debía darle aunque sea agua, atenderla bien y darle de lo que uno tenía, sobre todo si sabíamos que la persona venía de lejos, seguramente tenía hambre, darle posada  y no dejarla ir sin una buena atención. Es de las personas que si se molestaba o no le gustaba algo no se ponía a pelear con la gente, sino que se iba callada y no volvía más,  esto más que todo era cuando trabajaba. De pequeña, yo vivía con mi papá y ella iba a la casa todos los días, cocinaba, ordenaba todo y después se iba a Las Adjuntas con mis otros hermanos. Una vez fuimos a Ocumare o Quiripital creo, con mi abuela Pastora, a ver a unos conocidos de ella y de mi abuela. Visitamos una vez a su madrina, creo que se llamaba Adelaida. Ella me cuenta que fue criada por un señor llamado Pablo y la señora era Julia Tejera, él era músico, dice que le enseñaron buenos modales, a respetar  a los mayores y si llevaba algo  a la casa le preguntaban de donde lo sacó y verificaban si era cierto.  Relata que el señor Pablo era amable con ella pero la señora Juliá si le daba palo. Julia fue la señora que le dijo  a mi abuela que le diera a Úrsula  y ella la ponía a estudiar, mi abuela trabajaba en el campo y tenía que ir a otro lugar porque se acababa la cosecha de café y así  era que trabajaba ella, entonces se la dio. Mi mamá cuenta que aprendió a leer por su cuenta, se iba detrás se la casa y se ponía a practicar, porque no le habían enseñado  ya que cuando la inscribieron en la escuela, las amigas de la señora Julia le decían que no la mandara más, porque si aprendía a leer luego se ponía a escribir cartas y se iba a enamorar. ¡Imagínate! Me llevo bien con ella, siempre ha sido apegada conmigo. Le gusta que la lleve a comprar telas y ver en las tiendas, detalla mucho las cosas, yo  dejo que vea lo que quiera aunque no lo compre  porque lo disfruta. Además hay  que tenerle paciencia así como ella la tuvo con los 10 hijos que crio  y  cargo pa´ arriba y pa´ bajo. Le fascina que la lleve a comer helados  y lo disfruta como una niña chiquita, se ríe y se los come contenta, eso después de caminar  y ver  cosas que le gustan. A pesar de no haber estudiado, siempre se las ingeniaba para obtener ingresos, hacia empanadas y vendía tortas. Cuando yo era pequeña ella compraba zapatos  y telas, los guardaba, cuando no tenía dinero me mandaba a donde una señora que era enfermera y le ofrecía las telas o los zapatos, la señora siempre le compraba y mi mama resolvía con eso. Recuerdo que cuando hice un curso de secretariado  me compró una máquina de escribir, una «maritsa 1300», la pagó  por cuotas  para que yo practicara en la casa. Una de sus cualidades es que quiere las cosas rápidamente y no le gusta esperar tanto para lograr algo. De ella he aprendido que hay que esforzarse para lograr las cosas y no rendirse. La amo y doy gracias a Dios por ella”.

Humberto: “me acuerdo cuando vivíamos en Las Adjuntas mi mamá me mandaba a comprar kerosene pa´llá pa´La Española. De niño me enseñó a obedecer y que si iba a una casa ajena no se me ocurriera ni agarrar una aguja del suelo sin permiso. Es mi mamá, lo más lindo y bello que tengo. Por ella siento amor, yo soy su hijo consentido. Te estoy hablando de la mujer más linda del mundo, mi madre bella, la quiero mucho y la amo”.

Margarita: “ella es de las que se pone nerviosa cuando quiere resolver algo. Me acuerdo que siempre me cuidó cuando era chiquita. El miércoles cumple años. A veces yo peleo con ella y otras ella pelea conmigo (risas). Me hace favores cuando se los pido pero muy poco la molesto. Yo la respeto y la considero aunque a veces me hace molestar. Es una buena madre, no es egoísta y es dadivosa.”

Eva: “la describo como una mujer virtuosa, trabajadora y luchadora a pesar de todas las cosas que ha pasado. Cuando estaba pequeña recuerdo que siempre estaba pendiente de nosotros, nos llevaba a la iglesia y nos hacía el desayuno. Mi relación con ella es buena, a pesar de algunas diferencias que hemos podido tener. De adulta me relaciono más y mejor con ella, he aprendido muchas cosas buenas de ella, que siempre hay que tener responsabilidad en todo lo que hacemos, es lo principal ser responsables. Siempre le pido que le dé larga vida y que cumpla todas las peticiones que tiene en su corazón, ella siempre dice que en su niñez y en su juventud no le fue bien. Entonces le pido a Dios que en su vejez le otorgue lo que ella desea y que le dé larga vida para que pueda disfrutarlo, sé que el Señor le tiene su recompensa por haber sido cómo es y pasar todas las cosas que ha superado. Siento por ella un gran amor y le doy gracias a Dios por haber tenido la madre que tengo”.

Ana: “la describo como una mujer fuerte, luchadora y muy amorosa. Recuerdo que siempre que salíamos para hacer sus diligencias me agarraba durísimo de las manos y no le gustaba subir escaleras mecánicas. Siempre me llevé y me llevo bien con ella. Conversa mucho conmigo, dice que me parezco mucho a su forma de ser y pensar. Siempre que estamos juntas me cuenta sus anécdotas y me gusta escucharla. Aprendí de ella a trabajar duro y a luchar por lo que quiero. A dar sin esperar nada a cambio, a no hacer daño a nadie. Nunca deja de aconsejarme por mi bien. Me enseñó a ser responsable. Siempre recuerdo que me dejaba salir e ir a reuniones y eso me gustaba mucho. En algunas ocasiones fue mi cómplice. ¡Siento por ella mucho amor! Me gusta cocinarle por qué sé que a ella le gusta todo lo que le hago. Me gusta consentirla darle sus teteros como le gustan. Y todo se lo hago con amor. Lo que más deseo es complacerla en todo lo que  ella quiera. Su anhelo es mudarse y el mío que se haga realidad. Por ella lucharé hasta que Dios me lo permita. La amo y la admiro por lo valiente que ha sido”.

Osiris: “esa señora es una mujer sin filtro, dice lo que sea, no le para pelotas, cuando lo siente lo dice, lo suelta y ya. Recuerdo que siempre me llevaba a mí para todas partes que iba, como yo era la más pequeña no me soltaba, yo era su llaverito. Era apegada conmigo, me defendía cuando los grandes me querían pegar o someter. Mi relación con ella es buenísima, ella conmigo es lo máximo. Siempre está pendiente de uno, nos enseñó a respetar y muchas cosas más. Conmigo siempre es apegada, soy su negrita chiquita, la amo y la quiero mucho. Le pido a Dios que le de vida y salud, ha sido una madre ejemplar para nosotros con todas sus cosas, es mi mamá y le doy gracias a Dios por tenerla como madre”.

            Los nietos son 15 y los bisnietos 8, algunos de ellos nos expresan recuerdos, amor y nostalgia por su abuela.

Rosmery: “es una mujer de carácter fuerte, echada para adelante y trabajadora. Se ríe durísimo y a carcajadas cuando quiere. Recuerdo que más pequeña me llevaba para acompañarla a hacer diligencias y siempre me decía que podía saber a dónde íbamos solo el mismo día, que antes no. También recuerdo varias salidas siendo yo adulta en las que me pedía que le comprara helado en barquillas, se las comía feliz, como una niña. Compartimos, hablamos, me cuenta cosas de su juventud; durante un tiempo solo a mí me dejaba limpiarle la zona donde tiene el marcapasos. Con ella he aprendido que se debe salir adelante y que hay que trabajar en el carácter personal para poder establecer buenas relaciones con otros. La amo”.

Yoanelys: “mi abuela Úrsula, una mujer Guerrera, única, fuerte, responsable y pulcra. Me llama Yoanelita o bambina. De pequeña siempre me decía que la acompañara a Catia y aunque no me gustaba ir, lo hacía para no dejar que se fuera sola, es un poco discreta no le gusta que todo el mundo sepa lo que hace o quiere hacer. Tiene una mata de mango afuera de su casa, de pequeña siempre le decía que me hiciera jalea o me diera mango,  los tumbaba con una lata que tenía un palo largo para poder alcanzarlos. Tiene una mala costumbre de que llega a dónde mi mama y le tumba la puerta como si la estuviesen persiguiendo (risas). Cuando me dice que le compre algo y me da el dinero me entrega cada billete a la vez y cada uno tenía su proceso. Decía cara, sellete, bello y lindo (risas). Le encanta comer sopitas, pan, torta. Siempre ha estado pendiente de nosotros, Sebas, Yoe y yo, la amamos con todo el corazón y le pedimos a Dios que le regalé muchos años más de vida y salud. Mi mamá siempre le hace sus teteros, fororo, avena y ella es feliz comiendo eso. Ursulita fue criada a la antigua y en la pobreza por alguna razón es quien es, una mujer que fue fuerte en su momento y salió adelante por sus hijos. Usa vestidos hermosos y largos, algunos hechos por mi tía Eva, pero ella es quien compra y elige su tela. Es un poco mística, bueno como toda persona mayor, así la amo.  Siempre me da besos en el pescuezo y eso me da cosquillas, me besa en la frente, en la mejilla y la nariz. Es un ser maravilloso, la amo con mi alma. Mi viejita hermosa no hay palabras que describan los especial que eres en nuestras vidas. Gracias le doy a Dios por elegirme y ser parte de tu vida”.

Yoenny: “mi abuela Úrsula es muy sencilla, hermosa y cariñosa al mismo tiempo, se preocupa por sus familiares, es bastante responsable y emprendedora. Recuerdos de ella tengo infinitos, todos muy buenos. Recuerdo escuchar sus anécdotas de cuando   fue niña, adolescente y cuando ya estaba mayor. Por las tardes iba a la casa de mi mamá y allí en mi cuarto se acostaba y me contaba esas historias, algunas que otras las repetía algunos días, pero a mí me encantaban, para mí era como vivir esa etapa dónde a los niños le cuentan un cuento antes de dormir, así como salen en las películas. No recuerdo que de pequeño me contarán cuentos, los únicos que veo de tal manera son esas experiencias de vida contadas por ella. Siempre que me contaba algo también me enseñaba una lección y me indicaba porqué debía hacer algunas cosas y que otras no debía hacer. Le gustaba buscarme bien temprano para ir al mercado a comprar sus verduras, frutas, y granos. Siempre que hablo por videollamada con ella me dice que cuando la voy a acompañar a hacer mercado, se me ponen los ojos llorosos al recordarlo. Los domingos, fijo me buscaba para ir a la iglesia, tenía una forma original de llamarme, era un grito donde alargaba la E de mi nombre y con cierta rima especial. Me gustaba mucho cuando preparaba guarapo, tiene años que ya dejó de hacerlo, siempre me viene a la mente cuando ella solía sentarse a cantar en la sala de su casa muy temprano en las mañanas, allí yo la escuchaba cuando era niño, cantaba unos coros cristianos de un librito de tapa verde, su voz era preciosa y de allí siempre quise aprender a tocar guitarra para ver si un día hacemos un dúo, ella canta y yo tocó la guitarra. Siempre que compraba pan y cambur me guardaba, sabe que me encanta y de hecho a veces era como su forma de pago por acompañarla a hacer sus compras. A esa viejita la amo inmensamente, nos la llevamos muy bien gracias a Dios, siempre hemos sido muy cariñosos entre ambos. Espero que muy pronto esté compartiendo con ella nuevamente y disfrutar de todos sus encantos, cuando detalla los billetes con su famoso: cara, sellete, ají, bello, bello (risas). De ella he aprendido que siempre hay que encomendarse a Dios, dar las gracias y congregarse en una iglesia pentecostal. Con ella también sé que siempre hay tiempo para todo, que hay momentos de rochela y otros dónde debo ponerme serio. Le pido a Dios que le de mucha salud y fortaleza, para que me pueda esperar, tengo un gran compromiso con ella y espero pronto cumplirlo si así es la voluntad de Dios”.

Dayan: “recuerdo las veces que iba a pedirle helados, ella tan amorosa y atenta me daba más de los que quería, terminaba dándome hasta para llevar. Siempre recuerdo lo especial que ha sido con Jesús y conmigo, también recuerdo sentarme  con ella a orar, son tantas cosas, que hoy con 27 años me hace falta ir a verla, abrazarla decirle cuánto la quiero y lo mucho que me hace falta un abrazo de ella. En navidad bajábamos a verla muy temprano siempre. La describiría como una luchadora, creyente, sabia y  con un corazón tan grande. Es una  hermosa mujer que me enseñó a tener fe, a respetar a mis padres por sobre todas las cosas. Hoy quiero decirle que la amo muchísimo que estoy agradecido con Dios por darme y tener a la mejor abuela, la más fuerte. Hoy más que nunca me alegraría volver a verla y desearía pedirle consejos como cuando era niño y desearía besarla abrazarla y decirle: ¿se acuerda de mí? Son tantas cosas que quisiera, sólo espero que Dios me permita volver a verte y pedirte que me abraces como cuando era un niño. Te amo abuela”.

Jesús: “con sinceridad, por el poco tiempo que he compartido con mi abuela lo que más me gusta son sus consejos y bendiciones cada vez me encuentro con ella. A mi abuela la describo como una de las mejores madres y abuelas, como ella ninguna, no hay nadie que le gane. A pesar de que no esté con ella,  amo mucho a mi  viejita,  me enseñó muchas cosas lindas, todas sus ideas me gustaban y lo que más recuerdo que me enseño fue a respetar a los mayores y más nunca lo olvido. Deseo que Dios me la bendiga, hoy, mañana y siempre. Mi abuela siempre será la mejor madre y abuela, es un ángel para todos en nuestra familia”.

Saíd: “es una mujer inteligente y cariñosa, está pendiente de uno. Siempre me pregunta Said qué haces o a veces me dice mira Saidson no te encarames ahí. Un recuerdo que tengo con ella es un día de mi cumpleaños que estábamos todos, compartimos con ella, ese día estaba contenta porque habíamos salido a pasear. Me llevo bien con ella y me ha enseñado muchas cosas. Siento por ella cariño, amor y que la adoro mucho. Le pido a Dios que le de mucha vida porque la quiero mucho, esa es mi viejita”.  

             A Úrsula le pido que me comparta algunos de sus refranes y me dice: “más vale pájaro en mano que cien volando” después añade uno, que nunca antes le había escuchado: “trabajo pasa un pobre en la casa de un mezquino, un niguatero en un baile y un borracho en un camino”. Después enumera sus gustos: “la comida que mucho me gusta a mí es el pollo, la pechuga, también el plátano y el queso, y una Coca-Cola bien fría. A mí por lo menos los colores rosados, los colores azul marino o azul cielo me gustan. Me gusta ponerme un vestido que me quede bonito y que me quede bien a mi cuerpo. Que me acomoden los pelos para mandarme a sacar una foto. De las flores, las rosas porque son bellas, las rojas y hay una rosada que es bien bonita, mi mamá tenía una mata grandota allá en la casa. Me gustan las músicas apasionadas como el vals o la ranchera, son muy bonitas pero ahora poco las ponen en la radio”.

            Dice que amigas no tuvo pero amigos sí, pero se reserva el nombre. “Es un secreto, puede ser que estén vivos y no quiero que los vayas a conocer (risas)”. Le consulto por el romance en su vida, me responde cuestionándome que por qué no le busco un nuevo amor en vez de estar preguntándole tanto por los amores antiguos. Siempre bromea conmigo que le busque un novio. “Mira cuando era pequeña mi amor era el papelón con el que colaban el café, me gustaba mucho comérmelo escondido. De joven me enamoré de un viejo, después no me enamoré pero viví con esa persona, enamorarse es una cosa y tener una relación es otra cosa. Al último me lo corrieron porque yo y que estaba muy vieja para vivir con él (risas).  Si yo quiero a alguien y ese alguien me quiere a mí, tenemos allí un poco de felicidad, tenemos que estar tranquilos. De qué le vale a unas personas que vivan juntos y se la pasen peleando, una gente así no debe vivir juntos, es mejor que cada uno se vaya por su lado”.

            La interrogo sobre la felicidad, ese bendito secreto, que cómo haría uno para ser feliz, primero me pregunta ¿tú eres feliz? luego añade: “si tú crees en Dios, vives tu vida tranquila y no le haces daño a nadie, tú puedes ser feliz porque no hay nada ni nadie que te acuse. Hay que disfrutar la vida y la juventud porque pasan rápido, hay que divertirse sanamente, comer, pasear y disfrutar todo lo que Dios nos repare porque después de esta vida no hay otra. Cuando recibí a Dios como mi salvador me sentí muy feliz, sentí un alivio, como si me habían quitado 100 kilos de peso del cuerpo. Ahorita estoy tranquila, siempre confiando en él”.

            Ya al final le pido le pido que me diga, del himnario su canto favorito y me canta completamente:

Halle un buen amigo, mi amado Salvador, cantaré lo que ha hecho para mí,

Hallándome perdido e indigno pecador me salvó y hoy me guarda para sí.

Me salva del pecado y me guarda de satán. Promete estar conmigo hasta el fin.

La victoria me asegura y elevo mi canción. Grandes cosas Cristo ha hecho para mí.

Yo sé que Jesucristo muy pronto volverá y entre tanto me prepara un lugar.

En la casa de mi Padre, mansión de luz y paz, do el creyente fiel con Él ha de morar

Llegando a la gloria ningún pesar tendré, contemplaré su rostro siempre allí.

Con los santos redimidos gozoso cantaré. Grandes cosas Cristo ha hecho para mí.

            A Úrsula, mi abuela materna, siempre le escribo algo especial en su día, tal vez nunca como ahora, hoy me desbordé de amor. Diferente no podía ser ante tamaña mujer. Tiene matices tristes, pasó por dificultades, otros silentes por lo que no quiere contar, siempre misteriosa, una estrategia femenina que nos ha sabido heredar. Después se aflora con esplendor en su gama tornasol, brillante, alegre y profundamente amorosa. Cuando me echa la bendición, me pide el pescuecito para besarme, cuenta los besos hasta el 20 como surtiéndome de cariño suficiente hasta el próximo encuentro.  Dios me la bendiga, me la guarde, me la ampare y me la favorezca, repite una y otra vez hasta que uno se va y le dice chao bambina.  Le gusta echar chistes picaros o soltar refranes jocosos y se muere de la risa. Se ríe bastante, tal vez demasiado para lo que ha vivido, así es ella, alegre y valiente, superándose a sí misma, a los obstáculos, como frenteando la vida con una gran sonrisa. Come muchísimo para el tamaño y la edad que tiene, dijo que en su cumpleaños quería comer pechuga de pollo, dos plátanos en tajadas y una Coca-Cola bien fría. Sus tortas tradicionalmente son caseras y de vainilla, sin nada más, así le gustan. Me acuerdo cuando me preparaba bollitos con mantequilla y queso, me servía un guarapito. A todos nos guardaba guayabas y mangos de unos árboles que ha tenido por años frente a su casa y cuida celosamente.  Así es mi viejita, puro corazón.

            A veces se torna nerviosa, quiere hacer las cosas como ella dice y ya, si quiere irse pa´la calle o si dice que se va, agarra y se va. Siempre me ha dicho: yo prefiero arrear burro que arrear gente y cuánta razón tiene mi vieja al respecto. Siempre anda con un misterio, diciendo el asunto y la cosa para no develar el enigma. Una vez se me enfermó y me asusté mucho, pero gracias a Dios no pasó a mayores y con un marcapaso se resolvió. Es muy delicada con ese aparatico y no le gusta que ni la toquen siquiera cerca de esa zona. Sinceramente no sé cómo hizo mi abuela para tener 10 muchachos y sacarlos adelante, con sus aciertos y desaciertos, son gente chévere y de bien. Es grande mi amor y profunda mi admiración por ella, una mujer que no tuvo un camino sencillo pero no se detuvo y lucho, incluso todavía lucha, aspira y tiene ambiciones, eso me inspira. Algo que jamás hace ella, es meterse u opinar de la vida ajena. Lo que hace constante y fervientemente es orar y cantar, himnario en mano. Me sé muchos de esos himnos gracias a ella. Es fiel creyente y celosa con el diezmo y las ofrendas, de lo mucho o de lo poco, la he visto infaliblemente apartar lo del Señor. Siempre me echa broma diciéndome y que le busque un novio, yo le respondo vamos a ver qué vas a hacer cuando te lo consiga de verdad. A Úrsula, la amo intensamente, la extraño, me da miedo perderla, me cuestiono si la valoro cómo es debido y trato de regresarle todo el amor que a lo largo de mis años depositó en mi corazón. Te amo viejita bella de mi corazón. ¡Felices 83! Que sean por lo menos 100 es lo que le pido a Dios. ¡Amén! 

4 comentarios en “Úrsula: hay que disfrutar la vida y la juventud porque pasan rápido, hay que divertirse sanamente, comer, pasear y disfrutar todo lo que Dios nos repare”

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