Vielma Carrasquel: un matrimonio extraordinario

     Los esposos Vielma Carrasquel afortunadamente hoy festejan 40 años juntos. Un noviazgo de 5 primaveras y un matrimonio que cuenta con 35 vueltas al calendario se escribe sencillamente, lo complejo ha sido abrir y transitar todo un camino de la mano. Toneladas de cariño, pasión, paciencia, conversaciones, discusiones, esperas, concesiones, lágrimas, abrazos y besos. Su fundamento es la presencia recurrente de su amado Dios en sus vidas, rebozando sus corazones de inmenso amor. Ella es toda ternura, entrega y paciencia, él por su parte es fortaleza, capacidad y acción, ambos apasionados por Cristo. Han sabido entrelazar sus virtudes, hilvanan una magnifica esperanza en el verdadero amor. Se hicieron novios un 19 de abril de 1981, románticos como son, se casaron un Día de los Enamorados en 1986. Fruto de su amor nacieron sus 2 hijas, Roysbel America, la mayor y Rosmery Abigail, la menor. Afirman que ambas son su orgullo y su mayor logro. Su vida matrimonial transcurre mayormente entre Caracas, Mérida y Portuguesa. Ahora viven en Caracas con sus 3 gatos: Apolo, Diogo y Chocolate. Son cristianos, profesan el evangelio con sus labios, lo atesoran en su corazón y lo practican en su diario vivir. Son ministros de Dios, pastores, líderes, maestros de la palabra y servidores de la iglesia. Han viajado mucho juntos, dentro y fuera de Venezuela. Actualmente ejercen su ministerio en el Centro Cristiano para las Naciones. Son fundadores y siervos activos de Info Ciudadano Solidario, proyecto que apuesta por Venezuela, difunden información de las comunidades, además de captar recursos para facilitar alimentos e insumos a ciudadanos con diferentes necesidades en medio de la crisis económica y social que atraviesa la nación. Creen profundamente en el amor de Dios. Afirman que la clave de un matrimonio sólido y longevo son el amor, el respeto, la admiración, la sabiduría y la fe en Dios. De cara al futuro aspiran envejecer juntos, disfrutar de sus hijas y nietos, mantienen gran expectación en seguir trabajando en aquello que resulta su pasión y su elección: servir a Dios.

            Febrero es el mes en el cual se celebra ese amor que es necesario practicar cada día del año. Para la familia Vielma Carrasquel resulta bastante especial ya que se conmemora el Aniversario de Bodas de Carlos y América. Así que esta reseña de Extraordinario Soy será bastante singular, trata de plasmar en una historia de vida aquel valor tan grandioso como intangible: el amor. Al inicio su relación pudo ser difícil, ellos probablemente no tenían la madurez para distinguir ciertas cosas. En ese momento algunas personas de su entorno no avalaban su unión quizás por tradicionalismos religiosos, pero gracias a Dios no faltó gente de bien que los orientara. Con el paso de los años incrementó su madurez y ellos mismos supieron elegirse el uno al otro, decisión que resultó en una fantástica trayectoria que todavía se cuenta hoy y sigue prometiendo demasiado para el mañana. Carlos es puntual y preocupado por el manejo del tiempo, América es totalmente atemporal y definitivamente en sus días lleva un ritmo muy diferente. Ella se duerme de inmediato, donde sea y tiene el sueño pesado, él precisa de oscuridad y silencio, tiene el sueño livianito. Ella es calma y sosiego, él agilidad y prontitud. Los dos son eficientes con la palabra, él más en la oralidad y ella más en la escritura. Carlos siempre la apura y América siempre le dice que no se dé mala vida. Él la protege y le facilita la vida, ella responde atendiéndolo con esmero y dedicación. Sus discusiones son más que todo porque Carlos ya está listo para salir y América no o porque Carlos no sabe dónde está algo y América siempre lo encuentra. De viva voz cada uno cuenta su versión de este amor, vinculo de dos seres contrariamente parecidos a quien Dios unió en un solo corazón.

            Carlos: “era la semana santa de 1981, el mes de abril me acuerdo, cuando un grupo de jóvenes de la iglesia hicimos unas ventas aprovechando las fiestas espirituales y procesiones que se celebran en esa temporada. Decidimos vender empanadas y huevos sancochados, recuerdo que compramos los huevos, harina pan y el relleno para las empanadas. Estaba Carlos Manuel, Federico, Miquelena y América, quien también iba a esas jornadas. Empecé a notar que ella me ponía una arepita o una empanada en la olla de huevos sancochados que iba a vender yo, me fijé en ese detalle de su parte. Ella cargaba puesta una franela que decía: “Mañanita amo tu limonada” dentro de un corazón, recuerdo que ese día me atreví a decirle que quería cambiar la frase que había en ese corazón”.

            “En el 80 yo pensaba que América era novia de mi primo Carlos Manuel, porque siempre estaban, hablaban y hacían las tareas juntos, ellos estudiaban 3er año y yo estaba en 2do año, entonces pensé que eran novios y no me habían dicho nada. Yo era secretario de la Escuela Dominical en ese entonces, un domingo en medio de la supervisión de las clases de jóvenes, subí y me encontré a América allí y le pregunté: ¿hay algún muchacho en particular que te guste a ti en la iglesia? Y me dijo: ¡Tú! Yo era muy tímido, salí corriendo y me fui, la dejé hablando sola. No le toqué más el tema hasta el siguiente domingo que de pronto tuve ganas de ir al baño y coincidimos en el estrecho pasillo hacia los baños de damas y de caballeros, cuando yo iba al baño, ella venía. Bueno nos volvimos a encontrar y le dije mira quiero que seas seria, en realidad ¿qué muchacho te gusta a ti en la iglesia? y ella me dijo tú, se me quitaron las ganas de orinar y me devolví, no hablamos más del tema hasta aquella semana santa del 81, cuando le referí modificar la frase en su franela de corazón”.

            “Le dije me gustaría que ese corazón dijera América, amo tu forma de ser. Yo siempre he sido muy rápido y determinado para todo. En ese mismo instante le pregunté si quería ser mi novia, eso fue exactamente un 19 de abril del 81, y como me dijo que sí, inmediatamente fuimos a hablar con el pastor Humberto Ramírez para que supiera y pedirle su bendición. La oración que hizo, cuarenta años después la recuerdo como que si fuese hoy, oró por nosotros para que el Señor nos dirigiera, nos ayudara y nos librara en todos los inconvenientes que íbamos a confrontar en la vida. Salí de esa reunión y me fui inmediatamente a hablar con la mamá de América, la hermana Úrsula, todo eso el mismo día. Le dije que su hija era mi novia y que tenía buenas intenciones con ella, a la señora no le gustó mucho y expresó una frase un poco incómoda para mí, me molestó mucho porque me dijo: “yo pensé que mi hija se iba a enamorar de un hombre”. Entonces me acuerdo que le hice una narrativa a Doña Úrsula de cómo yo había asumido con hombria junto con mi mamá el criar a mis hermanos menores, trabajar, ser responsable y estudiar, sin embargo con todo y discurso no logré convencerla. Pero bueno América y yo seguimos, empezamos a salir a vernos, en eso se nos pasó un año”.

            “El 19 de abril pero de 1982 yo iba junto con Carlos Manuel rumbo a Calabozo a predicar en una campaña. Andábamos en un autobús de Expresos Los Llanos, en la vía de la represa nos pararon y resulta que era la recluta, él tenía 19 años y yo tenía 18, nos bajaron a los 2 y nos llevaron a la jefatura y después al conscripto de San Juan de los Morros. Quiero hacer un inciso aquí, apenas América y yo nos hicimos novios yo quería casarme, pero yo era menor de edad, tenía 17 años, así que hablé con mamá para que ella me sacara la carta de soltería. América no tenía muchas ganas de casarse en ese momento pero yo sí estaba muy entusiasmado. Resulta que mamá no pudo sacarme la carta de soltería porque en mi partida de nacimiento figuraba como Isabel y en su cédula aparecía como Jetzabe. Así que tuve que iniciar un juicio de rectificación de partida de nacimiento con el Dr. Pino, eso se demoró todo ese año y no me pude casar, justo al año siguiente me reclutaron. Fuimos al cuartel, pagamos el servicio militar, fueron 18 meses hasta que salimos. Yo quería casarme cuando salí pero America no se quería casar yo insistía e insistía pero ella que no, que todavía no, así nos echamos 5 años de novios. Pasaron muchas situaciones complejas difíciles como aquellas por la que había orado el pastor Humberto Ramírez para que permaneciéramos juntos. Hubo un punto en mi vida en que eran tanto los problemas que tenía y América sin querer casarse de inmediato, así que empecé a alejarme de ella”.

            “Un día mamá me preguntó sobre qué iba a hacer, me dijo que América vino para acá llorando, así que llegó el punto en que la confronté y le dije o te casas conmigo o esto se acabó. Yo no iba a seguir en ese plan, ya eran 5 años de noviazgo. En ese momento yo estaba haciendo un curso de policía, un día en clases me llamaron que ella estaba ahí, fue y me dijo que se quería casar conmigo. Yo me retiré de ese curso y así fue que nos casamos el 14 de febrero de 1986 en la Jefatura de San Juan. Solamente asistieron a nuestro matrimonio, mi hermana Zulay que estaba embarazada de Adriana, me acuerdo que ya estaba bien barrigona, Editza Rivero y el pastor Cesar Burguillos. De la familia de América no asistió nadie. Mi mamá no pudo ir porque estaba atendiendo el restaurancito en Catia, yo trabajaba con ella también, así que salí de casarme a servir comida allá con mi mamá y Zulay se llevó a América para donde ella vivía. Logramos juntar una platica y nos fuimos de luna de miel para Mérida, recuerdo que compartimos muy dulcemente en ese viaje. También estuvimos con el abuelo Diógenes. Hubo un día que él tenía que ir a La Azulita a buscar una carga, nos invitó para que lo acompañáramos y tuvo un gesto muy especial para con nosotros deteniéndose en un restaurancito para que pudiéramos comer arepa de trigo con cuajada, eso lo tengo grabado en mi mente como si hubiera sido ayer. Así empezamos, en la luna de miel nos embarazamos de Roysbel, así que llegamos a Caracas y empezamos a luchar la vida y a formar nuestra familia. No fue fácil, fue muy difícil al comienzo porque cuando uno se casa como nosotros, con una mano adelante y otra atrás no es sencillo. Sin embargo Dios nos ayudó, conseguimos mucha gente en el camino que nos bendijo, por quienes agradecemos al Señor y le pedimos que los bendiga a ellos también”.

            “Para mí el matrimonio es la institución más importante que existe sobre la tierra, creo que por eso es tan atacado y muchas veces desvalorizado en todos los sentidos, no solamente por el divorcio sino por el enfriamiento del amor entre las parejas. El afecto, los sentimientos y la costumbre, todos esos son elementos que si no se manejan adecuadamente atentan contra el matrimonio. Yo he tenido que luchar, América ha sido mucho más estable que yo, admito que he tenido ganas de salir corriendo, en ocasiones me ha pasado eso, parece que me hacía peso todo lo anterior que había vivido. Doy gracias a Dios porque me amarré bien los pantalones y pude seguir adelante, además por la comprensión de América, su paciencia, nunca me recriminó ni me echó en cara nada, ha entendido los momentos difíciles que he afrontado. ¡Gracias a Dios estamos aquí! El matrimonio es estabilidad, es progreso, es familia y agradecemos todo lo que hemos construido, que tenemos dos hermosas hijas, que son unas mujeres grandiosas y Dios nos regaló una 3ra hija que es Raymar. Aquí estamos, hemos compartido momentos muy especiales, hemos recorrido Venezuela realizando la obra misionera también de vacaciones y lo mismo cuando hemos viajado al exterior. Recuerdo especialmente el viaje que hicimos los 4 en familia a Republica Dominicana, fue una experiencia muy agradable, todavía está muy fresca en mi memoria. De verdad que yo quisiera que todo el mundo se casara, que pudieran establecer familias sanas y firmes, que pudieran sobreponerse a todas las dificultades que implica hacer vida juntos. Honro al Señor por permitirme alcanzar 40 años con América, la enaltezco y reconozco su fortaleza y amor en nuestra relación. Este domingo celebraremos nuestro amor y esta unión en la presencia del Señor, paseando y comiendo algo sabroso. Por América siento profundo amor, respeto y admiración. Esas son las claves del matrimonio: amor, respeto y admiración. Veo mi matrimonio de cara al futuro, envejeciendo juntos, disfrutando de los nietos y trabajando en lo que nos gusta y hemos escogido que es servir a Dios”.

            América: “Carlos y yo nos conocimos en la iglesia. Mi tía Algimira  nos predicó, nos llevó a El Buen Samaritano y allí con él tiempo lo conocí. Él era superintendente de la Escuela Dominical, una vez compartimos en unas ventas que hicimos para comprar una batería para la sociedad  de jóvenes, hacíamos empanadas, café y huevos sancochados. Allí también estaban Federico y Carlos  Manuel. Yo siempre hablaba con Carlos Manuel y  Carlos pensaba que éramos novios. Poco hablaba con él pero comenzamos a conversar y él me pregunto si me gustaba algún muchacho en la iglesia, yo le dije que él. Con el tiempo nos hicimos novios, hablamos con el pastor Humberto  el oró por nosotros y nos dijo que pasaríamos cosas difíciles pero que si buscábamos de Dios íbamos a vencer todas esas cosas. Carlos también habló con mi mamá  para decirle que éramos novios y recuerdo que mi mama le dijo: yo pensé que mi hija se iba a casar con un  hombre. ¡Imagínense! (risas)”.   

            “Prácticamente  desde que nos casamos estuvimos predicando y enseñando la palabra, vivimos en muchos lugares como Santa Rita en Miranda, allí conocimos gente preciosa que daban sus primeros pasos en el evangelio. Era un lugar muy caluroso y sin agua, donde muchas veces tuvimos que ir a El Loro, sector donde había un río a lavar la ropa y aprovechábamos de ir cuando alguien traía un  carro, cosa que no era muy común. Un día fuimos en el carro del hermano César a lavar los pañales de Roysbel, luego de lavarlos metimos los pañales en la maleta del carro, se nos olvidó bajarlos y se los llevaron a Caracas sin darse cuenta. Otras veces los metíamos en la maleta del carro dentro de una ponchera y llegaban a la casa full de polvo porque la carretera era de tierra, normalmente íbamos  a pie a visitar a los hermanos de ese lugar. Cojeditos en Cojedes, fue otro lugar muy caliente donde estuvimos haciendo una campaña de predicación y nos dejaron con el grupo que creyó. Allí realmente había que tener fe  para sobrevivir, veías comida cuando te mandaban una caja de Caracas, la cual abundaba en sardinas, tanto que me especialice en hacerlas Guisadas, con limón, otras veces con cebolla, y hasta en pate. ¡Uff!  Además cuando salíamos a predicar y visitar nos daban yuca, frijoles y mucho un pescado  con el que hacíamos sopa, creo que se llamaba corroncho. En ese lugar uno se alegraba especialmente cuando venía gente de Caracas. Había mucha plaga y el calor excesivo le fue afectando la piel a Roys, al punto que tenía muchas erupciones y le salieron bombas de agua hasta en la cabeza, eran como quemaduras de plancha. Decidimos  venirnos a Caracas después de echarle tantas cremas, hasta una que se llamaba pasta al agua y nada  que mejoraba. La mejor crema que funcionó para dejar su piel limpiecita fue Caracas”.

            “Santa Cruz de  Bucaral en el estado Falcón, también fue parte de nuestra trayectoria, un lugar con un clima relativamente agradable, a veces fresco, otras con calor. Había allí una iglesia en el pueblo y otro grupo en La Danta, los hermanos eran agradables, la mayoría era gente de años en el Señor, era la típica iglesia de pueblo con sus costumbres y muy rítmicos al cantar. Allí conocimos la arepa pela’ que era una rueda de camión de gruesa  y gris ya que pelaban el maíz con ceniza, la impresión que daba la arepa es que la masa  estaba sucia pero bueno aprendí a comerla con un vaso de suero, así la servían. Estuvimos en otros lugares como Calabozo en el estado Guárico, fue por poco tiempo ya que nos enviaron y no había casa donde quedarnos por lo que Carlos decidió que nos viniéramos. En ese  tiempo el servir al Señor fue muy grato para nosotros a pesar de las vicisitudes  de esos sitios, pero faltaba mucha dirección y enfoque de los líderes de ese entonces, no niego que amaban a Dios pero  que aparte de su fe, pues tenían enseñanzas que los limitaban a ellos y a quienes enseñaban .Dentro de todo esto  doy gracias  a Dios por mi esposo porque habiendo hecho este servicio a Dios fue un aprendizaje. Algo que nos impactó  era ver como líderes que dedicaban su vida al servicio de Cristo luego de muchos años  se quedaban sin casa y sin pertenencias. Esto nos hizo reflexionar en el hecho de que muestras hijas estaban creciendo y llegaría un momento donde deberíamos tener nuestra casa propia, un lugar seguro  en donde morar y comenzamos a proyectarnos hacia eso”.

            “Considero que no hay un patrón  de normas para llevar un buen matrimonio adelante pero es importante poner a Dios primero como guía y tomar en cuenta su palabra. Cuando digo tomar en cuenta su palabra, no es solo conocerla sino practicarla, las directrices que nos da. Me admira saber cuántos tesoros hermosos hay en la biblia que nos orientan. La comunicación y el acuerdo son imprescindible en una pareja. Para que se dé la comunicación debemos ser claros y transparentes en nuestra manera de hablar y actuar, no debemos vivir de apariencias pero tampoco porque seamos claros vamos a atropellar al otro. Como queremos que los hombres nos traten así debemos tratar a los demás. El amor es otro ingrediente que no puede faltar en un matrimonio. Parece gracioso, cualquiera al leer esto diría: obvio pero  nos casamos enamorados y si nos descuidamos, que de hecho pasa muchas veces, se van cambiando actividades por el tiempo juntos. Creo que nadie que se casa sabe claramente todo lo que tiene que hacer para llevar un buen matrimonio, yo tampoco lo sabía pero el amor por el otro te anima, deseas pasar tiempo con la persona amada, compartir y disfrutar juntos y eso se va dando espontáneamente. Hay cosas que las aprendes en el camino, no lo sabes todo, lo asimilas viendo actitudes de otras parejas  y actitudes propias, desechamos lo malo,  lo que no trae provecho y nos quedamos con lo que edifica. En el matrimonio  debemos construir el amor con detalles, esos detalles deben ser diarios, aprender uno del otro y valorarnos. Aprendemos de experiencias que vivimos que nos hacen decidir cuando algo que hacemos, vale la pena dejar de hacerlo para disfrutar de otras que nos hacen crecer como pareja y es allí donde debemos hacer los cambios necesarios, pensar cuantas acciones  que anteponemos al matrimonio que no nos dejan nada bueno”.

            “Siento que lo amo y estoy agradecida con Dios por traerlo a mi vida, lo admiro pues  es un hombre apasionado y de visión. Es responsable, atrevido, noble, amigo, novedoso, creativo, asertivo y diligente. Hemos tenidos muchos logros juntos, el primero serían nuestras dos hijas, a quienes amamos y bendecimos, también el hecho de mantenernos en el tiempo a pesar de las dificultades, vivir juntos, servir juntos y ayudar a otros  juntos. Agradezco a Dios que hemos podido ser ejemplo y bendición para otras personas. A futuro nos veo teniendo una casa con muchos cuartos para recibir la visita de nuestras hijas, sus esposos y nuestros nietos, compartir y tener  una piscina  para que se bañen. Sería hermoso vivir cerca, crecer, viajar, servir juntos, ayudar y enseñar a otros”. 

            Rosmery es su hija menor y expresa la significación que la unión de sus padres tiene en su vida. “Yo creo que mis padres logran una combinación que les ha permitido vivir su vida en balance, frenar cuando ha sido necesario, desde la calma, desde la paciencia y desde la observación. También han sabido arrancar cuando lo amerita. Son dos personas que se complementan y te muestran un poco cómo podrías vivir la vida en pareja y no perderte necesariamente solo en la responsabilidad del día a día, en todo lo que hay que hacer y hacer, sino permitirte disfrutar de cosas sencillas, como una canción que suena y te dicen vente vamos a bailarla o mirar a los gatos haciendo cualquier monería y disfrutarlo al máximo y sentirse realmente bien con eso, creo que esos elementos influyen mucho en vivir bien. Me parece que el hecho de que se puedan escapar  cada cierto tiempo, que se permitan sus salidas como de ser novios aun después de tanto tiempo juntos, es muy importante porque creo que es causa y consecuencia del amor, considero que tiene que ver con causar al amor y al mismo tiempo con los efectos que el mismo amor produce. Los concibo como personas hermosas, cariñosas y con mucha apertura a los demás y eso hace que la gente los quiera mucho y los reconozca. Pienso que saben tener la paciencia de vivir, de reconocer los errores, de avanzar y aprender de eso, de tomar las decisiones de emprender. Los amo y admiro mucho, tienen sus maneras de ser, en algunas coincidimos porque son cosas que comparto y en otras no tanto, pero creo que al final del día ellos han sabido llevar en amor y en acción su relación y eso me llena de alegría. Es muy tierno ver cómo están pendientes el uno del otro ver como a veces “cascarrabian” el uno por el otro y cosas como esa, creo que es algo muy, muy bonito. Espero que puedan seguir así deseo que siempre tengan la paciencia y el amor para entenderse, para seguir creciendo. Son pilares fundamentales en mi vida, los amo mucho y en su aniversario les deseo que Dios les multiplique la vida, el amor y la salud”.

            Yo que soy la hija mayor de Carlos y América siento que he dicho tanto de ellos y al mismo tiempo siento que son una historia tan grandiosa y tan sublime que jamás todo estará dicho. Les agradezco enormemente ser su hija, desde el hecho de nombrarme Roysbel hasta la bendición que me dan cada mañana y cada noche, todos los días del mundo. En el medio hay tanto amor, tanta dedicación, tanta bondad, tanta enseñanza y tanta paciencia que me inspiran a vivir feliz y plena, siempre teniendo muy presente que se sientan tan orgullosos de mí como yo lo estoy de ellos. Crecí viendo más hogares rotos que familias felices, pero no me faltó una en casa, fui, soy y seguiré siendo bendecida de tenerlos en mi vida. No me gusta tenerlos lejos, menos un día como hoy, no somos de dejar pasar ningún festejo por debajo de la mesa, sabemos que la vida es demasiado corta como para no sonreír, estar contentos y contar las bendiciones que Dios nos da. Extrañaré comer juntos y hacer un brindis sentido, pero ahora disfruto y valoro su acompañamiento en esta nueva etapa de mi vida. Me da paz esa complicidad, esa simpatía y ese honor de que mis padres sean mis mejores amigos. Les deseo mucho más de lo que ya tienen, que sigan apuntando alto, que se deslastren de la mediocridad y de lo negativo del mundo como ellos mismos me enseñaron a mí. A apuntar alto y siempre alzar el vuelo. Los amo, los bendigo y me da mucho orgullo saber que son luz, en mi vida y en ese pedacito de tierra que llevo en el corazón tan arraigado como a ellos. Dios bendecirá al mil por ciento todo el trabajo de amor que hacen por la nación. ¡Los amo! ¡Feliz 40 aniversario! 

4 comentarios en “Vielma Carrasquel: un matrimonio extraordinario”

  1. Me encanta leer historias de matrimonios exitosos, de cada una tomo con el corazón las palabras que me marcan. Creo que como seres humanos debemos ser espejo y saber escoger dónde reflejarnos. Quiero tomar esta edición como espejo para verme en el futuro❤️ Roys, te agradezco enormemente por compartir este trabajo que es historia de amor. Creo que lloraría muy conmovida escribiendo algo como esto sobre las personas que más amo en la vida. Dios bendiga a tus padres, tu familia, tu vida… Te siga llenando de conocimiento y palabras que edifican. Siga abriendo puertas para que muchos te lean y se llenen de tu sentir, que es tan hermoso. Abrazos!

  2. Gracias hija un escrito sin desperdicio vamos adelanté con el amor de Dios y el nuestro juntos hasta el fin

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