Gustavo José fue nombrado igual que su papá, afirma que ese nombre es común en la familia. Su mamá es Ana Cecilia. De su padre adquiere la fe y de su madre la pasión. El mayor de 3 hermanos: él, Dana y Luis Gustavo. Cuenta con orgullo a sus seres queridos. Como buen guaro asevera que el “Naguará” sirve para todo. Nació el 3 de mayo de 1992, le encanta mayo porque siente que es un mes parecido a él, los arboles están hermosos y con las hojas bellísimas. Repasa su historia con emoción, habla preciso y sereno, enfatiza lo importante jugando con su tono de voz, cosa que lo convierte en un excelente cuenta cuentos. Además de narrarlos conserva una grandiosa colección en su biblioteca. Disfruta mucho leer y asistir a la feria del libro. Le gustan las ensaladas, mientras más colores, sabores y texturas tengan mejor. Se declara fanático del sushi y del sabor agridulce. De la comida venezolana, destaca las tajadas con queso y el pollo con vegetales que preparaban en su casa. Siempre ha sido de comer saludable y hacer deportes, de niño practicó karate. Musicalmente gusta del merengue y la salsa, su cantante favorita es Olga Tañón, también escucha a Juan Luis Guerra, Los 50 de Joselito, Los Melódicos, Las Chicas del Can, Diveana y hasta el paso doble, desde chiquito le gusta bailar. Es Comunicador Social por profesión y Ambientalista por convicción. Actualmente trabaja en una librería gestionando especialmente el área infantil y juvenil. Es fundador y director de la Fundación Huerto Los Ayamanes cuyo precioso lema reza “Sembrando por el planeta”. Le tocó emigrar como a muchos venezolanos pero mantiene la esperanza en su tierra, le gustaría regresar y ejecutar muchas ideas que concibe para la fundación en su terruño. Vehemente defensor del ambiente y buen conversador, en esta ocasión pinta con su verde esperanza en un mejor planeta las letras de Extraordinario Soy.
Gustavo comenta que sus ratos libres son pocos pero últimamente está procurando tener más tiempo para distraerse. “Me gusta caminar, estar afuera, pasear, ir a ver galerías de arte, de ropa, conocer emprendimientos, lugares donde exhiban y vendan objetos de artistas plásticos, disfruto apreciar el arte. Me gusta mucho el café, tomarme uno mientras leo un libro. Me gusta leer y me encantan los cuentos, se me da de manera extraordinaria leer cuentos. Soy coleccionista de cuentos mi preferido es Wangari y los arboles de la paz, Wangari Maathai fue una ecologista africana, fue la primera mujer que se ganó un premio Nobel allá. También me gusta hacer ejercicios, hago gimnasio 3 o 4 veces a la semana, desde niño practiqué muchos deportes. Mi mamá me metió a mí y a mis hermanos en varios deportes, hasta que nos dejó en karate, los 3 hicimos karate y alcanzamos hasta el cinturón marrón. En casa se no enseñó a llevar un estilo de vida sana”.
Gustavo José narra con fervor su recorrido vital, añadiendo especial emoción al vínculo familiar. “Vengo de una familia muy numerosa con muchos tíos, primos, hermanos, padres y madres. Tengo 2 hermanos de sangre de papá y mamá, un hermano por parte de papá y una prima que se crio con nosotros y es como mi hermana. Vengo de una familia muy luchadora, de valores, de cariño, de afecto, de bendición y de consideración. Mi familia es de mucha solidaridad y de contar con los otros, creo que todos los de venezolanos somos así. Mis tíos y más que todo mis tías, son como mis mamás, porque nos criaron con esa visión, con esa confianza y ese amor que son como unos papás para uno. Mi familia es numerosa tanto de padre como de madre, siempre ha estado allí para apoyarme en todo, particularmente a mí siempre ha sido así, porque fui el primer hijo, nieto y sobrino, recibí mucho amor. Lo lindo de eso es el apoyo en todo, en mis cosas y mis inventos”.
Revela su mayor invención con entusiasmo y esmero. “Mi mayor invento ha sido la Fundación Huerto Los Ayamanes, que es mi proyecto de vida. Yo he sido ambientalista desde pequeño, la fundación comenzó en Barquisimeto luego de un plan vacacional. Aunque era un niño todavía, en mí surgieron miles de interrogantes y así descubrí que esta casa grande es maravillosa, nos da de todo y requiere nuestro aporte, solidaridad y amor para defenderla con todas las riquezas vivas, porque nosotros somos una parte de este planeta pero hay que defender todo el resto. Tenemos que ser voz y voto de todas esas manifestaciones de vida con las que compartimos este planeta y que muchas veces pasan desapercibidas. La fundación comenzó como un juego, fue una idea de un niño inquieto que luego se convirtió en adulto, seguía con miles de interrogantes también pero con un propósito firme. Quería canalizar mis inquietudes y tenía el interés de defender el ambiente desde la educación ambiental, y allí nace. Somos un huerto donde sembramos valores y conocimientos, somos sembradores de conciencia, esa es nuestra filosofía”.
“Al principio fue difícil, la gente no podía entender cómo un muchacho de 13 años estaba con su fundación en vez de estar pendiente de las fiestas, de las novias y de la rumba, había muchas inquietudes, incluso yo tampoco entendía del todo cómo sería esto. Hoy por hoy me doy cuenta que es una realidad, la gente me ve, mis compañeros de primaria y secundaria me dicen no puede ser, es que esto era tu proyecto de vida y lo materializaste. Para mí siempre fue serio porque siempre he creído en esto, siempre tuve muy marcado el tema, en mi casa se hablaba de eso de clases, jornadas académicas, festivales, conversatorios, además teníamos una biblioteca de piso a techo de leyes, libros y cuentos ambientalistas. ¡Imagínate! La estimulación fue maravillosa, se lo agradezco a mis papás que han sido mis pilares para lograr esto. Yo soy el director pero detrás están ellos que son los sembradores más grandes, son los que hicieron posible que todo se diera”.
Gustavo da cuenta amorosamente de sus progenitores, como ilustrando, poniendo de manifiesto que cuanto logramos y a dónde vamos se determina por mucho de dónde venimos, en nuestras raíces. “Vengo de una familia ambientalista. Mi mamá es Licenciada en Estudios Ambientales, Magister en Educación Ambiental y Doctora en Ciencias de la Educación, Mi papá es Abogado pero trabajó toda la vida como profesor universitario y tuvo mucho que ver siempre con la legislación ambiental. Crecí en una casa de apasionados de la pedagogía y del ambiente y eso va conmigo, soy periodista de profesión pero de corazón soy educador ambiental, amo y respeto la docencia. Quiero resaltar dos grandes enseñanzas, una de mi mamá y una de mi papá. De mi mamá es la pasión, esa palabra me encanta, ella me dice todo lo que tú hagas tienes que hacerlo con pasión, tienes que amarlo, tienes que vibrar con eso, eso te tiene que apasionar, su legado más grande es enseñarme a vivir apasionado. De mi papá definitivamente es la fe, mi papá es un hombre de muchísima fe, y esa fe yo la tengo, pero él es un hombre con una fe que se pierde de vista, es impresionante, es una fe a ciegas, yo digo ¡Dios! yo quiero ser así. Esa son las dos cosas que llevo conmigo de mis papás”.
Rememora su trayectoria académica y su ejercicio profesional. “Mi selección como profesional fue un tema importante, empecé estudiando Ingeniería Agronómica en la UCLA pero no me sentía realmente enamorado. Mi mamá me decía tú tienes que estudiar lo que te apasione. Me gustaba el tema ambiental pero no fue sino hasta que me cambié a Comunicación Social que descubrí que mi pasión era el periodismo. Entendí que mi compromiso y mi misión era la comunicación ambiental, ser un ambientalista para comunicar, utilizar los canales para ser voz, para defender, promover y liderar, eso es maravilloso desde la comunicación. Cuando me cambié fue un momento de quiebre pero desde lo positivo, realmente llego a comunicación porque empiezo a meterme en la televisión, estuve en un segmento de un programa regional, después entré a la radio, tengo mi título de locutor. Además formé parte de un programa radial que se llamaba El Baúl de Jacinto, que lo amé y además le debo mucho. Cuando me senté el primer día en el salón y vi una clase Sociología de la Comunicación, yo dije nada esto es, yo nací para ser Comunicador Social, fue una etapa muy linda. Respeto mucho y me encantó, estar en Agronomía, descubrí el valor de la amistad e hice muy buenos amigos. También vi la cara de la necesidad en el sentido del esfuerzo, esa gente que estudia con sacrificio, que se prepara, que vive lejos pero igual se para va y estudia, tiene un valor extra, en la UCLA estudia gente así con todo el amor y yo aprendí mucho de ellos”.
“Después estudié en la Yacambú que es una universidad privada, fui becado, el primer semestre lo pagaron mis papás, pero yo conseguí una beca, que fue aumentando y casi que llegó al 100%. Trabajaba en el departamento de prensa de la universidad para pagar la carrera porque era costosa. Fue una etapa muy linda, ya venía de radio y televisión como joven y como niño, después entro al área corporativa estudiando la carrera, siempre estuve metido en los medios de comunicación en esencia, puedo decir que pasé por todos y eso me llena muchísimo. Hice mis pasantías en El Impulso, fue una experiencia maravillosa, lo logré yo dije quiero estar en El Impulso y lo hice, después en la revista Gala que fue un periodismo distinto pero que me llenó muchísimo. Luego llegué a Fundacaña allí pude cristalizar mis dos pasiones el periodismo y el ambiente para hacer periodismo ambiental, yo era el relacionista público de esa fundación que trabajaba con la proyección del acontecer del sector azucarero y agroindustrial, reconociendo el trabajo del campo y de ingenieros pero desde el punto de vista de la comunicación, imagínate que maravilloso eso”.
“Quiero detallar que el programa de radio El Baúl de Jacinto significó mucho para mí porque me gustan las tradiciones, la música larense, todo de Lara, Barquisimeto mi tierra, el golpe tocuyano, los instrumentos musicales, las artesanías y la manifestación cultural del pueblo como tal. Me encanta Cecilia Todd, Ilan Chester y Gualberto Ibarreto, tú dirás cómo desarrollaste esos gustos e intereses, bueno mis papás estimularon eso, pero no era del todo solo por ellos. Resulta que al estar en El Baúl de Jacinto fue que cultivé todas estas cosas, era un programa de radio de dos grandes amigos larenses, orgullosos de mi Venezuela, hacían un programa cultural para niños. Hablaban de valores, tradiciones, juegos tradicionales, música popular, momentos históricos y todas esas cosas presentadas a nivel de un niño. Jacinto era Jacinto Lara, todas las tardes se abría el baúl del conocimiento y la diversión, el baúl de Jacinto niño, ¿ves? ellos presentaban todas esas maravillas a los niños. Una vez me invitaron para hablar de la fundación y resulta que hubo una química muy linda de esos dos señores mayores conmigo y me convertí en parte del equipo. Tenía un segmento, todas las semanas planteábamos un tema ambiental desde su óptica y la mía. Fueron muchos años allí que me llenaron, me permitieron desarrollar amor por la radio como un medio de comunicación que admiro, a raíz de eso es que hago mi curso de locución, de verdad fue muy trascendental para mí”.
Como muchos venezolanos en este complejo momento Gustavo emigró y da cuenta de cómo ha llevado ese proceso. “Un gran cambio en mi vida fue la venida para Argentina, tener que dejar mi país y comenzar una nueva vida en otro. Fue muy difícil no solamente por dejar a mi familia, mis proyectos, mi vida, mis hábitos sino también era ver cómo comenzar la fundación en otro país, es difícil o sea por las creencias y los valores. Veía cómo llevar esta idea de chiquito para otro lugar, pero lo logré, bueno lo estoy logrando, me falta mucho pero ahí voy encaminado. La fundación ha tenido una aceptación grandísima en este país, si bien es cierto que no se me han abierto las puertas del todo como comunicador social, si se me han abierto como líder ambiental y como sembrador, las oportunidades para la fundación han sido maravillosas. Siempre digo que Argentina nos ha abrazado que ha tratado de ser ese terruño, aunque ese espacio jamás va a ser llenado por otro, porque Barquisimeto y Venezuela, mi ciudad y mi país, son únicos, allá volveré y amo, pero creo que Argentina trata de decirnos de alguna manera yo estoy contigo, te abrazo, te quiero y te recibo, así veo que este país lo está haciendo con nosotros. Ha sido una experiencia maravillosa y yo estoy feliz de ver eso, todas las puertas que toco desde la fundación siempre nos reciben, cuento de la fundación y la gente se conecta, además aquí hay demasiada cultura y valoran muchísimo estas cosas”.
Para cumplir su propósito fusiona la fe en Dios con la esperanza de que su labor contribuye al mejoramiento de nuestra tierra tanto ambiental como espiritualmente. “Por supuesto que todos queremos estar en nuestro país pero nos cambió la vida y es inevitable, a pesar de todo aquí la estamos llevando, estamos sembrando por el planeta y tenemos una misión. Esa es otra de las cosas que siempre llevo conmigo, yo fui mandado a esta tierra con una misión, bueno una misión difícil, porque el tema ambiental no es fácil, crear consciencia no es sencillo. Yo siento que Dios tuvo una conversación conmigo y me dijo yo te voy a mandar, y yo respondí pero va a ser muy difícil, y él me respondió no pero tú lo vas a poder hacer y por eso ahí vas. Aquí voy con mi bandera verde, con mi sombrero y mis semillas de sembrador del huerto, cautivando, enamorando, conquistando, contando, narrando, siendo yo y siendo feliz, tratando de buscar la felicidad. Me falta mucho pero vamos construyendo esa felicidad de a poco. Sé que me falta muchísimo, tenemos muchos defectos y nos cuesta mucho acercarnos a Dios, somos pecadores, cometemos muchos errores una y otra vez, una y otra vez pero definitivamente la fe es el motor. Creo que nosotros lo venezolanos y nosotros los Mendoza Reyes, mi familia, somos personas de fe, todo lo que he avanzado y logrado habría sido imposible alcanzarlo sin Dios. Mi sembrador es Dios, el director de la fundación es Dios, el periodista es Dios, el comunicador social es Dios, el líder ambiental es Dios, yo simplemente soy un siervo de él, así que para mí es muy lindo el tema de la fe”.
A Gustavo lo conocí recientemente por el grupo de periodistas venezolanos en Argentina, conectamos de inmediato, tal vez por esa vena educativa y comunicadora que ambos definitivamente compartimos. Ya hemos trabajado juntos en un evento virtual de la fundación que preside y tenemos otros pendientes a futuro para aportar mi semilla a ese huerto maravilloso. En esta ocasión él se suma a mi proyecto: Extraordinario Soy en el marco de la edición de venezolanos emprendedores en Argentina. Ha sido inspirador y muy verde como la esperanza misma reseñarlo. Le doy gracias por su tiempo y atención, siempre digo que hoy en día son de los detalles más hermosos que podemos compartir con otros. Ha sido una bonita experiencia repasar su historia, descubrir su fe y convicciones, valorar la unión familiar y añorar esperanzados a nuestra bonita Venezuela. Cerramos la conversación con mucho entusiasmo, como expectantes, sabiendo que a nuestra historia queda mucho por sumar todavía. Gustavo José deseo que este relato sea un recordatorio plasmado en letras de que tú eres: ¡Extraordinario!