Giampiero: no hay que esperar por nadie para lograr lo que quieres pues muchas cosas no saldrán bien si no las haces tú mismo

           Giampiero es virtuoso, competente, capaz y bastante diligente. Sumamente familiar, de pocos amigos pero de los buenos. Fiel creyente y devoto de su fe. Dos cosas que le apasionan constituyen sus formas productivas: la mecánica y la carpintería. Nace un 26 de abril en Caracas. Hijo de Vito y Silvana, hermano mayor de Giampaolo y Gianluigi. Giampi, como es llamado cariñosamente por sus afectos, cuenta que no se dejó ver durante todo el embarazo; sus padres pensaron que se trataba de una niña a quien bautizarían Victoria o Penélope. El día de su nacimiento sorprendió a sus progenitores siendo varón así que acordaron nombrarlo así. Giampiero, por su ascendencia italiana, explica que en español sería Juan Pedro, agrega que Giam es  un diminutivo de Giovanni, nombre de su bisabuelo materno. Giampiero, nominativo varonil de origen italiano, se adjudica a la combinación de Gianni y Piero. Siendo así Gianni, Juan en castellano, es bastante popular en Italia, evoca un origen bíblico y su significado se asocia a la misericordia de Dios. Piero es la variante italiana del latino Pedro y se traduce firme como roca.

            Le encantan la pasta, los caramelos liquirizia, el cereal abci-too´s y las cotufas. Cuando era un bebé solo lo calmaba su chupón con miel, estrategia que descubrió su madre para contener su llanto. Noble desde pequeño; todos los viernes su familia compartía comida china en casa con amigos y él pedía a todos en la mesa que guardaran los pescaditos del arroz, como llamaba a los camarones, para su hermanito Giampaolo a quien le gustaban mucho eso fulanos pescaditos. Más grande, su papá le compraba los famosos muñecos Max Steel con todos sus accesorios, lanchas, motos, carros, helicópteros y aviones. Cuentan que era verlos a los dos jugar como un par de carajitos. Esos juguetes todavía están guardados en un baúl en casa de sus padres. Giampi se tatuó por primera vez escondido de su mamá pero fue estratégico porque incorporó el nombre de ella al tatuaje y eso terminó suavizando el regaño. Algunos lo catalogan de amargadito, aun así todos coinciden en que es buena gente.  De boca propia e incorporando perspectivas cercanas repasaremos su historia.

“Creo que mi infancia fue muy normal y corriente, asistí al mismo colegio desde preescolar hasta quinto año. Fui al parroquial, de ahí salieron mis amistades de toda una vida, uno de ellos es Cesar Lasso, el otro es Rubén Otero quien ya no está aquí sino en España. Después por Rubén conocí a Carlos Samudio y bueno fuimos los cuatro pa´rriba y pa´bajo durante la adolescencia. Una de las cosas más divertidas que hice de carajito fue un baile en preescolar que se llamaba el sancocho de la negra. Rubén y Cesar eran los niños musculosos, no me preguntes por qué eso era así, y yo era un pollito, (risas) conservamos buenos recuerdos y algunas fotos de ese día. La mamá de Lasso tiene una en un portarretrato en plena sala de su casa, bien de pinga, salimos los tres cuando éramos chamos. Cuando estaba en cuarto grado hice la primera comunión,  tenía como 10 años, de regalo mi abuelo materno me llevó por primera vez a Italia. Pude conocerla, volví a ver a mis nonnos, ya tenían tiempo que se habían ido de Venezuela, estaban allá cuidando a un tío que enfermó. Conocí a todos mis tíos y primos, tanto del lado de mi papá como del lado de mi mamá. Estuve como tres meses brincando, saltando y jodiéndole la paciencia a mi abuelo, un niño de diez años que por primera vez estuvo lejos de sus papás y nadie le decía que hacer. ¡Imagínate! hizo lo que le dio la gana; Rayé un carro por lo cual mi abuelo me dio una cachetada (risas) porque ya no aguantó más la malcriadez mía, son vainas que después de viejo uno valora”.

“Hice la confirmación como a los 16 años, estuvimos igual los muchachos, todos juntos, bueno Cesar y Rubén porque ahí todavía Samudio no existía en nuestras vidas. Cuando estaba en cuarto año tengo una anécdota, mi mamá se molestó porque yo sencillamente no quise estudiar más, yo lo que quería era puro trabajar, me parecía más importante que estar estudiando; raspé siete materias en el primer lapso, así que el problemón que me armó no fue nada normal, con todo y eso me quedó matemática. Luego en quinto año pasé como quien dice lisito, aprobé todas las materias hasta la de arrastre. Nos graduamos de bachilleres, nos fuimos a Margarita, fue el viaje de graduación y nos hemos echado una señora “pea” en casa de los tíos de uno de los panas, mezclamos Vodka Glacial con Frizzé, después tomamos Something Special, así que no supe de mí hasta el día siguiente, de ahí en adelante dije que nunca en mi vida volvía a rascarme, es la peor sensación del mundo. Después cada quien agarró su camino, presenté en la Simón Bolívar para Ingeniería, me faltó medio punto para quedar en Ingeniería Mecánica, me acuerdo que eran 52 puntos y yo saqué 51.5, a veces me arrepiento de no haber vuelto a presentar pero bueno”.

 “Después me fui tres meses para Italia con la expectativa de quedarme allá pero no me gustó la forma de vivir, era muy diferente a la de nosotros, me parecían raras las costumbres y preferí devolverme a Venezuela cuando se me acabaron las vacaciones. Luego estuve trabajando tres meses con mis papás, como para hacer algo, fue medio loco, como tener un año sabático. Después, Giuseppe, mi tío, me recomendó el IUTI en San Bernardino porque él estudió Administración Empresarial allí, también tenían el área de Tecnología Automotriz y bueno saqué esa carrera. En ese transcurso mi abuelo enfermó, ya cuando estaba en los últimos semestres me paraba a las 4 de la mañana para ir a entrenar y luego al trabajo a las 7. Antes del trabajo ayudaba a mi mamá con mi abuelo, lo llevábamos al médico, al traumatólogo, al fisioterapeuta, yo como era el mayor y el que manejaba, me encargué de él hasta que pude. Eso fue cuando trabajaba en la Toyota, estuve 6 años ahí y saqué los títulos que ellos me daban, hoy por hoy soy maestro en diagnóstico Toyota, certificado por Toyota de Japón con título y trofeo. Trabajaba de 8 a 5, de ahí me iba a la universidad que entraba a las 6, salía a las 10 de la noche y llegaba a la casa como a las 11 a preparar exposiciones, talleres, prácticas y la tesis”.

“En 2016 viví una de las peores experiencias: perdí a mi abuelo. Era un 19 de diciembre, habíamos ido de vacaciones familiares a Margarita para pasar navidad, no teníamos ni 24 horas de haber llegado cuando recibí la noticia de que mi abuelo había muerto. Tuve que montar a mis papás en un avión en la madrugada y venirme con mis hermanos, camioneta y todo el corotero desde Margarita hasta Caracas, para ayudar a resolver todo lo pendiente. Fue duro, es arrecho perder a tu abuelo, una persona que estuvo siempre presente, que además cuidaste durante bastante tiempo, fueron casi diez años de enfermedad. Unos meses antes me había retirado del taller y me puse a trabajar de manera independiente, volví como quien dice a mis raíces, porque yo lo primero que aprendí a hacer en realidad fue carpintería con mi papá. Él también lo primero que aprendió fue carpintería, luego fue que hizo una carrera al igual que yo de mecánica automotriz. Retomé la carpintería y la mecánica de manera personal, con mis propios clientes. Actualmente emprendí en el área de carpintería, Rosmery se empeñó y me impulsó a crear el Rincón de la Madera, porque con todo el tema de la pandemia, la mecánica se frenó un poco e iniciamos con ese proyecto”.

“En 2018 los padres de Samudio volvieron a Caracas y tomé la decisión de ir con ellos a visitarlo, él me debía un tatuaje, según iba a regresar seis meses después cuando se fue en 2015, pero bueno me fui a darle la sorpresa. Emprendí ese viaje con mi bala de plata, un Toyota Yaris, ese es el carro más fiel que he tenido yo en la vida, es lo máximo del chapulin (risas). Fuimos hasta Maracaibo, lo dejé donde una familia durante 2 meses cuando en realidad era por 15 días nada más. Conocí Barranquilla una ciudad muy bonita, Cartagena también, una ciudad espectacular. Ahí conocí al amor de mi vida, cosas del destino, Dios quizás movió sus hilos y nos lanzó a los dos en el mismo sitio y en el mismo momento. Pasé tiempo con mi mejor amigo, conocí gente muy agradable y me hice los tatuajes que tenía pendientes aunque quedé con expectativa de otros más. Luego volví y emprendí la relación con Rosmery Abigail Vielma Carrasquel, de Tatasciore ahora. El resto ha sido bombos y platillos, aunque en julio del 2019 perdí a mi abuela”.

“Después de haber pasado dos meses cuidándola con mis hermanos, me encargué de ella y mi familia pues mis papás estaban de viaje a Italia. Perdí a mi abuela, la que me crio y me enseñó absolutamente todas las cosas de religión que sé, me enseñó a rezar y a leer la biblia, y bueno cuando la perdí fue un golpe bastante fuerte. No quise aparecer por esa casa hasta que se la llevaron. Yo me encargué de todo el papeleo para que mi mamá pudiera pasar sus últimos momentos con ella y fue como que no me di cuenta de que había muerto hasta que ya habían cerrado la tapa del lugar donde ella está ahorita descansando. Allí fue cuando reventé a llorar, me di cuenta de que de verdad ya estaba muerta y no la iba a tener más nunca, evoqué ese instante y es un poco fuerte contártelo, fue un momento muy difícil en mi vida. Una de mis peores pesadillas es saber que en algún momento mis papás se van a morir, aunque es designio de Dios que los hijos entierren a sus padres y no los padres a sus hijos, es igual de jodido saber que los vas a perder. Ese momento va a llegar y no los vas a volver tener más nunca a tu lado pero bueno lo que depara la vida ya sabrá Dios, Él ya tiene escrito lo que nos toca vivir a cada uno de aquí en adelante”.

Rosmery, su esposa, lo describe bondadoso, con el corazón de un niño, dice que es un hombre maravilloso, sumamente creativo, capaz y resuelto. Afirma que Giampiero es muy inteligente y que sus manos están benditas, que es capaz de ordenar y crear muchas cosas bonitas y de reparar, ¡ni hablar! Rosme relata que él por ella subió al parque El Calvario y anduvo en metro de Chacao a Capitolio, acampó en el bosque de pinos con bajas temperaturas y se emparamó de pies a cabeza. Aunque no le gustaran mucho esas ideas, lo hizo por ella. Cuenta que se quita el suéter para dárselo cuando hace frío aun y cuando ella no tiene frío y que aunque le cuesta compartir los caramelos liquirizia con los demás, a ella se los da sin reparo, la deja comerse todos los que quiera. Le sirve la comida primero y la trata como su reina. Es su amor, la llena de felicidad y la complementa en todos los sentidos. “Giampiero es un hombre maravilloso, con un gusto natural por el sol y el calor. Ve un rayito de su luz y se explaya como una salamandra a disfrutarlo y resulta un disfrute mirarlo ahí. En el frío, no se mueve mucho «se le mete en los huesos» y se amarga rapidito pero, cuando está en su elemento, provoca verlo. Se mete en un carro y se mancha grasa sin asco alguno, se mata por dónde le habrá quedado un tornillo que hace nada tenía en la mano y por las movidas eventuales que alguien pudiera hacer de las herramientas. Frente a cualquier trabajo, se planta de frente, mira, se pregunta cómo lo va a resolver, se responde como si nada, como si hablarse fuera la solución natural a su proceso creativo. Empieza, se para de nuevo y uno constata que le vino una idea aún mejor. Su capacidad de manejarse en el espacio es otro aspecto a su favor, mira un espacio y mira lo que debe ocuparlo y ya sabe si cabe o no y cómo acomodarlo, organiza de forma impecable, bien presentada y práctica cualquier mueble para alimentos, la maleta de un vehículo, una gaveta de herramientas; es como un jugador maestro de tetris”.

Añade: “Se destaca en lo que le interesa; la pasta le queda excelente e igual las salsas. Disfruta ver vídeos de mecánica,  armado de muebles y equipos y cosas por el estilo. Es noble y tiene un corazón gigante, su amor se expresa más con hechos que con palabras; cotidianamente él está ahí y sus actos te lo dejan saber. No hay que decirle mil veces lo que hay que hacer, se levanta temprano, trabaja y no presta atención a los malestares. Se le quitan, haciendo. Es terrible pagador de apuestas, difícil de vestir y no tan de humor para lo social; sumamente desinteresado en el sentido de sí mismo, no es vanidoso y puede mantener en uso una camisa por años. No se apega a lo material pero, valora la historia que acompaña a los objetos. Ha sido un señor desde muy pequeño, un señor con una madurez determinante. Me lanzo por todos los barrancos y escalo las más escarpadas montañas por este hombre que la vida me regaló; me conmueve su gentileza, el amor que profesa y guarda aún en el orgullo; lo respeto y admiro porque respeta profundamente sus maneras y convicciones y no las negocia. Tiene un corazón grandísimo, lo miro jugando con Oli y me parece otro niño, amable, divertido, noble; lo escucho hablarle a Agatha como si nada, como si fuera obvio que ella lo entiende y me salta el corazón por dentro; más aún cuando la veo correr a su llamado como si estuvieran juntos de toda la vida”.

Giampaolo su hermano también tiene mucho que contar sobre Giampiero: “él fue hijo único por 5 años hasta que nací yo, se sintió celoso, tuvo que compartir sus juguetes y cuidarme porque era alérgico al polvo y a los animales. De niños siempre lo metía en problemas, hacía las cosas y le echaba la culpa a él porque yo era el chiquito de la casa. Cada uno tiene su personalidad pero, siempre ha sido un ejemplo a seguir para mí. Es un hombre hecho y derecho que hace y está capacitado para hacer de todo y más. Tiene un carácter muy fuerte, tiene su forma particular. Cuando se trata de darlo todo por una persona lo hace, para él es muy importante mi mamá y mi papá y nosotros, sus hermanos. Ahora en su vida está Rosmery, su esposa y da la vida por ella. Siempre ha sido fanático de los carros y la velocidad. Tuvo una adolescencia rebelde, siempre ha sido reverso a lo que dicta el mundo, siempre ha hecho las cosas a su cabeza, le pueden salir bien o mal, pero aprende de sus errores. La vida le ha puesto retos y los ha podido superar. Siempre ha sido una persona muy bohemia también rockera y de funk, tuvo su época de usar pulseras, anillos y collares. Al final a siempre ha sido de buen carácter, los amigos que tiene es porque lo quieren porque si le caes mal te lo dice en la cara. Tiene un amor con nuestra sobrina que es como nuestra hija, cuando nació Michel todos nos enamoramos de esa niña; Giampiero la adora y ella ama su barba. Estudió y trabaja en lo que más quería. Desde mi adolescencia salíamos juntos, andábamos con los panas de él o con los míos, siempre hemos sido más unidos porque Gianluigi es más niño, le gustan cosas diferentes. A Giampiero y a mí nos gusta prácticamente lo mismo. Siempre hemos estado juntos, hemos tenido momentos buenos y malos, cuando no nos gustan las cosas nos las decimos en la cara. Siempre ha sido una persona con la que uno puede contar, no importa lo que pase siempre está ahí para uno, trata de que estemos siempre unidos, aunque yo soy el hijo del medio, esa cosa pegajosa que mantiene la familia unida (risas). A fin de cuentas Giampiero es un todito mix, 28 años bien vividos, espero que sean muchísimos más y que me dé muchos sobrinos.”

Giuseppe, su tío, se esmeró en relatarnos a su querido Giampi, como un afecto que ha estado recurrentemente en su vida: “conocí a su mamá, Silvana, a quien llamamos la niña, hace más de 45 años; estudiamos juntos y nuestra amistad siguió por todos estos años, Silvana conoció a Vito se hicieron novios y se casaron, yo fui uno de los padrinos y me monté en la limusina de la boda (risas). De esa unión nacieron 3 retoños, los Giam: Giampiero, Giampaolo y Gianluigi, como podrán darse cuenta la niña y Vito tienen mucha creatividad para poner nombres”.

 “Giampiero el primero de los muñecos, como le dice la Silvana a sus hijos. La noche de un viernes cualquiera, como de costumbre, solíamos comer comida china en casa de los esposos Tatasciore, de repente la niña nos comunica que estaba embarazada y por supuesto la alegría fue apoteósica, porque era la primera del grupete que iba a tener un bebé. Después de unos meses y con todos los preparativos un domingo 26 de abril nació un varón. Giampiero de bebé era llorón, su mamá descubrió manera de calmar esa lloradera, el famoso chupón con miel. A la niña y a Vito se le podía olvidar hasta la leche y los pañales, pero nunca, nunca, el chupón y el gotero con miel, eso era la anestesia para ese niño, era la única manera en que dejaba de llorar. Por eso yo creo que después de tanto dulce se volvió un “vomitín”, porque tiene el peor carácter de los tres retoños, pero también puedo decir que es el más noble de los Tatasciore, ojo dije noble, pero lo llaman Barnie porque es pichirre como él solo, claro cuando le conviene, él no es bobo”.

“Recuerdo una anécdota; otra vez comida china en casa de los Tatasciore un viernes en la noche, él guardaba y pedía a todos en la mesa que guardaran los pescaditos del arroz (camarones), para su hermano menor Giampaolo porque le gustaban los pescaditos. Otra anécdota es las peleas de Vito con Giampi, ojo peleas sanas; eran porque Vito le compraba juguetes y los famosos muñecos Max Steel con todos sus accesorios: lancha, moto, carro, helicóptero, avión y demás. Vito jugaba con los muñecos y no dejaba jugar al niño, (risas), mentira,  jugaban los dos como carajitos. El papá le decía cuidado me dañas mis juguetes y me los rompes, imagínense, creo que todavía están guardados en un baúl en su casa”.

“Él siguió creciendo como un niño normal, pero vomitín, amargado y Barnie, (risas) en una familia feliz. Llegó la adolescencia, que yo llamo aborrescencia y por supuesto más vomitín se convertía (risas), empezaba a salir con los panas del colegio. Recuerdo el nombre de algunos: Rubén, Cesar y Carlos. Un día me dice, tío ¿me prestas el apartamento de la playa? que voy con unos panas y unos culitos, le dije que no había problema, pero que estuviera mosca; se fue con sus panas y me sorprendió que dejó la casa más limpia que cuando la encontró, súper ordenada. Gracias a mamá Silvana él siempre fue un muchacho correcto y no hizo desastre, de allí en adelante me di cuenta que Giampi ya se había convertido en un gran joven, digno de mi confianza”.

“Pasaron los años y seguía creciendo, llegó la graduación. Me dijo tío voy a estudiar mecánica y le indiqué que donde yo estudié daban esa carrera, fue averiguó y se inscribió, con dedicación, esmero y esfuerzo sacó su carrera universitaria. Recuerdo de esos años que Giampiero al inicio no tenía licencia y para él montarse en el Metro era ¡estás como loco! ¡Primero muerto que bañado en sangre! (risas). Mamá Silvana lo llevaba y lo buscaba a diario, luego llegó la liberación con la tan añorada licencia, desde ese momento empezó a ir solo. Los chamos habían crecido, pero mamá Silvana y papá Vito, siempre atentos y con las alas abiertas en señal de protección, no destetaban a los muñecos. Los fines de semana venían a mi casa a ver películas, yo hacia arancinas y caponatina. Silvana, con sus dotes de gran cocinera, hacia pizza, pastas, entre otros. Así pasaban los años, en mi casa, en su casa, en la maderera, en la playa, Vito haciendo parrilla, todos haciendo salsa menos Vito que solo exprimía los tomates (risas), también las hallacas, rosquetes y limoncello, todo siempre en familia”.

“Un paréntesis, hablando de playa, recuerdo una vez que bajamos a La Guaira y la policía detuvo a Giampi, Giampa y a Maiker, aunque ellos dicen que fue por Maiker el negrito pero no es así, era por un control. En cuanto Silvana se dio cuenta y vio que pararon a los niños, tenían que ver a mamá gallina el brinco que pegó, fue como de 50mts y tipo mujer maravilla le cayó al lado de los funcionarios y bueno imagínense lo que pasó. Los policías nos dejaron ir porque mamá gallina se puso intensa, dejemos el cuento hasta ahí mejor.

Uy se me olvidaba el cuento del tatuaje, ¡Dios! ¿Cómo decirle a su mamá que se hizo un tatuaje a escondidas? Recuerdo que íbamos a la playa y no se quitaba la franela, Silvana decía éste está loco, con el calor que hace y él en franela, se bañaba en franela en la playa y Silvana ni se imaginaba el secreto. Recuerdo que en un cumpleaños de él en la Maderera, su tía putativa Maryorie y yo le dábamos unas pistas a Silvana y ella ni pendiente, no cayó nunca, hasta que días después se enteró y bueno pues no les quiero contar el drama de pasión y dolor, nos llamaba traidores a todos los que sabíamos el cuento y no le habíamos dicho nada. El pobre Vito se chupó lo peor, aunque después de berrinchar se quedó tranquila porque él muy pilas le puso al tatuaje el nombre de su mamá y así se la tuvo que calar (risas)”.

“Un día la mamá me dice que Giampi se va a Cartagena, a casa de su amigo Carlos, que era por poco tiempo; bueno eso se convirtió en meses y ya entendemos el por qué, allí conoció a mi nueva sobrina, Rosmery. Imagínense que mamá gallina y papa gallino le dieron un ultimátum para que regresara y el retoñito tuvo que dejar al amor de su vida y regresarse al nido Tatasciore Reale; como su amigo Carlos es un gran tatuador y el niño Giampi ya se había marcado con su primer tatuaje, se hizo otro y otro tatuaje, pero esta vez de la mano de su pana, por cierto excelentes quedaron. Giampi regresa y a los meses sus padres salen de viaje, señores por primera vez papá gallino y mamá gallina dejan a sus retoños solos en casa, ojo solos no, yo, su tío estaba pendiente. Llegó el día de su cumpleaños y le dije que viniera a la casa a comer, pues sorpresa me trajo a mi sobrina nueva, quien por cierto le hizo una torta espectacular y sabrosa, punto a su favor. Pues ese día conocí a quien fue luego su esposa, debo confesar que lo vi muy enamorado y pensé que ella, como es Psicóloga, podría calmar a esa fiera (risas). Disimuladamente le tomé una foto y se la envié a mi amiga y hermana Silvana por whatsApp hasta Italia  y le dije he allí tu nuera (risas). Debo confesar que le comenté, se ve una buena muchacha y Giampi está muy enamorado, yo sí creo que hay corazón, pues helos aquí casados ya”.

“No voy a seguir contando por ahora más nada, porque me explayo y serán hojas y hojas. En resumen, mis amigos formaron una linda familia de buenos principios, a tres grandes jóvenes: Giampiero que es amargado, Barnie agarrado, asquerosito, celoso, detallista, bastante hábil con las manos, inteligente, ordenado, trabajador y buena gente entre otras grandes cualidades. Al del medio, mi ahijado Giampaolo, futuro ingeniero, desordenado como nadie y como todos, desprendido, despreocupado, celoso, inteligente, trabajador, tramoyero, inventador de cuentos y  también con muchas cualidades, y al pequeño gran saltamonte Gianluigi, el futuro cocinero de la familia, por favor cuando montes el restaurante, me tienes que hacer una comida especial de esas que solo tú sabes hacer, un joven ordenado, medio cobero, tramoyero, también de gran corazón y muy buena gente”.

“No puedo terminar este relato sin hacer una referencia especial a unos seres que fueron importantes en la vida, formación y educación de los Tatasciore Reale, en especial con Giampi. La abuela paterna Sra. Teresa Cutrone de Tatasciore que con su dedicación también le dio buenas enseñanzas y costumbres. Su abuelo paterno Sr. Antonio Tatasciore, hombre de gran corazón, trabajador incansable en su sastrería en Chacao, quien también fue pieza fundamental en el crecimiento de Giampi. La Sra. Maruca Hernández de Reale, abuela Materna, quien entre otras cosas, le enseñó los principios religiosos como a todos sus nietos. Por último, y no menos importante a mi otro papá, el Sr. Michele Reale Mercurio, de quien puedo decir se trató de un ser de luz, maravilloso, trabajador incansable, hombre de familia; sus hijas y sus nietos fueron lo más importante en su vida, luchador por los principios, jodido de carácter pero muy noble de corazón, estoy seguro que Giampi aprendió mucho de sus enseñanzas. Creo que su alma al igual que la de Maruca estuvieron presentes en su matrimonio, como están al lado de todos nosotros siempre, viendo coronado uno de los anhelos de Vito y Silvana, tal vez le susurrarían en el oído: misión cumplida hijos”.

Giampiero destaca entre sus aprendizajes de vida que no hay que esperar por nadie para lograr lo que quieres pues muchas cosas no saldrán bien si no las haces tú mismo. Para él su familia es muy importante: “lo son todo, son mi pilar, de quienes obtuve los fundamentos de quien soy, de donde vine y a donde voy. A mis papás los llevo hasta en mi piel, tatuados justo en mi espalda, como siempre empujándome a ser mejor. A mis hermanos los llevo de la mano en todo lo que tenga que ver con transmitirles mis experiencias para que no cometan mis mismos errores y no se detengan en ellos, sino que sigan adelante”. Su esperanza en el futuro es que caiga la tiranía y que Venezuela resurja. Desea junto a su esposa lo mismo que aspira cualquier matrimonio: vivir felices y morir de viejos y juntos.

A Giampiero lo conocí primero yo, era marzo del 2018, fue en la Clínica Razetti, ambos fuimos como voluntarios a donarle sangre a la abuelita de nuestro amigo Cesar Lasso. Yo por referencia de otro buen amigo en común: Carlos Samudio. Aquella mañana caraqueña en la que me topé con mi futuro cuñado parecía muy normal, aun sin imaginarlo hubo simpatía entre ambos. Pasó que Giampiero no pudo donar por el resultado de su tipo de sangre, ese día le indicaban pertenecer a un grupo distinto al cual él pensaba que pertenecía de toda la vida. Nos resultó muy particular, pero pensamos: ¡Bueno! son cosas que pasan. Yo vivía en Cartagena en ese entonces pero estaba en Caracas solucionando unos pendientes, pronto iba a regresar. César también estaba y ambos me comentaron que tenían la intención de viajar en agosto a visitar a Carlitos. Quedamos en que seguramente coincidiríamos allá para compartir alguna comida, café, paseo o rumbita, pero algo de eso hacíamos. Siempre me ha gustado donar sangre, siento que es dar de lo más profundo de ti para ayudar a otros. Otra cosa que me apasiona es viajar, te cambia la mente y la perspectiva de la vida. Reseño el poder de la sangre y la maravilla de viajar porque son dos elementos trascendentales en el rumbo que tomó su vida. Giampiero sí viajó a Cartagena en agosto y por esos aciertos de Dios y de la vida misma, yo había invitado a Rosmery a pasar las vacaciones conmigo. Estaba muy feliz de pasar tiempo juntas, me entusiasmé, ahora entiendo que tal vez no fue lo suficiente siendo ese, el viaje que le cambiaría la vida por completo a ambos. Entonces Cartagena de Indias hizo su magia y los unió, regalándome a través de mi hermana de sangre a un hermano de corazón. Sé que estaban destinados a conocerse, a ser el uno para el otro, cualquiera que pase un ratito con ellos lo podría intuir prontamente. Igualmente me gusta pensar que fui uno de esos instrumentos que Dios usó para unirlos, que fui una pieza clave en ese encuentro. Giampiero eres un hombre entregado, noble, valiente, familiar y talentoso, reconozco en ti grandes cualidades para asumirte amorosamente mi cuñado. Celebro que siempre nos hemos llevado bien y mantenemos una bonita amistad. Pido a Dios que bendiga tu andar y su matrimonio. En mí siempre encontrarás amistad y amor. 

3 comentarios en “Giampiero: no hay que esperar por nadie para lograr lo que quieres pues muchas cosas no saldrán bien si no las haces tú mismo”

  1. Siempre que conozco al personaje, como que disfruto más la historia. Todas las anécdotas me hicieron reír muchísimo. ¡Gracias!

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